Massa: la llave de Macri para que haya balotaje

En Cambiemos entienden que es imprescindible que el candidato de UNA conserve un importante caudal de votos para que Scioli no gane en primera vuelta. El tigrense y De la Sota se preparan para ser un factor desequilibrante luego de octubre.

Massa: la llave de Macri  para que haya balotaje

Garante del balotaje, herramienta indispensable para evitar que el kirchnerismo triunfe en primera vuelta. Así es percibido hoy Sergio Massa por Mauricio Macri y el resto de la oposición nacional, luego de obtener junto a su socio político José Manuel de la Sota un 20% de los votos en las primarias nacionales. En cambio, la Casa Rosada y su candidato, Daniel Scioli, ven en Massa un obstáculo para su estrategia de ganar en primera vuelta y consideran que los grandes medios de comunicación están haciendo lo imposible para evitar que la estrategia K de polarización se termine de instalar.

Lo cierto es que Massa es hoy, y lo será hasta el 25 de octubre, una figura tan o más importante en la política argentina que los propios Scioli y Macri, pese a que no tiene las mismas chances que ninguno de ellos de quedarse con la Presidencia. La supervivencia política del diputado nacional y ex intendente de Tigre post elecciones generales dependerá de cuántos puntos de ese 20% que obtuvo UNA en las PASO pueda conservar y de a quiénes migren los sufragios que decidan abandonar esta tercera opción electoral.

Si Massa retiene un alto porcentaje de los votos -un 70% al menos- a quien favorecerá indirectamente es a Macri, el hombre que se negó a acordar con él antes del armado de los frentes nacionales achacándole su pasado kirchnerista y que antes buscó correrlo del escenario electoral forzando una polarización con el Gobierno nacional a todas luces prematura. ¿Por qué habría Massa de beneficiar al líder de Cambiemos? Porque en esta hipótesis, la de que Massa conserve al menos unos 14 puntos, los votos que no se queden en UNA irían más o menos equitativamente tanto a Scioli como a Macri (en caso de los sufragios massistas en mayor medida migrarían al candidato del FpV, en caso de los votos delasotistas en mayor medida irían al alcalde porteño). En este hipotético escenario, el gobernador bonaerense quedaría cerca del 45% de los votos pero no perforaría esa barrera y no podría estirar a más de diez puntos la ventaja sobre Macri, por lo que no podría ganar en primera vuelta.

Macri, quien hasta el día de las elecciones primarias estaba convencido de que lo que venía de ahora en más era una profundización de su estrategia de polarizar con Scioli y la Casa Rosada, comprendió la importancia de que la sociedad entre Massa y De la Sota, es decir el frente UNA, conserve la vitalidad en las elecciones de octubre. Las limitaciones que tiene hoy Cambiemos para hacerse de los votos que fueron al peronismo disidente (23% si se suman los que obtuvo Adolfo Rodríguez Saá) son más importantes que las que tiene Scioli. Sobre todo porque el candidato del Pro no ha podido vencer la resistencia que despierta su figura en todo el Norte argentino, donde el postulante K arrasó y Massa salió segundo (con buenas performance en algunas provincias importantes como Salta). La situación se podría poner peor para Macri si se analiza que los votantes bonaerenses de Massa tienen, según datos del massismo y del oficialismo nacional, más predisposición a migrar hacia Scioli, porque son, como los votantes norteños, ciudadanos acostumbrados a optar por el peronismo en elecciones ejecutivas. Estos estudios indican que un 70% de los votantes decididos a abandonar a Massa podrían ir a Scioli y sólo un 30% a Macri. Si se creen en estas evaluaciones preliminares, entonces rápidamente se entiende por qué al jefe del Pro le conviene que Massa se mantenga fuerte hasta el 25 de octubre.

