Florencio Randazzo lo llamó dos veces para contarle detalles del operativo electoral y, en la última conversación, antes de cortar, soltó dos palabras secas: "Te felicito". Eso ocurrió cuando se iba el domingo y los resultados eran irreversibles. Nadie más se comunicaría desde la Casa Rosada con Sergio Massa.
O quizá el intendente no pudo chequear bien: anoche tenía más de 1800 mails sin contestar y dos de sus tres teléfonos estaban colapsados. Daniel Scioli no quiso o no pudo llamarlo. El que sí sorprendió al ganador de las elecciones en el principal distrito del país fue Francisco de Narváez, la víctima principal de la irrupción de Massa en el tablero bonaerense.
El diputado llamó para felicitarlo aun a sabiendas de que, desde hoy, el intendente iniciará una campaña para tratar de capturar el voto duro antikirchnerista. El objetivo del tigrense es superar los 40 puntos en octubre.
En el massismo juraban que la charla con De Narváez fue corta y cordial. "Hiciste una muy buena elección. Felicitaciones", le dijo el diputado. "Gracias, y a ver cuándo nos vemos", lo despidió el intendente. Nadie quiso revelar si ese "a ver cuándo nos vemos" era una frase de ocasión, típica entre quienes se conocen desde hace tiempo, o si daba pie para especular con una charla acerca de la posibilidad de que el candidato de Unidos por la Libertad y el Trabajo abandone la competencia legislativa para favorecer una opción distinta a la que encabeza Cristina Kirchner. Los denarvaístas no descartaban nada.
Otro que dijo haber discado el celular de Massa fue Mauricio Macri, quien lleva tres candidatos a diputados en su lista, aunque extrañamente el postulante negó ese llamado, lo que anticipa que de aquí a octubre continuará esa contradicción con el macrismo.
En paralelo, uno de los cerebros de la campaña del bonaerense no descartó que ambos puedan verse por primera vez en público, luego de haber jugado a las escondidas estas semanas. "Si se ven, con alguna excusa de gestión, habrá una señal muy clara al electorado denarvaísta", comentaban en Tigre.
Por lo pronto, Massa se reunirá esta mañana con su equipo de asesores para diseñar cómo seguir, luego de haberle sacado más de cinco puntos de distancia a Martín Insaurrralde. Ambicioso como es, el tigrense no quiere una victoria por debajo de los 40 puntos. De Narváez sacó poco más del 10.
"Hay mucha gente que quiere jugar en serio el partido de octubre que va a votar a Massa y muchos serán votantes tanto de De Narváez como de Stolbizer", decía Gabriel Katopodis, el intendente de San Martín, donde el massismo sacó 115 mil votos, una cifra sólo superada por La Matanza y Tigre.
"Si le sacamos la mitad de los votos a De Narváez estamos hechos. Sería histórico superar los 40 puntos", se ilusionaba otro intendente del grupo duro del Frente Renovador. No sería extraño, decía el intendente, que algún votante de Stolbizer también pudiera modificar su voto, aunque esa alternativa parece más difícil: el voto a los candidatos del Frente Progresista Cívico y Social es un sufragio "anti K" y en buena medida "antiperonista", según coinciden varios encuestadores.
"El desafío es seducir a todos. Renovar la confianza de quienes nos eligieron y apuntar a los que por alguna razón no nos vieron como una opción. Tenemos que demostrar que somos una opción para el futuro de la Argentina", sostuvo Massa por radio y TV.
La gran pregunta que se hacen en el entorno del conductor del Frente Renovador es si estratégicamente les conviene seguir endureciendo el discurso, como ocurrió en el tramo final de la campaña, o si deben pegar un volantazo y regresar al camino del medio, privilegiando la no confrontación, como hizo en las primeras semanas.
