Se le nota en su cara. En sus movimientos. A la hora de hablar con los jugadores, en el trabajo día a día. Mauricio Larriera está feliz. Hace lo que siente y le gusta, y en Godoy Cruz vive como en su casa de Florida, Uruguay, cómodo y siendo uno más.
Y lo expresa a corazón abierto, en su discurso, este uruguayo de 46 años: "Es lo más importante que me ha pasado en mi vida deportiva". Toda una frase que resume su presente en la bodega.
Mauricio entiende el juego mediático, conoce a la perfección el mundo de la comunicación y por eso no tiene problemas en sentarse frente a quien lo requiera. Se larga, se suelta sin tapujos y pone al descubierto su modo de vivir y su más que interesante filosofía de vida, porque el ser humano no se despega nunca del entrenador.
En una charla exclusiva con MÁS Deportes, conozca al técnico que sueña en grande con su nuevo Tomba. Se abre la puerta de Larriera…
-¿Cuando te presentás lo haces como técnico y diseñador gráfico?.
-Hice estudios de diseño gráfico que me sirvieron mucho. Y soy entrenador por vocación. Cuando me presento lo hago primero como un apasionado y un agradecido por esta posibilidad de venir a trabajar en el mercado argentino. También en la provincia que para mí tiene un sentido especial, porque yo soy de provincia en Uruguay. El club está en un momento bárbaro, incluso a nivel internacional. Me presento como un apasionado que viene a tratar de llevar a Godoy Cruz lo más alto posible.
-Sos un técnico desconocido para el fútbol argentino. ¿Sabés que es así?. ¿Lo sentís como una presión?.
-Sé perfectamente que es así, por supuesto. Lo que reina en el mundo futbolero argentino es el escepticismo, y más en el hincha. Lo acepto y es normal. Soy un desconocido, trabajé mucho tiempo con Gerardo Pelusso y fue como una carrera universitaria en el fútbol, un master que hice con Gerardo trabajando en clubes importantes, en diferentes países y la Selección de Paraguay. Tuve el privilegio de estar en clásicos. No es una presión, es parte del orgullo que siento de haber llegado. Llegar es importante, pero la forma en que uno lo hace es más importante. Como dice el maestro (Oscar) Tabárez: “el camino es la recompensa”. Llego porque tengo el deseo de llegar, cuando los dirigentes me dijeron lo que pretendían, era tal cual soy yo. Buscaron un perfil determinado y por eso estoy acá, porque no soy un multicampeón. Y encima nunca jugué ni dirigí acá.
-Después viene la otra parte que es tratar de "imponer" tu estilo.
-Sin duda es un tremendo desafío. Es lo más importante que me ha pasado en mi vida deportiva. Más que imponer es convencer a los muchachos de un estilo de juego, de hecho lo venían haciendo muy bien, pero simplemente para que el equipo sea, y lo digo modestamente, un poco más completo. Que tome la iniciativa en los partidos, que le falte el respeto a los rivales y trate de imponer nuestro juego en todas las canchas. Por supuesto que vamos a pasar zozobras, pero pensamos en estar más tiempo sometiendo al rival.
-¿Cómo convivís con tu firme convicción de juego con la vorágine, la presión y la inmediatez de resultados que hay en el fútbol?.
-Convivo de una manera….. No es soberbia, cuidado, yo estoy muy convencido de lo que siento, porque vivo el fútbol como lo jugué, aún siendo un futbolista mediocre. Son gajes del oficio, son las reglas del juego. Siempre trato de pensar que yo estoy trabajando con sensatez y honestidad . Y si en algún momento se da que uno tenga que salir del club, pienso que el que pierde es el club. Lo digo con modestia, porque estoy convencido de lo que hago. Y también sé que los resultados pueden demorar, tengo que convivir con eso.
-La paciencia es muy poca en el fútbol.
