Me volvió el alma al cuerpo

Me volvió el alma al cuerpo

Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes

Los avances... no, no me la voy a jugar con el término, mejor, los descubrimientos de las Ciencias Médicas y las Ciencias Biológicas de los últimos tiempos por un lado te asombran, por otro lado meten miedo, y por otro lado nos ponen ante conflictos éticos de difícil resolución. 

De pronto apareció el Viagra que les levantó el ánimo a aquellos que andan de capa caída (nótese la delicadeza para decir algo chancho).

De pronto apareció el genoma, el mapa genético, que te puede decir qué influencia tiene tu tatarabuelo en el callito del dedo meñique que te hace pelota en estos momentos. De pronto apareció la clonación. Cosa a la que yo me voy a oponer terminantemente. Jamás voy a permitir que me clonen por medio alguno.

De ninguna manera voy a compartir mi sueldo. La clonación tiende a confirmar aquella vieja teoría de que todos los hombres somos iguales, cosa que elimina la posibilidad del adulterio, porque si todos los hombres son iguales: ¿por qué una mujer habría de cambiar al nabo de su marido por un tipo que es igual al nabo de su marido?

Hace pocos meses nos enteramos que se puede cambiar de rostro. Operación que por ahora sale cara. Y ahora, de golpe y porrazo, ¡zas!

Descubrieron donde está el alma. Antes del descubrimiento para la mayoría de los que viven en este cascotito cósmico llamado Tierra, el alma era un asunto inmaterial que no quedaba en lugar alguno, salvo el alma de los productos alimenticios que es el alma...cén, o salvo el alma de los días que es el alma...naque. Pero el alma en sí, no tenía domicilio dentro de nuestro cuerpo y no se podía tocar como uno hace con la pera, la nariz, o ciertas zonas menos mostrables.

Sin embargo el doctor Francis Crick, premio Nobel en 1962, después de años de investigaciones, muy suelto de cuerpo y de alma, afirmó que el alma es una simple fusión de neuronas en el cerebro. Y le pegó una patada así de grande al tablero de la Ciencia, la Filosofía y la Religión.

El Crick produjo un Crack al sostener que en el cerebro humano hay un grupo de neuronas que son el origen de la conciencia y el alma. La conciencia nace de reacciones bioquímicas del cerebro, dijo, y describió los mecanismos a través de los cuales distintas partes del cerebro humano se funden unas a otras para crear un sentimiento de conciencia.

No, pará macho. ¿Y qué hacemos ahora con todas las definiciones que del alma teníamos en la historia? ¿Qué hacemos con Platón que decía que el alma era inmortal, lo mismo que San Agustín? ¿Qué hacemos con Aristóteles quien sostenía que si el ojo fuera un animal la vista sería el alma? ¿Qué hacemos con Descartes que afirmaba que alma y cuerpo eran paralelos? ¿Lo descartamos a Descartes, ah?

¿Qué hacemos con aquellos conceptos de que el alma es la huella que Dios le ha dado al hombre, que el cuerpo es la cárcel del alma y su misión es liberarla?

Ahora uno no le va a decir a su versus: “Te voy a romper el alma”. Le va a decir: “Te voy a hacer pomada la fusión de las neuronas”.

Cuando jueguen Boca y River los relatores en vez de decir: “Hay sesenta mil almas en el estadio”, van a decir “Hay sesenta mil reacciones neuronales en la Bombonera”. Un enamorado en vez de decir: “Te quiero con el alma”, va a decir: “Te quiero con todas mis neuronas fusionadas”. En vez de alma mater habrá neuronas mater. En vez de expresar: “Te llevo en el alma”, deberemos expresar: “Te llevo en el marulo”.

Porque ahora el alma tiene domicilio. El alma es tangible. El alma no es sobrenatural, es corporal. ¿Entonces se puede operar? ¿Se puede transplantar? ¿Aparecerán vitaminas para el alma? Al diablo con la poesía. Almafuerte pasará a ser Neurona fuerte.

¿Qué quieren que les diga? Yo no soy quién para oponerme a las investigaciones científicas, pero este tipo de descubrimientos me parten el alma.

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