Mauricio Larriera: “No pretendo ser el más rico del cementerio”

Dejó de lado los millones y la huella en Catar para aceptar el desafío de dirigir en Argentina. Mano a mano con el DT de Godoy Cruz.

Mauricio Larriera: “No pretendo ser el  más rico del cementerio”
Mauricio Larriera: “No pretendo ser el más rico del cementerio”

La charla no admite demasiadas introducciones ni preámbulos. Surge tan genuina como espontánea a partir de las respuestas de un interlocutor que se abre naturalmente a cada una de las preguntas.

A través de estas líneas descubra, señor lector, al igual que nosotros, vida y obra de José Mauricio Larriera, el romántico entrenador de Godoy Cruz, 
"Antes de venir acá hice un análisis pormenorizado de lo que significaba venir a vivir a Mendoza.

Cuando uno se decide a dirigir un equipo es muy importante saber el lugar adonde uno va a vivir, la idiosincrasia de su pueblo y de su gente. Me siento muy identificado con Mendoza. En primer lugar porque tiene cierto parecido con Montevideo, cambiando la montaña por el Río de la Plata.

Después, hay una suerte de paz y de tranquilidad muy similar a la de Florida. Acá se vive todo en otro ritmo. Muchas veces me siento cansado de la vorágine en la que vengo viviendo desde hace diez años y acá encontré esa paz y estoy cómodo”, cuenta ni bien se sienta.

-¿Vive solo en Mendoza?

-Sí, lamentablemente, sí.

-¿Cómo está compuesta su familia?

-Estoy casado con la que fue mi novia desde los 14 años (Laura). El viejo y querido amor de barrio. Estuvimos muchos años de novio y llevamos 23 años de casados.

-¿Hijos?

-Tengo dos hijas mujeres. Una de 23 y otra de 17 años.

-¿A qué se dedican?

-La más grande, Camila, estudia educación física. No por el padre, sino porque le gustó. Y la más chica, Agustina, es artista. Estudia canto, baile y actuación, le gusta mucho e incluso tiene cierta tendencia al periodismo.

-¿Se imagina siendo entrevistado por ella alguna vez?

-Y, podría ser. Quiero que ellas hagan lo que quieran y que su vocación coincida con el trabajo. Pero todavía son chicas y es largo el camino que les queda. Están viviendo las tres en Montevideo y por diferentes motivos no pueden venir. Mis hijas, por razones de estudio, y mi mujer también tiene sus cuestiones personales y por ahora no hay lugar como para que se vengan. 
Si bien yo viajaré cuando se corte el campeonato, mi deseo es que vengan para salir a conocer un poco. Si hay algo que nos ofrece esta profesión es conocer. Desde muy chicas han viajado mucho y han conocido un montón de culturas. Estuvieron en Asia, en Qatar y hasta conocimos Sri Lanka, una riqueza cultural impresionante. Cuando la profesión nos lo permite, son cosas que hay que aprovecharlas.

-¿Habla algún otro idioma?

-Uruguayo, argentino, chileno y alguna palabra en guaraní (risas). Hablo inglés, pero debería ponerme a estudiar otra vez porque estuve en Catar un año y medio y había que hablarlo sí o sí. Igual, tenía un traductor que hablaba inglés, español y árabe porque no todos los jugadores hablan inglés. Es un fútbol muy cosmopolita y en nuestro equipo había dos argentinos, dos uruguayos, un portugués, marroquíes, sudaneses... había gente de todas partes. A pesar de que se acepta un determinado cupo de extranjeros, no son todos cataríes y es como que los nacionalizan para que jueguen al fútbol.

-Usted dijo hace un tiempo que en Catar dejaron una huella. ¿Por qué no se quedó?

-Porque la distancia también dejó una huella en mí. Fue un año y medio, muchísimo tiempo. Y quizá ese haya sido el error. Porque si hubiese estado una temporada quizá no me desgastaba tanto el hecho de vivir tan lejos de la familia, con un idioma y una idiosincrasia totalmente diferentes. Eso sí, vivimos cosas muy lindas. Las repercusiones de nuestro trabajo fueron muy buenas. Recibimos mucho  afecto, elogios y reconocimiento. Hasta se habló de nosotros para una selección olímpica de Catar. Nos despidieron con una fiesta, recibimos un montón de regalos y dejamos una puerta abierta. De hecho, hace unos días recibí un llamado del hijo del sheij para decirnos que nos extraña porque profesionalizamos a un club donde casi todo era amateur y nos salvamos del descenso, que fue para lo que nos llevaron.
La decisión de volverme fue por un sueño deportivo. Incluso, cuando llegué a Uruguay me tomé un tiempo para cambiar la cabeza porque fue una experiencia muy desgastante, más allá de que uno mejoró ostensiblemente la capacidad de ahorro, vivió seguro, en el mejor lugar y con un clima espectacular. Podría ser muy feliz con mi familia. De hecho, volvería a trabajar otra vez.

