Somos la tercera generación de panaderos. Para nosotros representa un legado familiar maravilloso, vinculado al trabajo generado desde el amor y en donde la panificación, en este caso de las tortitas, se traduce en algo tan nuestro e inmortal que nos enorgullece. Nosotros contamos con cinco variedades de tortitas: raspadas, pinchadas, de hoja, chicharrón y manteca. Sin embargo, a los mendocinos y a los extranjeros los tientan sobre todo las raspaditas, pinchadas y de hoja.
Conocemos gente de Estados Unidos que las pide siempre para llevárselas en cantidad, así como también tenemos un cliente muy especial, de una petrolera de Brasil, que se lleva como cinco docenas, para freezar y no privarse de ese sabor que seduce tanto a locales como a foráneos. Una magia única que con buena materia prima y con la mano de familia como legado, logra algo exclusivo: la querencia no sólo a un sabor, sino a la tierra donde uno vive.