-Sí, pero hay una curiosi dad. Yo llego por un estilo y una forma de conducción, arribando a un acuerdo con la dirigencia más allá de los resultados. Sin embargo hay entrenadores que son cesados teniendo muy buenos resultados. Creo que primero está el estilo y después el resultado. Cuando uno no gana y muestra un estilo, a mediano plazo o a la larga ganará. Y cuando gana sin tener un estilo, se asocia con la suerte, la fortuna y la casualidad. Cuando uno pierde seguramente sea cesado igual porque no tiene sustento eso.
El adiestrador tombino va dejando conceptos y mensajes que lo van poniendo en un espacio reservado para pocos, de aquellos que trabajan para que el proceso sea un sendero feliz de transitar, más allá del final conseguido.
-Te importa mucho las formas de cómo llegar al resultado.
-Sin dudas, me interesa mucho las formas. Me interesa ganar a través de los méritos, obviamente que siempre quiero ganar porque da confianza, pero es mayor cuando recorre un camino acompañado por los jugadores y creyendo en jugar de una determinada manera. Es la forma la que nos dará el camino hacia el objetivo final.
-¿Entendieron el mensaje en los clubes anteriores por los que pasaste o te costó?
-Sí, lo entendieron los jugadores y por eso dirigí ciertos equipos. Llegamos a Racing de Montevideo al cual llevo en el corazón, estaba muy involucrado en el descenso y nosotros lo invitamos a una aventura que era lograr la permanencia jugando de una forma bastante osada, valiente y con juego limpio, que me interesa mucho. Ganar de cualquier manera implica hacer trampas y no me gusta ganar así, quiero ganar dentro de las reglas. Se entendió muy bien y era un plantel como acá, muy exquisito en la parte técnica y nos salvamos del descenso tres fechas antes del final. Después peleamos el campeonato, y pasó lo mismo con Defensor Sporting.
-¿Siempre supiste que ibas a ser entrenador?.
-Si. Lo que me despertó la vocación es que siempre fui un jugador muy analítico, y hoy resulta que la cancha es un pequeño porcentaje. Hay que tener un montón de manejos que yo no lo sabía. Era jugador y entrenaba al equipo del barrio, incluso en una liga universitaria. Cuando estaba libre me dedicaba a entrenar y dirigir. Siempre tuve la idea que me iba a ir mejor como entrenador que como futbolista.
-¿Te costó dar el paso de jugador a técnico?.
-La verdad que no, para nada. Yo dejé de jugar a finales del 2004 y a principios de 2005 estaba entrenando en un equipo de primera para jugar y me estaba costando mucho, veía que era joven con 34 años para largarme como entrenador y me ofrecen El Tanque Sisley de segunda, una propuesta muy linda con chicos del club y ahí me largué. No me costó nada, pese a que mi familia pretendían que siguiera jugando para verme.
-Es un cambio drástico, en todo sentido.
-Sin dudas, fue un desafío grande porque eran todos ex compañeros. La devolución que tuve de esos muchachos fue muy gratificante, porque cuando me fui se dieron cosas muy ricas. Uno como entrenador busca ser querido, respetado y valorado, esa es la verdad. Y fue así.
-¿Le das más valor a las cosas luego de lo que pasaste?.
-Claro que sí. Muchas veces digo “quien te ha visto y quien te ve”. Estoy en un equipo extraordinario y en el fútbol argentino, es como estar en Europa. Siempre miro para atrás para saber donde estuve, no me regalaron nada y las cosas me las gané en buena ley. Un pilar fue Gerardo Pelusso, que además me tuvo como jugador en diferentes etapas. Tiene un valor especial mirar eso y saber hacia donde va uno.
-¿Eso se lo transmitís también a los jugadores, especialmente a los jóvenes?.
