Real Madrid protagonizó otra noche histórica en la Champions League. El golazo de Bayern Munich lo dejó al borde del KO, pero reaccionó a tiempo y lo dio vuelta 2-1 para clasificarse a la final. Fue un triunfo con aires de épica, aunque el equipo bávaro estuvo muy cerca de empatarlo sobre el cierre, momento en el que se dio la gran polémica de las semifinales.
Pasados los doce minutos de adición, Joshua Kimmich envió un centro al área, Ferlan Mendy despejó a medias y Thomas Muller se la bajó de cabeza a Matthijs de Ligt para que definiera cruzado a la red. Apenas se movió la red blanca, el defensor neerlandés salió disparado a festejar el 2-2 agónico, pero se topó con el árbitro Simon Marciniak, quien anuló la conquista por posición adelantada.
El silbato principal, el mismo que dirigió la final del Mundial entre la Selección Argentina y Francia, se aferró a la decisión del juez de línea. Si bien todo el banco alemán explotó de la bronca y reclamó que no había sido offside, no hubo manera de dar marcha atrás la decisión con el VAR porque el asistente no esperó a la finalización de la jugada para levantar la bandera.
Si hubiera esperado a dar su fallo una vez que la pelota cruzó la línea de meta de Andriy Lunin, el VAR podría haber intervenido para evaluar si la posición era o no lícita. Sin embargo, como el juego se detuvo antes del gol, cualquier protesta de Bayern Munich terminó siendo en vano.
La transmisión oficial, de hecho, mostró el momento justo en el que Kimmich metió el pelotazo al área y las capturas dejaron más dudas que certezas… Aquel tanto agónico podría haber forzado el alargue y cambiado totalmente la historia. Pero finalmente terminó celebrando el Madrid, otra vez.