Sin dudas, el gol que Gonzalo Montiel le anotó a Hugo Lloris es uno de los más gritados en la historia del fútbol argentino. Ese penal, ese derechazo preciso desde los 12 pasos en la mejor final posible, nos dio la tercera estrella y una felicidad que durará toda la vida.
El reloj marcaba las 14.53. Habían pasado casi tres horas interminables desde el inicio del partido en el Lusail de Qatar. Tras un encuentro cambiante, muy movido y lleno de goles, los corazones de los argentinos no soportaban un segundo más de angustia e incertidumbre. Tenía que ser. Era la hora precisa. Y fue nomás. Disparo cruzado y red inflada para que se desate la alocada celebración en todos los rincones del país.
Gonzalo Ariel Montiel llegó al mundo el primer día de 1997. La localidad de Virrey del Pino, Buenos Aires, recibiría a quien 25 años después patearía el penal más importante en la historia del fútbol argentino. Parte de una familia muy humilde y dueño de un perfil extremadamente bajo, inició su camino en las inferiores de River Plate, club en el que debutaría en Primera y con el que ganaría hasta la mismísima Copa Libertadores de América.
Su gran rendimiento en el fútbol argentino lo catapultó hacia Europa. El Sevilla compró su talento. Con pasado de defensor central y convertido en lateral por derecha, Montiel convenció a Lionel Scaloni, el DT de la Selección Argentina que decidió llevarlo al Mundial para que pelee el puesto con el bueno de Nahuel Molina. Y “Cachete” aprovechó, así como lo hizo en la Copa América 2021 que terminó ganando con la albiceleste.
La final de todos los tiempos ante Francia, que como todos sabemos terminó 3-3 tras 120 minutos electrizantes e inolvidables, lo encontraría en cancha a Montiel. Él sabía que llegaba a esa tanda de penales con una estadística clave, absolutamente importante: se había sentido “culpable” del tercer gol francés por ese codo extendido, pero el dato en contrapunto es que jamás había fallado un penal, ni en River ni en ningún lado. Los había metido todos. Entonces pidió el cuarto tiro, como contra Países Bajos.
El tema es que, cuando nadie lo esperaba, le apareció a Gonzalo Montiel un competidor en cancha. Hablamos del goleador Lautaro Martínez, quien confesó en diferentes entrevistas que le había pedido la pelota al defensor, aunque sin éxito (gracias a Dios).
¿Qué hubiese pasado si el penal más importante del fútbol argentino lo pateaba Martínez y no Montiel? Tal vez entraba al ángulo, tal vez no. Cómo saber...
“Cuando Scaloni dio el orden de los pateadores, Montiel estaba llorando (NdR: ese llanto fue de bronca y tristeza por haber generado el penal que le dio a Francia el 3-3 en tiempo suplementario). Yo quedé quinto como contra Países Bajos y Cachete, cuarto. Scaloni le preguntaba a Montiel si estaba bien mientras íbamos caminando”, aseguró Lautaro Martínez.
Y agregó: “Cuando Dibu ya había atajado uno, le pedí el cuarto penal a Montiel. Me dijo que no con la cabeza y arrancó a caminar. Yo quería patearlo. O que erre y llegue el quinto penal (risas). Yo estaba decidido: iba a patear fuerte, arriba a la izquierda del arquero, bien abierto porque Lloris no se tira alto. Imaginé que me había visto con Países Bajos, entonces no me iba a frenar”.
Pasado en limpio, Montiel, quien llegó al punto penal con las tres estrellas tatuadas en el cuello, tuvo que defender su lugar para entrar en la historia. De nuevo: quizás Martínez también la metía, pero... ¿y si no?
Quiso el destino que seamos campeones del mundo a la hora indicada y con el apellido que tenía que ser: 14.53, Montiel. Gracias a la intuición de alguien que hasta que se escribió esta nota no había fallado jamás un penal. La caminata decidida con la concentración justa. La decisión correcta, entre lágrimas. El gol de penal que no olvidaremos nunca hasta el final de nuestros días.