Para este Mundial, Mbappé optó por el número 10, una camiseta que carga un enorme peso en la historia de Francia. Zinedine Zidane llevaba el 10 cuando ganó la Copa del Mundo de 1998 y Michel Platini cuando Les Bleus alcanzaron las semifinales en 1982 y 1986.
“Lo quería. Nadie lo tenía”, dijo. Y la decisión es alentadora para Francia. Demuestra que Mbappé no teme a las expectativas y sueña en grande. Es ese niño que se inspira en sus ídolos y que creció en un barrio de clase trabajadora a las afueras de París, el cual quedó marcado por semanas de revueltas en 2005.
“Por supuesto que piensas en eso. Te dices ‘Voila, es un número histórico’”, comentó Mbappé sobre el 10, después de derrotar a Australia. “Lo veo con ojos de un niño, al que siempre le gustó este número”.
La mezcla de inocencia infantil con la velocidad y potencia de un hombre adulto convierten a Mbappé en un jugador hipnótico. Con su anotación ante Perú, se convirtió en el primer jugador francés nacido después de que Francia ganara el Mundial de 1998 y que ha marcado en un Mundial.