Conocido como "El Tanque Puntano", porque nació en San Luis el 26-08-29, y murió en Mendoza su provincia adoptiva a los 79 años el 03-10-08, el nombre de Medardo Sosa quedó grabado para siempre en las páginas del fútbol mendocino como el goleador histórico de todos los tiempos.
Entre 1948-1951 y 1954-1967 (en 1952 y 1953 jugó en Lanús de Buenos Aires), lapso en que defendió los colores de Huracán Las Heras, Atlético Argentino y Luján Sport Club, marcó nada menos que 271 goles en 421 partidos oficiales.
Además en 1950 (HLH) con 18 goles, en 1959 (AA) con 31 conquistas y en 1966 con 37 años (nuevamente HLH) con 29 tantos resultó el máximo scorer del campeonato local. En 1950 fue una de las grandes figuras de la Selección Mendocina de Fútbol que se clasificó por primera y única vez Campeón Argentino de la Copa Adrián Beccar Varela.
Se recuerda que la calurosa noche del domingo 26 de noviembre de ese año, ante una enfervorizada multitud en la cancha de Gimnasia y Esgrima, Medardo fue el autor al minuto del complemento del segundo gol que aseguró la victoria 2 a 1 en aquella recordada final ante el Combinado de Córdoba. Además en 1959 integró aquel inolvidable equipo de la Academia de San José que logró el título de campeón luego de dos emotivas e intensas finales frente a Independiente Rivadavia.
Según su propio relato, en la época en que atendía su negocio de venta de artículos de cuero en la entrada de la Galería Tonsa, debió llamarse Dardo al igual que su hijo mayor, sin embargo en el Registro Civil de San Luis fue anotado como Medardo. También contaba que se había criado en la localidad ferroviaria de Beazley donde su numerosa familia, que era gente de campo, sus padres y ocho hermanos de los que era el menor, se habían radicado en busca de otro porvenir y de un futuro mejor.
Entre aquellos obreros del ferrocarril, Medardo no sólo aprendió el duro oficio de cargar el carbón con que se hacían funcionar las locomotoras a vapor sino que también aprendió a jugar al fútbol en una vieja canchita cercana a los talleres con la rara virtud de que podía pegarle a la pelota con ambas piernas y con la misma potencia.
En 1947, cuando tenía 18 años, Medardo comenzó a jugar al fútbol con la particularidad de que nunca lo hizo en inferiores porque siempre lo hizo en primera. Se inició en B.A.P. – Buenos Aires al Pacífico – un modesto club de la zona, que los ingleses habían fundado en la época que construyeron las vías férreas en el país. Como se hizo muy conocido por su velocidad y fuerza ofensiva los dirigentes del Club Juventud Unida de La Paz cada vez que tenían un partido importante lo convocaban en condición de refuerzo.
En esas condiciones en un amistoso jugado en la vieja cancha de Tamarindos lo vio jugar el dirigente Alfredo Porte quien lo recomendó a Huracán impresionado por el ímpetu y poder ofensivo de aquel joven puntano que arrastraba marcas y definía pisando el área sacudiendo las redes contrar4ias.
El 23-02-48 Francisco Clemente Peña, al que se recuerda como un lasherino de ley, el presidente más joven en la historia del Globo porque entonces tenía 22 años según evoca su hijo Leonardo Felipe Peña, quién lo fue a buscar personalmente a Beazley, se concretó su pedido de pase para Huracán Las Heras en la Liga Mendocina procedente de la Liga Puntana.
En su excelente obra editorial "Huracán Las Heras: La Historia de un Grande" el periodista y escritor Rubén Edgardo Lloveras escribe que aquellos eran tiempos de sueños, desafíos, esfuerzo, deseos de superación y un largo peregrinaje sin cancha propia para el club que había sido fundado un 24 de diciembre de 1939 después de la fusión de Huracán Bombal y Unión Sport Club Las Heras.
Lloveras también evoca a viejas y recordadas glorias que dejaron su huella de grandeza en aquel Globo que desde entonces convocaba multitudes y pugnaba por un título de campeón en el fútbol mendocino, el cual recién se le daría por primera vez mucho tiempo después, en 1984.
Los nombres de Alberto "Campulo" Gómez, padre de los ilustres hermanos Carlos, Oscar y Ariel Gómez; Miguel Ángel Ortega, Juan Ricardo Tejeda, Héctor Carlos Bustos, popularmente conocido como "El Tira-Bombas" por la espectacular potencia de sus remates con la pierna izquierda; Américo Argentino Benito Paura, llamado "El Sapo Paura", capitán del equipo que ascendió en 1945; el "Perro" Paulino González que era un verdadero perro de presa; Julián Teruel, José Berbén, el cordobés José Corsino Amaya, Rubén Toujas e Ignacio Peñaloza entre muchos más forman parte de esa época de progreso y esperanzas en un club que se hacía cada vez más popular.
