Después del fin de la Segunda Guerra mundial (1939-'45) comenzó a tomar cuerpo la llamada revolución verde, un fenómeno surgido de la necesidad de proveer al mundo más alimentos y más baratos. Esto se logró con nuevas técnicas de producción agrícola tales como la selección genética de semillas, el uso intensivo de fertilizantes, pesticidas y herbicidas, así como también un mayor uso del agua a través de nuevas tecnologías de distribución.
Este resurgimiento alimentario fue encabezado por el profesor Norman E. Borlaug (1914-2009), de la Universidad de Texas, a quien se le atribuye ser el autor de estas técnicas que vinieron a desmitificar la famosa teoría de Malthus, que afirmaba que el crecimiento de la población llegaría a un punto de colapso en el que la producción de alimentos se tornaría incapaz de soportar una demanda infinita de ellos.
Regiones vulnerables
Este proceso, favoreció notablemente el crecimiento acelerado de la población mundial, ya que pudo atender las necesidades de aquella época y llegar al rango poblacional actual de unos siete mil millones con un récord anual registrado en 1964 del 2,17% que por suerte para todos no volvió a repetirse.
No obstante, la preocupación subsiste debido a que ese crecimiento se está dando más intensamente en regiones de mayor vulnerabilidad, lo cual va generando desequilibrios ambientales y también en lo relativo a la paz social.
Pero, ¿cómo se manifiesta la relación de ese crecimiento poblacional con el medio ambiente? El principal efecto es el desequilibrio de los ecosistemas a través del uso excesivo y en casos abusivo de los recursos naturales y además la contaminación que genera la propia naturaleza humana más aquella derivada de las actividades que le permiten el desarrollo de la vida.
Sólo para describir algunas de esas actividadespodríamos citar; producir más comida, para lo cual se necesita el uso de suelos y consumo de agua, construir más viviendas, escuelas, u hospitales que se hacen con hierro, ladrillos y hormigón, explotar más bosques para producir maderas, medicinas y cosméticos, extraer y procesar más combustibles fósiles para construir carreteras, transportes e infraestructura, fabricar más plásticos y materiales para construir vehículos, criar más ganado vacuno que es altamente contaminante, cuya carne es base de nuestra dieta y utilizar más suelos, subsuelos y cursos y espejos de agua que son receptores de los desechos que se multiplicarán según lo explicado. A esto es lo que llamamos presión sobre los recursos naturales.
Los eventos climáticos
Las consecuencias más visibles de este comportamiento se aprecian como eventos climáticos no habituales como son los huracanes, principalmente en el hemisferio norte, cada vez más violentos y frecuentes, los excesos de lluvias que provocan inundaciones y/o deslizamientos de tierras, pero también sequías prolongadas que favorecen la desertización, y principalmente la elevación del nivel de los mares producto del calentamiento global a causa del derretimiento de glaciares. Entre muchos otros fenómenos.
A los fines de esta nota sólo nos detendremos un instante en el recurso del agua que por su importancia solo bastaría decir que sin ella la vida duraría sólo unos días.
Dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno
En los últimos 50 años se ha establecido una relación de consumo de agua por sectores que la literatura especializada ha estimado en un 70% para la agricultura, 20% a la industria y solo un 10% para uso personal.
El agua se renueva a través de la lluvia o de la nieve según los lugares, pero también se contamina con su uso y consumo. Esta es una relación que ya viene desestabilizada con el crecimiento de la población de los últimos 60 años colocando en riesgo una disponibilidad suficiente.
El agua dulce sólo representa el 2,75% del total existente en la tierra, ya que el resto es salada y por lo tanto inútil para la vida.Ahora bien, de ese porcentaje el 2,05% está en los glaciares y zonas heladas ártica y antártica además de Groenlandia. Lo cual significa que no está disponible para consumo inmediato, sino que la disponemos en "cuotas" según el nivel de deshielo.
El 0,68% son aguas subterráneas (acuíferos y napas freáticas) y sólo el 0,02% se encuentra en ríos y lagos. Estas dos últimas son las alternativas de uso inmediato que disponemos o sea unos 10 millones de kilómetros cúbicos que deberán ser mantenidos e incrementados proporcionalmente al crecimiento de la población, lo cual supone, menos contaminación y menos desperdicio.
En el escenario actual el agua sufre una crisis tanto en superficie como subterráneas, en donde vemos derroche, sobre uso, contaminación y falta de tratamiento y reuso con lo cual se está comprometiendo el futuro inmediato.
Una de las afirmaciones más concluyentes de la ciencia ambiental se refiere al riesgo que corren las regiones dependientes de los glaciares debido al derretimiento permanente que se está comprobando a causa del calentamiento global. Allí, de no variar la tendencia actual, la disponibilidad del agua será cada vez más crítica y afectará de manera directa a poblaciones cercanas.
El problema del agua acabará cuando se decida desalinizar el agua de mar de forma masiva, pero esto pasaría a ser un cambio de escenario debido a que desalinizar significa incrementar notablemente el uso de energía eléctrica además de desestabilizar los mares costeros con concentraciones salinas.
Muchas cumbres mundiales con el auspicio de las Naciones Unidas han pasado desde 1992 hasta ahora para buscar e implementar soluciones que nos lleven al camino correcto, pero no han sido suficientes para encarar los desafíos del desarrollo sustentable que según la definición del profesor Jeffrey Sachs (64)(Economía para un planeta abarrotado-Debate) deberían pasar por:
1. Preservar el medio ambiente haciendo uso racional de los recursos naturales.
2. Parar el uso de combustibles fósiles para descontaminar la atmósfera.
3. Detener la tala masiva de bosques nativos.
4. Estabilizar la población mundial en un nivel de 8.000 millones para el 2050.
5. Poner fin a la pobreza extrema y los riesgos humanitarios que ella genera a las poblaciones que viven en zonas costeras y de baja altura.
Mientras tanto, el tiempo va pasando y continuamos viendo que los principales líderes mundiales desarrollan proyectos de investigaciones espaciales o se entremezclan en rencillas comerciales, o políticas sin tomar compromisos serios para solucionar los problemas de nuestra propia casa, la tierra.
¿Cuánto somos?
La población mundial según el último informe demográfico de las Naciones Unidas (2017), indicaba aproximadamente la existencia de 7.550 millones de personas. En tanto, la población mundial según el World Fact Book de la Central de Inteligencia (CIA) de 2017, dio el número en ese momento de 7.400 millones de almas.