No hay mal que dure cien años ni equipo que lo resista, podría rezar el refrán para el Tomba de finales de la década del ochenta. Es que después de 21 años sin títulos anuales (si bien ganó el Apertura ’87 no contó como estrella), el viernes 17 de noviembre de 1989 Godoy Cruz escribía otra de las páginas doradas de su libro de historia.
Para ser campeón anual de la Liga Mendocina de Fútbol por séptima vez desde su fundación, el Expreso debió jugar un desempate ante Independiente Rivadavia para definir al campeón, ya que habían igualado en la primera ubicación de la tabla con 32 puntos. La recordada final se disputó en el estadio Malvinas Argentinas y al cabo de los 90 minutos y los dos tiempos suplementarios terminó igualada en un tanto por bando.
Cristian Vargas, con una precisa “palomita” tras un centro de Oscar Pereyra, abrió la cuenta para el equipo dirigido por Alberto Garro, un prócer de la mitología bodeguera. Mientras que el delantero leproso Daniel Carrique empardó el resultado.
En la definición con tiros desde el punto del penal, el arquero de Godoy Cruz Sandro de Luca fue el gran protagonista al atajar dos remates. Mientras el “Chino” Vargas, Matricardi, “Paty” Herrera y el “Fantasma” Pereyra no fallaron en su ejecuciones, el “Tano” fue el héroe absoluto de la consagración al contener los disparos de Luis Ramis y Carlos Beigbeder.
El propio De Luca explicó en primera persona cómo llegó a convertirse en el superhéroe de la consagración tras pasarla mal durante los días previos. “Yo no quería jugar, venía anímicamente muy mal después del partido contra Luján en la última fecha (NdR: el Tomba perdió 2-1 y la Lepra también cayó 1-0 ante Argentino) porque me habían hecho el gol más tonto de mi carrera. Pero Alberto (Garro) se decidió por mí y tanto a él como a mis compañeros no los podía defraudar. Era una final, pero en la serie de penales me rehabilité. Cuando Ramis se puso frente a la pelota intuí que lo patearía al medio. Me jugué y se lo saqué. Después le tocó a Beigbeder y estaba seguro de que lo tiraría a mi izquierda. Me jugué a ese palo y por suerte lo atajé”, cuenta el “1”.
Sin embargo, lo que marcó al Tano en aquella consagración fue una anécdota que vivió durante los festejos. “El Malvinas estaba que explotaba de gente y cuando los hinchas de Godoy Cruz se metieron a la cancha para dar la vuelta olímpica, entre tantos abrazos apareció una persona y me da un billete de 100 dólares. ‘¿Y esto?’, le pregunté. Y me respondió: ‘lo que pasa es que durante la definición prometí que si salíamos campeones te iba a dar 100 dólares. Y estoy cumpliendo la promesa”, agrega De Luca.
En tiempos de vacas flacas, donde el plantel llegó a acumular hasta 7 meses sin cobrar, ese “regalo” resultó un merecido premio para De Luca y compañía. Tras un 1989 magnífico, el Tomba volvía a codearse con la gloria.
También ganó el Apertura. Ese Godoy Cruz también se adjudicó el primer certamen del año y clasificó al Torneo del Interior 1989/90. Fueron 12 fechas entre marzo y junio del ’89: ganó 7, empató 4 y perdió uno.
El plantel campeón. Un grupo que entró en la mitología tombina. Arqueros: Sandro De Lucca, Sergio Lolich y Daniel Sarandón (arqueros). Defensores: Manuel Villalobos, Antonio Ciriaco Zapata, Osvaldo Almeida, Rubén Maldonado, Rafael Iglesias y Carlos Moya (fue transferido después del Apertura). Mediocampistas: Rubén Almeida (fue transferido a Boca después del Apertura), Luis López, Mario Yañez, Cristian Vargas, Diego Ferro, Diego Quiroga. Delanteros: Oscar Pereyra, Alberto Cepeda, Robindo Payero, Nicolás Matricardi, Fabián Herrera y Alejandro Abaurre. DT: Alberto Isaías Garro. Ayudante de campo: Héctor Alfredo Suárez. Preparador Físico: Daniel Olguín. Médico: Dr. Tarqui. Masajista: “Pocho” Aciar. Utilero: “Lito” Oyarce.