Medardo Sosa, fue el goleador de todas las épocas del fútbol mendocino. Con apenas 17 años había llegado de su Beazley natal en San Luis allá por 1947 para probarse como centro delantero en Huracán Las Heras, su primer hogar futbolístico en las canchas locales, el más amado, el más deseado, el más soñado, al que regresaría después de las muchas vueltas de su destino de gran jugador, excelente definidor y mejor persona.
Un notable ser humano que una tarde de los años 60 con los colores de su segunda casa, el Atlético Argentino, se transformó con sus 2 goles en involuntario verdugo de Andes Talleres, que en su vieja cancha perdía la categoría y descendía a la primera "B", y que como única y dolida respuesta agachó con resignación la cabeza y regresó al centro del campo mirando el piso para reanudar el juego, comprendiendo el dolor y la tristeza del club amigo al que había enfrentado con la dignidad de siempre, pero con el dolor de saber que otros adversarios y otra gran hinchada, como la Azulgrana de esos tiempos, se alejaban de la división de honor.
Con sus 265 conquistas se convirtió en el goleador histórico del fútbol mendocino, en el que lució siempre con gran orgullo los colores de su querido Globito de Las Heras (en dos etapas), de su también muy querido Atlético Argentino, donde completó 10 temporadas como titular inamovible, sin olvidar su paso aunque más breve en aquel Luján Sport Club del Negro Sacaba, Mattioli, el Gauchito Guzmán, el Negro Maidana, González Hermoso y Gesaroli, entre otros.
Además de su paso por Lanús de Buenos Aires, cuando aún estaba bajo bandera cumpliendo el servicio militar obligatorio, lo que le impidió integrar la delegación Granate que por ese entonces realizó una gira por Europa y Asia.
Después de Lanús, donde una lesión y la falta de adaptación al medio le impidieron rendir como sabía, por gestión del Pacha Yácono - aquel gran jugador de River Plate, pudo emigrar a México, o bien a Chile, pero Medardo eligió Atlético Argentino donde comenzaría a escribir uno de los capítulos más hermosos de su brillante trayectoria.
Fue uno de los integrantes de la selección mendocina que ganó el título de 1950, la que lo tuvo como autor del segundo gol , el de la gran victoria, sobre el arco que da a la calle Lencinas en el parque - el otro lo marcó el Mona Rodolfo García - la noche del 26 de noviembre en la cancha de Gimnasia y Esgrima cuando se derrotó a Córdoba 2-1 para dar la ansiada vuelta olímpica que tantas veces se había negado. Aquel plantel que entró en la historia integrado por Primo Palazzo, Jesús Elso, Oscar Gaggino, Vicente Cocenza, Alejandro Verdejo, Adalberto Branvatti, Enrique Morandini, Roger Mila, Roberto Bustos, Gregorio Garín, Domingo Poletti, Orlando Cipolla, Rolando Bolognesi, Joaquín Tito Romieaux, Alberto Pacheco, Luis Amaya, Domingo Godoy, José Giarrizo, Medardo Sosa, Rodolfo Mona García, Bautista Rivas y Gregorio Doménica. Con Tomás Goldsack como director técnico; el que después fuera gran profesor de boxeo, Francisco Paco Bermúdez, como preparador físico; el médico, doctor Raúl Martín Danza y los masajistas, Augusto Viotti y Arcadio Alonso.
Torneo en el que Medardo marcó 3 goles, al igual que José Giarrizo, siendo Cipolla, con 6, el máximo artillero.
De allí el viaje de Medardo a otro campeonato único e incomparable, aquel de 1959 con los sagrados colores Albicelestes, para celebrar otro título de campeón, luego de esas 2 recordadas finales frente a los Azules, cuando se erigió en el gran protagonista, con asistencia perfecta (28 partidos - 26 de las dos ruedas, 2 de las finales) y nada menos que 30 goles.
Aquel Argentino de Luis Iaconetti, Salvador Cumaudo, Roberto Puysegur, Miguel Corral, Alfredo Ernesto Lucero, Héctor Peto Flamant, Mariano Chávez, Oscar Lucero, Roberto Bustos, Rubén de la Fuente, Italo Fernández, Juan de Dios Fernández, Eduardo Beltrán, Juan Carlos Orué, José Vitale, Juan Martínez, Armando Palazetti, Carlos Rojas, Juan Yacomy, D. Cabrera, O. Casanova y Félix González.
Solía recordar Medardo de sus años en Argentino: "en el 53 regresaba a Mendoza después de pasar por Lanús y mi idea era volver a Huracán Las Heras, donde había dejado tantos amigos y muy buenos recuerdos. Pero al llegar a La Paz me estaban esperando el Peto Flamant, Bustos y Pacheco, quiénes me comentaron que Argentino estaba interesado en mis servicios. En el 59 se armó un gran equipo y ganamos el título al vencer a los Azules 2 a l en la primera final y empatar 1 a 1 en la segunda. Yo era el único punta, pero tenía asistentes de lujo, como el Flaco Corral, el Quique, Orué y el mismo Peto que se tiraba atrás. En esa época todas las instituciones tenían 8 o 9 jugadores de gran calidad y se jugaba un fútbol de muy buen nivel, con tribunas siempre llenas".
Casado con Petrona Lara, padre de 3 hijos - Dardo, María Rosa y Juan Ramón - varios nietos, vivió siempre en la calle Mitre, a muy pocas cuadras de la cancha de Argentino, en una casa grande donde le gustaba regar el jardín, cuidar y dar de comer a sus pájaros y hacer gimnasia hasta que la cintura empezó a fallar.
Medardo - que debió llamarse Dardo, como su hijo mayor, porque en el Registro Civil de Beazley lo inscribieron como Medardo - protagonizó otro hecho increíble al final de su carrera, cuando tenía 39 años, y hacía rato que estaba por colgar los botines. Volvió a su primer amor, el Globo de Las Heras, donde integró una recordada delantera con Carlitos Lumbía, Salvatierra, Medardo Sosa, Alcaraz, que también había llegado de San Luis, y el Jetita García, campeonato en el que marcó 30 goles. Cada vez que recordaba aquel final de su rica trayectoria comentaba con nostalgia: "me salían todas y la metía de todos lados. En un sola rueda hice 17 goles ni yo lo podía creer
Su pasión por el fútbol lo llevó a la dirección técnica, donde trabajó varias temporadas, especialmente en Huracán Las Heras, e incluso llegó a las divisiones inferiores, donde muchas veces se quedaba hasta bien entrada la tarde practicando jugadas y aconsejando a los más chicos.
A veces reflexionaba : "Cuando yo llegué a Huracán se hablaba mucho de don Campulo Gómez y del gran trabajo que había hecho y hacía en el semillero. En la época que enseñé me miré en ese espejo. En los pibes está el futuro, por eso hay que cuidarlos y protegerlos, sobre todo en Las Heras donde hay tantos niños carenciados y muy humildes".
Medardo Sosa, el goleador de todas las épocas del fútbol mendocino, a quién Pascual Curia recordaba con gran afecto hace muy poco cuando contaba que él y el Peto Flamant lo palmeaban cariñosamente cuando jugaba en las inferiores con estas palabras: "cabecita, te vamos a dejar un lugar: pero vas a tener que jugar de 9 porque nosotros no nos podemos sacar".
Se fue en el 2008 y ese día hasta al arco del fútbol se le escapó una lágrima.