El grupo de amigos se reúne en el bar. Cervezas sobre la mesa, algo para comer y la temática obligada de conversación: ¿Qué pasa con la Selección Argentina que no convence, aunque nos ilusiona desde los resultados? ¿Debemos exigirle juego colectivo o solo triunfos? ¿Es más importante el qué o el cómo?
La respuesta parece simple, pero compleja al mismo tiempo. Es una cuestión de paladar. El funcionamiento general lejos está de ser el óptimo, pero las estadísticas de este “nuevo” seleccionado le dan la derecha al entrenador de cara a un sueño copero que va tomando forma.
Argentina sabe golpear desde el inicio y eso está muy bueno; habla bien del equipo la actitud vertical e intensa que propone en los primeros tiempos. El tema es el después. El cansancio físico o la falta de planificación -tal vez todo eso junto- se traducen permanentemente en momentos de angustia y sufrimiento por las embestidas rivales con nuestras líneas demasiado retrasadas.
Ahora bien, de resultados viven los DT y también los jugadores. Entonces analicemos lo que ha conseguido Lionel Scaloni desde que se calzó el buzo. Quizás, desde los números pueda entenderse el porqué de muchas decisiones.
Las estadísticas de un joven DT que apostó por la renovación
Se iba Jorge Sampaoli tras el fracaso en la Copa del Mundo Rusia 2018 y en el cargo quedaba Scaloni, generando una catarata de críticas en el ambiente del fútbol por su evidente inexperiencia en la conducción de planteles. Lo cierto es que el ex Newell’s está a punto de cumplir tres años al frente de la Selección y los números lo acompañan.
Hasta la fecha, dirigió 30 encuentros el rosarino, que está “blindado” por glorias del fútbol argentino como Roberto Ayala, Pablo Aimar y Walter Samuel. Entre amistosos, encuentros de Copa América y Eliminatorias, Scaloni consiguió 17 victorias, nueve empates y cuatro caídas, lo que le da una efectividad cercana al 70%. Asombroso.
En cuanto a goles, Argentina marcó 52 y recibió 22. Nada mal el saldo a favor de 30 tantos.
Otro punto a destacar es que el elenco comandado por Leo Messi no pierde hace 16 partidos. La última vez que registró una derrota fue ante Brasil, en semifinales de la Copa América 2019, por 2-0. Desde ese entonces, el combinado nacional consiguió nueve victorias y siete empates con un seleccionado joven, renovado, que solo cuenta con la presencia de “históricos” como el propio Messi, Di María, Agüero y Otamendi.
¿Ganar jugando bien o hacerlo sin que importe el camino?
Ahí está el tema. Esa es la “grieta” que divide opiniones en el fútbol argentino desde los tiempos de Menotti y Bilardo. Nadie puede dudar de que una seguidilla de 16 partidos invicto no es producto de la casualidad, aunque la floja imagen expuesta en los segundos tiempos frente a Chile, Uruguay y Paraguay dejan gusto a poco.
Ojalá el aspecto resultadista siga acompañando a la Selección y que la sequía de 28 años sin títulos internacionales se corte de una buena vez. Aunque cierto es que a la suerte hay que acompañarla con acción, sobre todo miramos de reojo al candidato que viene firme por el otro lado, el temible y ordenado Brasil.