-¿Viviría en Catar?

-No, no. Como lugar de vida no me veo en otro lugar que no sea Uruguay.

-¿No se radicaría en Mendoza?

-No, no lo pienso así.

-Su lugar en el mundo es Montevideo...

-Sí, yo me fui muy chico de Florida y hoy estoy en Montevideo. En Florida tengo tíos por parte de mis padres y amigos porque después volví para jugar en la selección juvenil de mi departamento. Y logré jugar en ese equipo y ser dirigido por Gerardo Pelusso, quien después fue mi maestro y compañero de trabajo. Somos muy amigos, hay un gran afecto entre nosotros y tenemos esa historia de vida desde que yo soy muy chiquitín.

-¿A qué se dedicaba su padre?

-Era administrativo, tenedor de libros, llevaba la contabilidad de algunas empresas.

-Nada que ver con el fútbol....

-No, nada que ver. Me inculcó que si yo encaraba algo lo hiciera con la mayor seriedad posible, a diferencia de mi madre que quería que siguiera con el estudio porque era un buen estudiante. De hecho, tengo estudios terciarios de la facultad de odontología.
Siempre que pude, estudié y jugué al fútbol. Y hoy en día es una cuestión complementaria y potenciadora. Los chicos que siguen estudiando abren mucho más la cabeza y la inteligencia deportiva se transfiere a todos los órdenes de la vida.

-¿Hinchaba por algún club?

-Cuando uno es chico, es un contagio de los padres. Mi padre es de Nacional y mi mamá de Peñarol. Y en algún momento me incliné para un lado o para el otro. Me pasó una cosa rarísima: grité los goles de los dos en las copas internacionales. Primó siempre el uruguayo por encima de todo.

-¿Iba a la cancha a ver a alguno de los dos equipos?

-Sí, a los dos. Y después tuve el privilegio de trabajar en Nacional como asistente de Gerardo (Pelusso). Me tocó vivir de cerca una etapa hermosa de casi dos años en la que ganamos muchas cosas y conocí a Santiago García.
Soy hincha de la Selección uruguaya. Porque hay que definir bien lo que es ser hincha. Hoy, soy hincha de Godoy Cruz porque si mañana voy a otro equipo, veo como una contradicción decir 'soy hincha de Godoy Cruz' cuando estoy trabajando en otro club. ¿Entonces, cuál es mi deseo? Le tengo que ganar a Godoy Cruz porque soy un profesional. 
Lo que sí digo es que en mi corazón desde el punto de vista afectivo están los colores blanco y verde de Racing de Montevideo, que fue el equipo que me permitió mostrar un trabajo y catapultarme. Estoy eternamente agradecido y es el club al que quiero, es el club del barrio (Sayago) donde yo viví. Eso sí, no soy hincha porque le tuve que ganar alguna vez jugando con Nacional y Defensor. Y fue muy doloroso.

-Fuera del fútbol, ¿tuvo alguna otra ocupación?

-Sí, claro. Estuve casi ocho años trabajando como vendedor en una imprenta y papelería. Visitaba clientes y el fútbol me fue abriendo esa puerta; me empezaron a conocer y me veían en la tele. El fútbol uruguayo siempre fue así y yo jugué en equipos en desarrollo, por decirlo de alguna manera, cobrando mal, poco, tarde o nunca. Entonces, había que trabajar porque el sustento estaba en otra parte.

-¿Sufrió necesidades en algún momento de su vida?

-Hubo, sí. Cuando era chico, hubo. Pero por suerte era sustituido por muchísimo afecto y uno no se daba cuenta de esa carencia, porque lo otro era más importante y con mis hermanos éramos felices pescando hojas de los árboles. Así viví y fui muy feliz. Fueron carencias que me ayudaron a crecer mucho y no me da vergüenza decirlo sino todo lo contrario. Me ayuda a saber hacia dónde voy, de dónde vengo y no me deforma bajo ningún concepto.

-¿Usa redes sociales?

