Médicas contra guerra y marea

Genoveva Villanueva y Rosa Pavlovsky, trabajadoras de la salud en el siglo XIX, sufrieron el peso de la sociedad machista. Igualmente, salvaron cientos de vidas.

Médicas contra guerra y marea

En aquella Mendoza del siglo XIX, ser médica estaba prácticamente vedado para las mujeres, quienes solamente eran educadas para las tareas domésticas.

A pesar de vivir en una sociedad machista, existían algunas que aspiraban a tener esa profesión; este fue el caso de Genoveva Villanueva  y de Rosa Pavlovsky quienes con su vocación de servicio salvaron ciento de vidas tanto en el campo de batalla como en el contexto de las epidemias.

Genoveva en batalla

Genoveva Villanueva nació el 3 de enero de 1814, hija de José Villanueva y Josefa Godoy.

En 1842, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, el entonces gobernador de Mendoza, José Alda, obligó a los ciudadanos ponerse en los vestidos o chaquetas una divisa punzó, símbolo del federalismo.

Ante esta orden, la joven Genoveva se negó hacerlo y fue apresada y humillada por el jefe de policía Montero al pasearla atada por la fuerza sobre un burro con un moño de trapo rojo, a modo de divisa punzó que le había sido adherido en su cabeza con brea caliente.

Pero en un gesto de rebeldía, arrancó sus cabellos y el moño con brea, poniendo la divisa federal en su pie.

Este vergonzoso acto, produjo en la población un gran descontento contra el gobernador y en repudio se cerraron las ventanas, puertas y nadie salió a las calles por varios días.

Pero no solamente esta humillación tuvo que soportar Genoveva, también, por su condición de mujer, se le prohibió ir a la universidad.

Aunque no le impidió estudiar medicina, de una forma ingeniosa, a través de su hermano Francisco que era médico.

Ejerció su profesión con heroísmo. Puso su tesón en juego en más de una oportunidad y en 1874, cuando se produjo una revolución en contra del gobierno nacional por el general José Miguel Arredondo, en la localidad de Santa Rosa, leal a las huestes nacionales conducidas por el general Julio Argentino Roca, Genoveva Villanueva estableció un hospital para los heridos y prestó servicio como enfermera voluntaria.

Salvó cientos de vida, muchas de ellas en total estado de abandono sanitario.

Aquella infatigable luchadora falleció el 22 de mayo de 1890 a los 76 años de edad. Después de su muerte, por intermedio de Isaac Godoy, donó un edificio con más de mil metros de terreno en la calle 9 de julio entre Unión -hoy Peatonal Sarmiento- y general Espejo para la Sociedad de San Vicente de Paul.

De Rusia con amor

Rosa Pavlovsky nació en Tangarow, Rusia, en 1863, era hija de judíos rusos. Durante su infancia su familia se trasladó a Francia.

El gobierno argentino encabezado por el presidente Julio A. Roca convenció al hermano mayor de Rosa, el ingeniero agrónomo Aarón Pavlovsky, para radicarse en la Argentina, donde como experto en vitivinicultura podía ser de gran utilidad. Al llegar partió a nuestra provincia.

Se trasladaron años después a Buenos Aires, cuando Rosa ya había obtenido el diploma de enfermera y había cursado dos años de la carrera de Medicina en París. Se radicó en la Capital Federal y ejerció como enfermera.

En diciembre de 1886, se produjo en la provincia una epidemia de cólera. Durante los primeros días causó la muerte de un centenar de personas.

Confirmado el peor de los diagnósticos, el gobierno provincial tomó todas las medidas sanitarias y se creó una comisión para erradicar este flagelo. La situación se tornó insostenible por la cantidad de víctimas, que superaron 4.000 personas.

A tal emergencia acudieron cientos de médicos y enfermeros, muchos de Buenos Aires. Entre ellos, la enfermera Rosa Pavlovsky. Al poco tiempo, de su llegada a Mendoza, el entonces gobernador Rufino Ortega le pidió que se hiciese cargo del Lazarillo, donde se producían hasta 250 muertes diarias.

La practicante rusa, trabajó incansablemente en el cuidado de los enfermos de cólera, dando muestras de su entrega.

En poco tiempo ganó fama por su profesionalidad y dedicación. Vivía en aislamiento junto a los pacientes, muchos de ellos moribundos.

En 1887, regresó a Buenos Aires con la determinación de continuar los estudios de medicina. Al llegar a la Capital Federal, solicitó la aplicación del régimen de equivalencias para seguir la carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

Lamentablemente, la solicitud le fue negada, por lo que Rosa viajó a París para terminar sus estudios, donde en 1891 obtuvo su título de médica y resolvió retornar a la Argentina. Dos años después, la Universidad de Buenos Aires revalidó su título, tras lo cual se dedicó a la pediatría, tanto en forma particular como en los consultorios del Hospital Francés, en la ciudad metropolitana.

Rosa llegó a convertirse en jefa de Pediatría, y fue condecorada por el gobierno francés con la Legión de Honor por los grandes servicios prestados en la epidemia de cólera en nuestra provincia.

Falleció el 18 de setiembre de 1936 en Buenos Aires, a los 74 años.

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