-Me gusta mucho el mano a mano con el jugador, el hablar de los valores. Acá los muchachos me dieron una visión sobre las pautas que tienen como plantel y coinciden con mis valores, ellos hablan de eso. A mí me gusta eso. Los felicité porque me sentí muy identificado y yo me afilio a muchas frases y una es “el camino es la recompensa”. Tanto luchar para un objetivo que a veces dura cinco segundos, ser campeón y no valorar todo el camino que uno recorrió, todo lo que pasó, los bolsos que se desarman y arman todos los días, lluvia, frío, viento y cobrar salteado y mal. Porque a mí me tocó pasar penurias y meses sin plata, estando con familia e hija. Trato de transmitir los valores, el fútbol es una actividad humana y jamás me lo saco de la cabeza, más allá de los egos, las vanidades y el contexto que a veces le hace mal al futbolista.
-¿Soñás o te ilusionás con ser campeón?.
-Sueño. No tengo ilusión, porque es una suerte de mentira. Sueño todos los días estar en lo más alto, ser más grande con este club que me abrió las puertas en un fútbol maravilloso. Y lo pude ser como asistente. Claro que sueño con la gloria, que es lo más movilizante. Llevo muy adentro eso y es lo que rescato siempre del jugador, su espíritu amateur, algo que no se debe perder. Creo que Bielsa es alguien que siempre apela a eso y yo saco algunas cosas.
-¿Cuesta que los jugadores lo entiendan?.
-No sé si cuesta, acá hay muchos chicos que vienen del campo...
-Me refiero al jugador profesional, ya consagrado.
-¿Por qué juega al fútbol el futbolista, por plata?. Yo creo que no. Entonces apelo a eso. Hoy para ir a jugar contra Gremio van a relucir los carasucias, los atrevidos, los inconscientes desde ese punto de vista, si uno quiere ponerse cara a cara con un equipo con tanto poder. Siempre le pregunto al jugador por qué juega, y es porque le gusta la pelota, nacimos con la pelota bajo el brazo y sigue siendo el juguete más barato. Y encima nos da buena salud. Un auto y una casa son muy importantes, pero ellos juegan al fútbol porque lo aman, aman la autorrealización, el medirse con otros, el espíritu agonístico, el querer ganar, la gloria deportiva. Si eso está bien, el dinero viene solo.
¿Quién es Mauricio Larriera?
De casi odontólogo a futbolista "Soy un tipo normal que ahora está disfrutando de lo que ha luchado y dedicado en buena parte de su vida. De haber renunciado a ciertas cosas también. Yo fui un muy buen estudiante, hice estudios terciarios y facultad de odontología, y en un momento tuve que elegir, me casé y tuve una hija. Tuve que elegir, no podía concentrar y atender pacientes en la facultad y elegí el fútbol. Mi madre se quería morir. Para ganar en la vida hay que perder cosas, siempre hay que dejar cosas en el camino y yo dejé una carrera en la que me iba bien. Y como jugador tuve un camino mediocre, pero fue culpa mía. Soy eso y me irán conociendo, espero que sea por mucho tiempo. Trato de mantenerme igual, con paz y armonía, en el triunfo y la derrota".
El fútbol y la cultura en Qatar
“Fue muy duro intentar plasmar una idea, resultó muy frustrante al principio porque ellos estaban acostumbrados a correr para huir. Estaban convencidos que había que defenderse para salvarse del descenso y yo les decía: “muchachos, empatar o perder a veces es lo mismo, hay que ganar”. Y llegó un momento en que ganamos partidos muy importantes. Fue un gran desafío, esa mezcla de cultura hizo que no entendieran el fútbol con la pasión que lo entendemos nosotros. Hay jugadores que rozan el amateurismo, porque son soldados, militares, policías o trabajan en el aeropuerto. Fue una experiencia extraordinaria”.
-Al mismo tiempo tienen poder económico.
-Sí, la infraestructura es impresionante. Hay todo una ingeniería en cuanto al salario de los jugadores e incluso se los categoriza. Nos involucramos afectivamente con el club la gente. Yo volví feliz de allá. Y hay un tema que era clave, porque tratamos de transformarlos al profesionalismo ya que llegaban tarde o no avisaban y faltaban a entrenar. Dejamos una huella importante.