Masajes mendocinos en Copacabana

Para poder solventar la costosa estadía durante el torneo, dos comprovincianos brindan este servicio por 30 reales la media hora. Largas colas de turistas de todo el mundo requieren estos masajes orientales que en la playa cuestan 100 reales.

Masajes mendocinos en Copacabana
Masajes mendocinos en Copacabana

“Relájese amigo turista. Las mejores manos son argentinas. Vienen de Mendoza con un sabor a vino espectacular”. Un grito fuerte y contundente se escucha cada un minuto en el sector 5 de la playa Copacabana. Son dos jóvenes mendocinos de 24 años que llegaron hace 10 días a Río de Janeiro. Trajeron una camilla con varias sábanas blancas.

Cremas de todo tipo. Se dedican a hacer masajes a un bajo costo. Sólo 30 reales los treinta minutos. Unos treinta metros más al Sur, más precisamente en el sector 8, están instaladas dos carpas con kinesiólogos profesionales. Es una especie de spa con solarium. Ofrecen una hora de masajes orientales a 100 reales, es decir, unos 500 pesos argentinos. Realizan entre los dos encargados del spa unas 15 sesiones de masajes por día.

Sin embargo, los mendocinos, cuando no son corridos por la Policía Federal, tienen una libretita donde otorgan turnos. Albano Duclos, uno de los “kinesiólogos mendocinos de la playa” nos contó su historia: “Llegamos en mi auto, es un Fiestita, el jueves 12 de junio. Con mi amigo, Gonzalo Toranzo, estamos durmiendo en el auto y paramos en una plaza a tres cuadras de la playa. Me traje la camilla para hacer masajes. Al principio, cobraba 10 reales los 20 minutos, todos me dijeron que estaba loco, lo estaba regalando. Subimos el turno diez minutos y 20 reales más.

Ahora, cobramos 30 reales y brindamos 30 minutos de masajes. Vamos bien, eso dicen nuestras arcas”.

Con respecto al permiso municipal para realizar este tipo de actividades en la playa, Santiago, expresó: “Hay días que no pasa nada, estamos instalados desde temprano. Sin embargo, ahora están súper vigilantes. Aparecen vestidos de civil y no te das cuenta. No te quitan nada. Sólo te piden que no los hagas más”. De inmediato, agregó: “La competencia sí está habilitada porque pertenece a un parador” (risas).

Sobre cómo se le ocurrió hacer masajes en la playa, Albano, expresó: “Hace tres meses decidimos venir al Mundial a probar suerte. Vivo en Ciudad y quería realizar una experiencia nueva. Me traje la camilla para los masajes. Con la mano en el corazón, necesitamos plata para la vuelta. Hasta el momento, todo bien”.

De repente, cientos de vendedores ambulantes comienzan a gritar y chiflar. Es una clara señal de alerta. ¿Qué hacen todos? Levantan lo que tienen y disparan para el interior de la playa. La arena es tierra de Prefectura y por una cuestión de leyes están protegidos. Gonzalo, el compañero de Albano, estaba realizando una sesión de masajes justo en el momento que llegó la Policía Federal. Y de inmediato dejó a su cliente.

Es que el par de mendocinos salió corriendo a desmontar otro negocio alternativo: la venta de cerveza en lata helada. Es decir, que más allá de los masajes, a pocos metros de la camilla, otro vendedor argentino contratado para la ocasión, vendía latas de cervezas frías a 8 reales. Tras reírse varios minutos, Albano, comentó: “Es un gran negocio el de la cerveza, en el supermercado la venden en pack de 12 latas y te quedan en 4 reales cada una. Uno acá, le saca 8 reales. A veces, 10 reales y a los hermanos argentinos se la vendemos a veces a 6 reales. Tenemos que volver a Mendoza” (suenan nuevamente las risas).

Tras el paso de la Policía, la avenida principal de Copacabana volvió a su normalidad. Los vendedores ambulantes dejaron sus puestos y solamente quedaron los puestos debidamente habilitados.

Una marea de gente se dirigía a la Fans Fest de Río y entre miles de cabecitas, apareció de nuevo Albano con su camisetita de Argentina. Pregunta: “¿es verdad que esto saldrá en el Diario Los Andes?, me estás gastando”. Saludo rápido y entró corriendo al evento FIFA. “Me voy al baño”, no doy más, fueron sus últimas palabras. El ingenio popular no se agota jamás.

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