La XXII Cumbre Iberoamericana
, que reúne a los líderes de América latina, España y Portugal, comenzó hoy en la ciudad española de Cádiz, centrada en la crisis económica de los países europeos y la oportunidad de renovar la relación de cooperación entre ambos lados del Atlántico.
El gobierno español de Mariano Rajoy, anfitrión del encuentro, atraviesa un momento crítico: los planes de ajuste implementados bajo presión de la Unión Europea profundizaron la recesión y elevaron el desempleo, y la ciudadanía se volcó masivamente a las calles para exigir un cambio de rumbo.
Sin intenciones de dar marcha atrás a sus políticas de austeridad, buena parte de las posibilidades de España -y también de Portugal, que forma parte de la cadena de eslabones débiles en la crisis de la zona euro- pasa por recuperar la confianza de los inversores internacionales, reforzar sus antiguos mercados y abrirse nuevos.
En esa estrategia, ambos países europeos ven a América latina -las antiguas colonias de sus imperios- como potencias emergentes y en crecimiento, y como socios estratégicos, incluso para llegar de la mano de ellos a la pujante Asia.
Sin embargo, América latina ya no es un socio débil a merced del “neocolonialismo”. Con un crecimiento medio superior a cuatro por ciento en el último año, la mayoría de los países prosperaron y algunos, como Brasil, son potencias emergentes y potentes inversores en el mercado internacional.
A pesar de ello, la región no es inmune a la crisis pues la caída de la demanda en Europa está afectando el comercio entre ambas áreas y el intercambio global.
Con la crisis como tema central, en la antesala de la cumbre, el canciller español, José Manuel García Margallo, insistió el jueves en que el problema de la situación del euro que ahoga a España es “político” y de las dudas sobre la moneda común, y que la solución pasa por la intervención del Banco Central Europeo (BCE) en el mercado de deuda y por que el crédito vuelva a fluir a las pymes.
Al clausurar el Foro de Comunicación “Un mercado iberoamericano para empresas iberoamericanas”, en Jerez de la Frontera, cerca de Cádiz, García Margallo señaló que España tiene que decidir un “modelo para salir de la crisis”.
El canciller defendió las políticas de austeridad al hablar de “corregir excesos cometidos” y “ordenar las cuentas públicas”, y apostó por reforzar los vínculos comerciales y la inversión en Latinoamérica.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, crítica con las políticas de ajuste implementadas en España y en la Unión Europea, será sin duda una de las voces protagonistas de la cumbre ante la ausencia de los mandatarios de otros socios fuertes de la región.
Según fuentes brasileñas, Rousseff defenderá políticas de “fortalecimiento del mercado interno” y creación de empleo, y ofrecerá cooperación en ámbitos como “ciencia y tecnología”.
Entre los ausentes del encuentro figuran el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien no asiste a este foro desde el famoso “¿Por qué no te callas?” del rey Juan Carlos de España, y la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, por recomendación médica.
Tampoco está José Mújica, de Uruguay -también por cuestiones de salud-, ni el cubano Raúl Castro, que nunca acude a este tipo de encuentros, ni el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, debido al reciente y fatal terremoto en su nación.
El único país de la región que no tendrá representación es Paraguay, tras la presión de los socios del Mercosur y la Unasur para que fuera excluido tras la destitución, en junio pasado, del presidente Fernando Lugo.
El canciller español destacó que en la declaración de la cumbre de Cádiz se hablará de “empleo y de infraestructuras”, dos “nichos” que las empresas españolas pueden cubrir en América latina.
En cuanto al empleo, si antes eran los latinoamericanos los que abandonaban sus países en busca de oportunidades en Europa, la tendencia está cambiando y son los españoles y portugueses los que llegan a Latinoamérica.
También estará en el centro de esta cumbre el tipo de “cooperación” de los próximos años, ya que España, un país tradicionalmente volcado a los proyectos de ayuda al desarrollo, podría optar por volcar los escasos recursos a mecanismos más vinculados al ámbito empresarial, con el fin de fomentar la internacionalización de sus empresas.
El encuentro iberoamericano servirá también para buscar puntos de acuerdo para una posición común en los organismos internacionales.
Entre ellos, se apuntará a renovar las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar dumping de divisas, las de la Ronda de Doha del comercio mundial y las globales de cambio climático.
Algunos países llevarán también sus reclamos particulares en busca de apoyo internacional.