-No, el tema de las redes sociales hace meses que lo dejé de lado. Tengo un twitter que surgió a partir de mi página web (mauriciolarriera.com) y la maneja una persona profesional. No interactúo porque no me gusta y me parece muy peligroso. Además, no quiero seguir alimentando esa vorágine que muchas veces nos enloquece. Twitter es un lugar muy complejo y no le he visto todavía demasiada utilidad, más allá de la información que llega cada medio segundo. Entonces, quiero volver un poco a la vida de lo que hablábamos al principio. Si estoy en Mendoza, me siento a mirar la montaña mientras tomo café. Con eso me basta y sobra.

-¡¿Un uruguayo que no toma mate?! Rarísimo...

-Si estoy en compañía, puede ser porque es una infusión para compartir. Es más, de chico, impulsado por mi abuela y por algunos argentinos que fueron a jugar a Uruguay, tomaba mate dulce. En mi casa no tomamos mate, somos más del café con leche, del capuccino y de las medialunas.

-¿Suele leer diarios, mirar tele o escuchar programas de fútbol por radio?

-No. Lo único que escucho es música. Trato de no contaminarme. Acepto la crítica y a la hora de hacer la autocrítica soy más amargo que todos los periodistas juntos. Pero necesito sentirme autónomo de todo el mundo. El periodista lo ve de una forma, el hincha lo ve de otra, el dirigente tiene su mirada y hasta el jugador es probable que también lo vea distinto a uno y hasta mis compañeros quizá lo vean distinto a mí, pero el entrenador tiene la obligación de ver las cosas en una dimensión entre arte y ciencia. Esto es muy artesanal, hay mucho de intuición y también de cuestiones científicas.

-¿Por qué suele decir que el camino es la recompensa?

-Porque los resultados legitiman cosas; no debería ser así. Y yo lo vivo así, la vida la vivo así. El camino es la recompensa porque lo más importante es el recorrido que vamos haciendo. Hablando de logros deportivos, la felicidad dura cinco minutos de festejos y después es como cuando los estadios están llenos y a la hora están vacíos. ¿Y todo lo que hicimos fue para esto? ¿Y no disfruté todo el camino?

-Pero quedan recuerdos.

-Sí, quedan siempre y cuando hayamos disfrutado los momentos. Por eso me afilié a esa frase del Maestro Tabárez.

Su visión del auge de los DT charrúas en argenitna

“Los uruguayos dejamos el cuero en la estacada”

A la hora de establecer un punto de vista sobre la tendencia de los clubes argentinos de mirar al otro lado del charco para contratar ya no solo futbolistas sino también entrenadores, Larriera analizó: “Los entrenadores uruguayos dejamos el cuero en la estacada, nos brindamos por entero, queremos ganar, ser reconocidos y que nos quieran. No vamos a dirigir a determinados lugares, como Asia, pensando solamente en el dinero.

Aparte tenemos muchas carencias y las sacamos adelante igual. Por ahí con una papa, un boniato (camote) y un pedacito de zapallo hacemos tremendo puchero”, graficó muy elocuente.

Y agregó: “La luchamos, estamos muy bien formados, somos muy respetuosos y tenemos la ética como un punto muy importante. Hay muchos DT de muy buen nivel en Uruguay, es un mercado muy chico, donde hay pocos equipos con las condiciones para trabajar, por eso soy un privilegiado de haber estado en equipos de primer nivel como Defensor y Nacional. Y también en Racing, que hoy tiene su concentración, tiene su cancha propia y está al día. Es muy importante”, cerró.

Va por el tercero al hilo de local

Godoy Cruz buscará hoy ante su público ratificar su buena racha en el torneo local, fortalecida por su clasificación a los cuartos de final de la Copa Argentina, frente a un Gimnasia y Esgrima de La Plata, necesitado de una victoria para recomponer su imagen, en el marco de la sexta fecha de la Superliga del fútbol argentino.

El Tomba hace tres partidos que no pierde, donde venció de local 1-0 a Independiente y sumó su primer punto de visitante, al igualar sin tantos ante Newell’s, además de haber dejado en el camino 2-1 a Banfield por la Copa Argentina.

El equipo de Mauricio Larriera tendrá dos variantes: Juan Andrada por Fabián Henríquez (edema en el empeine) y Fabrizio Angileri por Victorio Ramis, una decisión táctica.

Además de los titulares, fueron convocados otros ocho futbolistas: Roberto Ramírez, Tomás Cardona, Sebastián Olivarez, Luciano Abecasis, Ángel González, Agustín Verdugo, Victorio Ramis y Javier Correa.

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