Potrerillos ayer escribió su capítulo en la vida de Matías Pereira porque el timonel del Carrera logró su quinto título Argentino en forma consecutiva y trazó un nuevo horizonte -a superar- en el historial deportivo de la clase J/24.
Junto a Guillermo Bellinotto, Juan Ignacio Pereyra y Andrés Guerra conforman la tripulación que desde su medalla de oro, en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, ejerce su hegemonía a nivel nacional y también sudamericano. Momentos antes de la premiación, Más Deportes dialogó con Pereira sobre el valor de esta conquista y sobre la pasión que comenzó a ejercer bajo la tutela de su padre.
“En primer lugar quiero agradecer a la gente de Mendoza porque realmente realizó un Campeonato espectacular. He viajado por todo el mundo y muy pocos torneos son comparables con éste. Mi único recuerdo, de un certamen como el de Potrerillos, fue en Cerdeña”, abrió la charla cordial el timonel del Yacht Club Olivos.
“Estoy muy contento porque pudimos ganar, porque ése era nuestro objetivo. Pero también porque pudimos disfrutar humana y deportivamente del torneo. Este campeonato está muy bien organizado”, explica Pereira mientras abandona -por un momento- el tercer tiempo y el festejo familiar y con su tripulación.
“La cancha de regatas en Mendoza es un hermoso desafío, porque siempre te plantea interrogantes. Llegué aquí con una idea de lo que había vivido el año pasado y en el agua se dieron cosas totalmente distintas. Esta cancha te presenta permanentemente oportunidades.
Es muy cambiante y, sin llegar a ser una lotería, donde la suerte es el factor determinante, exigió asumir riesgos”, enfatiza el quíntuple campeón argentino.
“El campeonato fue duro, todos los días fueron difíciles. Vivimos regatas muy tácticas y nosotros hoy (por ayer) recién pudimos correr un poco más relajados, porque la ventaja que llevábamos era bastante. Es por eso que este título tiene un valor especial para nosotros”.
“La clase J/24 tiene excelentes timoneles a nivel mundial y rivales muy difíciles de superar en nuestro país; está Despontín en Córdoba, Halpern en Mendoza, Péndola y Cubría en Buenos Aires. Hay un nivel muy bueno, timoneles que técnicamente son tan buenos como nosotros. Pero por alguna razón, creo que somos más consistentes en el tiempo. Pero en la línea de largada estamos tan nerviosos como ellos. Así que imaginate lo que significa poder ganar”.
“Todo el mundo sabe que soy un obsesivo con el barco, que soy un estudioso sobre la puesta a punto. Llevo 10 años analizando cómo poder sacarle mejor provecho a la velocidad del velero. A la larga termina notándose”, explica el deportista que comenzó de niño a navegar en la clase Optimis.
“En 2015, en Canadá, los Juegos Panamericanos fueron un campeonato para el recuerdo. No sólo porque fue nuestro debut sino porque hicimos un trabajo espectacular. Acertamos en el punto en el que teníamos que trabajar: en la velocidad del barco. En el J/24 no hay mucho por investigar y desarrollamos un juegos de velas, en conjunto con North Sails, especiales para ese lugar, para esas condiciones de viento. Hicimos un estudio meteorológico de los últimos 10 años y estábamos convencidos de que iban a soplar vientos suaves y preparamos velas para ello”, finalizó el campeón Panamericano 2015.
