Las mujeres bolivianas nunca han estado más presentes en política y en las elecciones del domingo se aplicó por primera vez el principio de equidad y de alternancia. Sin embargo, la violencia de género no cesa, y el número de víctimas es alarmante. Desde el 5 de enero, 93 mujeres han sido asesinadas en Bolivia por sus parejas o ex parejas, según cifras del Centro de Información y de Desarrollo de las Mujeres (Cidem), una ONG que agrupa a mujeres de todas las regiones del país.
En los últimos años, Bolivia se convirtió en el país latinoamericano en el que se concentra la mayor violencia física contra las mujeres, y el segundo, después de Haití, en materia de violencia sexual, según informes de la Organización Panamericana de la Salud.
De acuerdo al representante local del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Denis Racicot, la situación creada por la violencia de género es “muy fuerte y preocupante”. “Si estas muertes se hubieran debido al dengue o a otra epidemia o enfermedad, el Estado hubiera decretado un alerta epidemiológico a nivel nacional”, deplora Gloria Tapia, portavoz del Cidem.
En las últimas semanas, centenares de activistas de los derechos humanos manifestaron en La Paz para reclamar la renuncia de todos los candidatos que hayan efectuado declaraciones machistas. Bajo el eslogan “Machista, sal de la lista”, organizaciones bolivianas colocaron el tema de la violencia de género en el centro de la campaña electoral.
La movilización de estas organizaciones feministas en las calles, las redes sociales o la prensa tuvo como resultado el retiro de dos aspirantes al Congreso. Un candidato del MAS, el partido de Evo Morales, que aspiraba a ser electo senador en la región de Cochabamba, Adolfo Mendoza, fue obligado a retirarse tras haber sido acusado por su mujer de violencia conyugal.
Jaime Navarro, candidato a diputado cercano al opositor Samuel Doria Medina, el principal rival de Morales para la presidencia, también se retiró de escena por denuncias de su esposa por maltrato.
El escándalo llegó a afectar a Doria Medina, quien en una grabación de una conversación telefónica difundida públicamente aparece aconsejando a la esposa de su allegado a que se calle y tratándola de “imbécil”.