Los daños causados a la Tierra por el cambio climático se incrementan cada día. Mientras que algunas regiones son afectadas por sequías, otras son devastadas por inundaciones.
Islas y regiones litoraleñas ya están sintiendo el efecto de la elevación de los mares. La escasez de agua potable y alimentos en numerosas regiones amenaza a muchas economías y a la vida de muchas poblaciones, alterando la geografía humana global.
Sin embargo, el cambio climático no es sinónimo de catástrofe para todo el mundo. Para algunos, es la oportunidad de generar buenos negocios para proveernos de lo que la naturaleza nos quita por culpa de nosotros mismos, por supuesto.
En su relación con el mundo de los negocios los cambios ambientales no sólo suelen ser buenos para la aparición de nuevas oportunidades, sino que también pueden generar pérdidas para los que están ya en marcha, generando de forma natural, ganadores y perdedores.
En esta nota sólo nos detendremos a analizar unos pocos aspectos de los efectos dinámicos en dos recursos naturales, como son el agua y la energía, debido a que el espectro es tan amplio que ni en un libro podrían explicarse todas las posibilidades de realización de negocios asociados al medio ambiente
La continua pérdida de hielos del Ártico y Groenlandia (foto) está generando nuevas vías de transporte marítimo que son consideradas más seguras para navegar, especialmente para el transporte de carga, y mejores aun para realizar investigaciones sísmicas y oceanográficas. Además de permitir a aquella isla la explotación eventual de hidrocarburos y alimentos por la aparición de nuevas tierras cultivables.
Agua y finanzas
El negocio de la exportación de agua tiene relación con el mencionado derretimiento de hielos. El volumen estimado de agua eventual de esa isla es de 1,7 millones de kilómetros cúbicos, lo cual le significa ser el mayor reservorio de agua fresca del mundo y una expectativa brillante de recursos financieros para esa región.
Groenlandia, según el periodista norteamericano McKenzie Funk "Caiu do ceu" ("Cayó del cielo", Tres Estrelas, São Paulo, 2016), no es culpable de inundar otras partes del planeta con su deshielo, pero lo cierto es que muchas islas desaparecerán o por lo menos perderán gran parte de su superficie.
Probablemente las Maldivas, Tuvalu, Marshall, Seychelles y Bahamas están condenadas, así como por lo menos 20% de todo el territorio de Bangladesh y otras zonas costeras bajas que están en igual situación de riesgo amenazadas por 35 trillones de litros anuales que son naturalmente lanzados al océano Glacial Ártico.
Estos habitantes tarde o temprano tendrán que ser realojados creando un entorno de negocios favorable para la compra de territorios en otros lugares. Se estima en 150 millones el número de refugiados climáticos para 2050.
Los Alpes en Europa han perdido la mitad de su hielo en el último siglo, pero más rápido en las últimas décadas. En Austria sus 925 glaciares registrados retroceden de 10 a 15 metros por año, que es el doble de la tasa de una década atrás. Aquí, el cambio climático en lugar de favorecer un negocio lo está matando. Ochenta millones de turistas por temporada iban a esquiar a los Alpes.
Todo eso desalienta un negocio, pero dando lugar a otro como es el de la fabricación de nieve artificial. Esto mueve en Europa millones de dólares, transformando agua en nieve en la relación de 2 millones de litros de agua por media hectárea de nieve, lo que es equivalente al consumo de una ciudad de 2 millones de habitantes.
En los Andes tropicales 100 millones de personas corren riesgo de tener cada vez menos agua, producto de la reducción de los glaciares, que no consiguen mantener su tamaño durante los inviernos cada vez menos fríos, y no es sólo agua, también es energía ya que obras hidráulicas que aprovechan los ríos andinos también son afectadas.
En Asia todavía es aún peor porque afecta las grandes cuencas hidrográficas con nacientes en los Himalaya, de las cuales el continente se sirve para alimentar a la mayoría de sus habitantes. Esto hace que se pierdan toneladas de arroz en la principal zona de consumo en el mundo, además de las proteínas de la pesca.
Según Funk, buena parte de la energía mundial actual viene del carbón, combustible sucio que emite dos veces más carbono que el gas y tres veces más que el petróleo, además de mayor cantidad de material particulado. No obstante, es difícil abandonar su uso por la creciente demanda de energía y la cantidad de empleos que produce.
Muchos países, en su afán de conseguir energías, recurren a todas las fuentes disponibles. En el caso los biocombustibles, aun usando materias primas que son bases para la producción de alimentos. Este es el caso del maíz que se usa en ambas industrias, razón por la cual es muy objetado su uso energético y porque además su demanda provoca el aumento de precios de aquellos.
Algo similar ocurre con las industrias extractivas de esquistos, que configuran un gran negocio a pesar de la cantidad de agua que usan para la extracción, que podría ser usada por la industria alimenticia y fundamentalmente para el uso y consumo humano de forma directa.
Para cuando todos estos eventos se intensifiquen, en las próximas décadas, tendremos un mundo más poblado viviendo en una superficie terrestre bastante menor. Entonces, es sólo imaginar cómo será la vida en aquel momento si el mundo no toma conciencia y acciones correctivas.
Por lo dicho, el agua y las fuentes de energía pasarán, cada vez más, a ser opciones obligadas para los inversores financieros, porque son algo tangible y susceptible de ser valorizado y además porque son y seguirán siendo vitales en la lucha contra el calentamiento global. Pero esto sólo será posible si los negocios se dan en armonía con el medio ambiente.