La justicia española condenó a 127 años y seis meses de prisión al ex empleado de un geriátrico que mató a 11 ancianos entre 2009 y 2010, en un caso que conmocionó al país.
No obstante, la pena impuesta por un juez de Girona (Cataluña) sobre Joan Vila Dilmé, declarado culpable de los once asesinatos, tres de ellos con agravante de alevosía y ensañamiento, "tendrá un límite máximo de cumplimiento efectivo conjunto de 40 años".
Vila Dilmé, de 47 años, fue arrestado el 18 de octubre de 2010 después de que una mujer de 85 años muriera en un hospital de Olot -al norte de Barcelona- con quemaduras en la boca y la garganta, tras ingresar en estado crítico procedente del geriátrico La Caritat, donde el acusado trabajaba como celador.
Al ser interrogado por la policía, Vila reconoció haber suministrado lavandina a la anciana y, además, confesó haber asesinado entre agosto de 2009 y octubre de 2010 a otros diez internos del asilo con el mismo producto, con una sobredosis de insulina o con un cóctel de medicamentos.
Esta confesión, que según el juez "fue de relevancia capital a la hora de esclarecer las muertes de las otras diez víctimas y de la autoría" de los asesinatos, redujo significativamente la condena.
Durante el juicio, la defensa de Vila esgrimió que ejecutó los crímenes por "compasión", para que los ancianos "dejaran de sufrir" y bajo un trastorno psíquico que le impedía entender que sus acciones eran ilícitas.
Sin embargo, el veredicto emitido la semana anterior por el jurado popular que siguió el caso argumentó que suministrando lavandina a tres de las víctimas, Vila les "provocó de manera deliberada un sufrimiento extraordinario".
Además, basándose en los informes realizados por varios psicólogos, establecieron que "Joan Vila Dilmé no sufre, ni ha sufrido nunca, ningún trastorno que le impidiese comprender la ilicitud de su acto".
El acusado deberá también pagar una indemnización de 369.000 euros a los familiares de sus víctimas.