Por orden de la jueza Servini de Cubría, se secuestraron más de 2 millones de dólares a la fundación “El Futbolista” ligada a Futbolistas Argentinos Agremiados. Rápidamente, Sergio Marchi, titular de FAA quiso despegarse con un “no hay nada que ocultar, todo el dinero está declarado”.
Sin embargo, ayer se descubrió que la desconocida Fundación cuenta con otros 57 millones de pesos: tiene depositados casi 40 millones de pesos en el Banco Río, mientras que hay otros tres plazos fijos en el Banco Ciudad, de 9,5 millones, 2,8 millones y 4,6 millones de pesos. Además, habría pruebas concretas de que “El Futbolista” cuenta con otros 6,8 millones de pesos en bonos en el exterior.
Si se toma en cuenta que el Estado lleva girados al Fútbol Para Todos unos 8 mil millones de pesos, la polémica Fundación de Marchi habría recibido unos $ 160 millones.
Números insólitos
El objetivo de la ONG es, según su carta orgánica, “promover, difundir y propiciar el desarrollo de la sana práctica del fútbol en la Argentina”. El 31 de agosto de 2009, once días después de que la AFA rubricara su contrato para el dinero del Fútbol para Todos con la Jefatura de Gabinete, la ONG firmó su propio convenio con la Asociación de Fútbol Argentino tras reclamar a Julio Grondona. Consiguieron un 2% del bruto del dinero del fútbol público, unos potenciales 120 millones de pesos sobre los 6 mil millones depositados a lo largo de cinco años.
El análisis de los estados contables desde 2010 a 2015 descubrió un ingreso a la Fundación de $ 145 millones: 90 millones por su convenio con AFA -en vez de 120 millones, un dato no menor- más otros 14 millones por cesión de imágenes de futbolistas.
El resto se divide en más de $ 14 millones ganados por intereses, $ 12 millones en diferencias de cambio y otros $ 3 millones en diferencias de cotización. En gastos, en el mismo período, sólo tuvo $ 46 millones, lo que le dejó a favor $ 89 millones.
Sin embargo, al desmenuzar en qué puso el dinero una ONG supuestamente dedicada al bienestar de jugadores, se observa que, en 5 años, el mayor gasto fue sueldos y cargas sociales, casi $ 12 millones, un 26% de sus gastos globales. En cursos de capacitación, poco más de $ 5 millones, un 12%.
En asistencia médica a afiliados, apenas $ 1,7 millón, tan sólo un 4% de sus gastos generales. Ahorrar, por lo visto, parecía la norma. En 2009, la Fundación tenía un activo total de $ 7,4 millones; para 2015 había escalado a $ 93,1 millones, con un pasivo de apenas $ 272 mil pesos.
Los dólares en las cajas de seguridad no tenían su anexo detallado entre los estados contables de la Fundación con sus respectivas tasas de cambio y orígenes de compra pese a las restricciones cambiarias, según descubrió la contadora López.