EL TANQUE GRANATE
Recordaba don Medardo cuando hacía un repaso de su exitosa trayectoria en los tiempos que recorría la Av. San Martín apoyado en su infaltable bastón y respondía cientos de afectuosos saludos en las cercanías de la Galería Tonsa: "Las dos primeras temporadas que jugué en Huracán Heras en el 48 y el 49 fueron las más difíciles porque me costó adaptarme como a cualquier otro futbolista que venía de otra provincia.
Además el titular en mi puesto era Miguel Ángel Ortega, por lo que tenía que jugar de puntero izquierdo. Esos dos años hice apenas tres goles y el que más recuerdo fue el primero en un vibrante cuatro a cuatro contra Leonardo Murialdo el domingo 13 de junio de 1948 donde marqué el gol de la definitiva igualdad en la cancha de Arizu donde el Globo jugaba de local. Se puede decir que mi explosión goleadora se produjo en 1950 cuando pasé a integrar el centro del ataque porque ese año hice 18 goles.
Ese campeonato el periodismo me bautizó "El Tanque Sosa" o "El Tanque Puntano" y fui convocado a la Selección Mendocina que ganó el Campeonato Argentino en la cancha de Gimnasia y Esgrima, donde tuve la suerte de marcar un gol decisivo en la final contra Córdoba. A fines de 1952, Huracán me vendió a Lanús de Buenos Aires en 97.000 pesos y con esa plata el club pudo iniciar la construcción de su estadio propio lo que para mí ha sido siempre un motivo de lógico orgullo.
En Lanús no puedo decir que me haya ido mal, me perjudicó una lesión ni bien llegué porque me lastimé primero una rodilla y después la otra. El tema es que no me adapté, y no lo digo como una excusa pero también me afectó el clima.
Como estaba cumpliendo con el servicio militar obligatorio no pude integrar el plantel Granate que realizó una gira por Europa y Asia. Sin la dosis de suerte necesaria me fui a probar a Belgrano de Córdoba y después el Pacha Yacomo, aquel gran marcador de River Plate, me entusiasmó con la posibilidad de ir a jugar a México o Chile.
A comienzos de 1954 elegí regresar a Mendoza en la idea de que iba a ser bien recibido en Huracán Las Heras donde sabía que había dejado muchos amigos y un buen recuerdo.
Sin embargo cuando regresaba en el tren "El Cuyano" al llegar a La Paz me estaban esperando el "Peto" Flamant, el "Poroto" Bustos y el "Quito" Pacheco, jugadores de Atlético Argentino, quienes prácticamente me secuestraron porque me subieron a un auto para continuar el trayecto a Mendoza. En el viaje me convencieron de que la Academia estaba formando un gran equipo e hicieron los contactos para que los dirigentes me llevaran a firmar a la Liga.
Desde el principio las cosas me salieron muy bien y me convertí en el goleador del equipo. Me acuerdo de un partido que se jugó el domingo 31 de octubre de 1954 en San José, cuando le ganamos ocho a uno a Guaymallén con seis goles de mi autoría.
Lo que también recuerdo es la campaña de 1959 porque fui el máximo goleador con 31 conquistas y porque salimos campeones luego de dos intensas finales contra Independiente Rivadavia.
Esperaba terminar mi campaña en Los Albicelestes pero a fines de 1963, luego de diez temporadas en la primera división, la dirigencia pensó que había cumplido el ciclo y me dieron el pase libre como un premio, como un reconocimiento a mi trayectoria. Por eso en 1964 y 1965 me fui a jugar a Luján Sport Club, donde también dejé un grato recuerdo y tuve grandes compañeros.
Por esas cosas del fútbol y del destino, en 1966, con 37 años, me tocó volver a mi querido Huracán Las Heras donde salí goleador del campeonato con 29 goles en aquella delantera que se armó con Carlitos Lumbía, Domingo Salvatierra, yo, Rufino Alcaraz y el "Jetita" Osvaldo García. Resultó increíble porque me salían todas, la metía de todos lados, con derecha o con izquierda, menos de cabeza que nunca fui mi fuerte.
Me retiré definitivamente para dedicarme a la dirección técnica el l° de noviembre de 1967 frente a San Martín, partido en que señalé el último gol de mi carrera".
Medardo Sosa, el máximo goleador local
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