Otra historia se escribirá una vez que las cartas estén echadas el último domingo de octubre y Macri, gracias al aporte invaluable de Massa, haya logrado forzar un balotaje con Scioli, el cual tiene cita programada para el 22 de noviembre. Allí, el tigrense y su socio político, De la Sota, podrán hacer valer como oro los votos que consiga UNA, aunque estos sean algo menos que los que ambos obtuvieron en las PASO. En este marco debe interpretarse la foto que el martes se sacaron en Córdoba el diputado nacional y el gobernador. Ambos ratificaron UNA y se comprometieron a sostener la sociedad política al menos hasta el 25 de octubre, cuando De la Sota espera que la lista de senadores y diputados nacionales que él impulsa triunfe en su provincia -como en las PASO- y Massa intentará abrirle las puertas del Congreso a una decena de dirigentes bonaerenses y del Norte argentino con los que tiene compromisos firmados.

Pero ni De la Sota ni Massa están mirando sólo la composición futura del Parlamento, que quedará establecida en las elecciones de octubre. Ambos saben que si hay segunda vuelta, ellos podrán, juntos o por separado, negociar cuotas de poder con Macri o con Scioli, dado que ambos presidenciables deberán salir a matar o morir en busca de los votantes de UNA y del resto de la oposición. En este punto, Massa tiene más canales de comunicación abiertos con Macri que con Scioli. El tigrense es consciente de que el alcalde porteño, de llegar a la Presidencia, deberá formar una coalición de gobierno por lo menos en el Congreso y los legisladores que queden enrolados en el Frente Renovador serán determinantes (aunque no suficientes para garantizar la gobernabilidad futura). De la Sota, en cambio, tiene una historia de diálogo y encuentros con Scioli, a quien muchas veces le pidió que dejara al kirchnerismo y se convirtiese en el referente de todo el peronismo tradicional. La paradoja es que las simpatías de uno (Massa) y otro (De la Sota) parecieran ser exactamente contrarias a las de sus votantes, ya que los bonaerenses que escogen al Frente Renovador están más cerca de Scioli que de Macri y los cordobeses que apoyan a De la Sota tienen una especial inquina por todo lo que lleve el estandarte de la Casa Rosada.

En medio de estos análisis y cavilaciones, el poder territorial también está en juego y es acá donde el massismo depende del macrismo. Una docena de los intendentes de la provincia de Buenos Aires que hoy apoyan al tigrense podrían perder sus comunas si no reparten, además de la lista de UNA, la boleta de Macri presidente. Como es en extremo improbable que el líder de Cambiemos acepte bajar a su candidata a gobernadora, María Eugenia Vidal, ya que ésta tuvo una gran elección en las primarias, y Massa no puede hacer esto mismo con su postulante, Felipe Solá, para no perjudicar a su propio partido, las conversaciones entre los dos espacios políticos hoy se limitan a la posibilidad menor (pero necesaria) de que los barones del conurbano que responden al Frente Renovador distribuyan sobres con votos armados que lleven la papeleta de Macri pegada a la boleta de UNA sin el segmento de Massa presidente.

Frente a todas estas alquimias, Scioli siente que tiene mejores chances de llegar a la Presidencia en primera vuelta. Aunque todavía no ha podido superar la crisis que generó su desafortunado viaje de descanso a Italia en medio de las inundaciones que azotaron su provincia, el candidato de la Casa Rosada tiene decidido dejar atrás este traspié confrontando directamente con Macri, es decir, sosteniendo la polarización unilateralmente y a toda costa (aunque en Cambiemos se esquive el choque directo para que no haya fuga de votos de Massa hacia el oficialismo nacional). En este marco deben leerse la denuncia que hizo el sciolismo por una supuesta campaña sucia en las redes sociales que -afirman- habría sido orquestada por el macrismo y también las acusaciones que el sábado lanzó Scioli en contra del alcalde porteño por sus planteos a favor de liberar el cepo cambiario.

El candidato K entiende que eligiendo a Macri como enemigo en cada ocasión que se presente, él podrá conquistar parte del 23% de los votos que en las PASO fueron a candidatos del peronismo disidente. Con seis o siete puntos de este paquete, el kirchnerista podría ganar en primera vuelta. Dato final para tener en cuenta: en el sciolismo creen que en el escrutinio definitivo que se conocerá en los próximos días el candidato del FpV tendrá 39,5% de los votos, un punto más que en el conteo provisorio. Así, habrá llegado -prácticamente- a la meta trazada del 40%.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA