Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
En su último año de gestión, el gobierno de Cristina Fernández enfrenta una situación financiera compleja, sumada a la presión en el mercado cambiario. Este último caso lo viene solucionando mediante el mecanismo de secar la plaza de pesos de manera que no haya poder de demanda sobre el dólar paralelo.
Pero el sostenimiento del sistema de subsidios a los precios de los servicios públicos le requiere mayor nivel de gasto, que debe ser cubierto con emisión monetaria. Es de tal magnitud la emisión que en los dos primeros meses de 2015 el Tesoro ya recibió del Banco Central una suma similar a la que recibió en todo 2012.
A pesar de la flexibilidad que le dio el Congreso, el año pasado tuvieron que emitir deuda en el mercado interno porque habían completado el nuevo cupo de emisión y les faltaban recursos para terminar el año, por lo que en 2015 aguzan el ingenio para que los contribuyentes deban pagar más impuestos.
El sistema elegido es el de dejar congelados los mínimos de las bases imponibles en Ganancias para los trabajadores en relación de dependencia. Este rubro se ha transformado en el de mayor crecimiento y el más seguro de recaudar, ya que es retenido por las empresas en los bonos de sueldos y depositado mensualmente a la AFIP.
Tampoco se han actualizado las escalas que rigen para salarios superiores al mínimo, por lo que este año, calculando aumentos salariales promedio del 30%, muchos trabajadores más se incorporarán a la lista de contribuyentes y los que ya pagan verán crecer sus obligaciones en proporción geométrica.
A esto hay que sumarle el impuesto a los Bienes Personales (conocido originalmente como impuesto a la riqueza). La AFIP difundió esta semana unos extensos formularios donde establece la actualización de los valores de los bienes sujetos al impuesto, incluyendo los criterios para valorizar acciones y cuotas parte de fondos de inversión así como las tenencias de moneda extranjera.
Respecto de los inmuebles, se remite a las valuaciones de los catastros provinciales, los cuales han ido actualizando los precios de los mismos. El secreto, es que mantiene la base no imponible en $ 305.000, la misma que rige desde hace siete años.
De esta manera cualquier contribuyente que tenga una casa de barrio y un auto deberá pagar el impuesto a los Bienes Personales (ya no se le puede llamar riqueza). En este caso, al pagar este impuesto y luego hacerlo con los impuestos patrimoniales en las provincias estamos ante un caso típico de doble imposición, lo que es ilegal.
Cuando se creó este impuesto, en la época de la convertibilidad, el mínimo era de 100.000 pesos, que equivalía a 100.000 dólares. Si se hubiera actualizado sobre el valor del dólar oficial, dicha base debería estar en 870.000 pesos, pero si se hubiera ajustado por inflación, sería superior.
Por su parte, las empresas siguen pagando impuesto sobre ganancias nominales que no pueden ser ajustadas por inflación, por lo que están pagando sobre ganancias ficticias.
No se puede negar que uno de los grandes logros de la década ganada es haber aumentado, aunque sea artificialmente, el número de personas ricas en la Argentina.