Rodolfo Encina es mendocino, tiene 55 años y empezó a trabajar en 1996 en Miami como descubridor y formador de talentos en el fútbol. Desde hace 28 años se encuentra en la Florida, donde tiene una escuela de fútbol (International Talent Soccer School), junto a su hijo Cristián, para niños y adolescentes desde los 4 hasta los 17 años.
En la página web de la escuela (itsstalent.com), se plantea que su foco principal es la formación, preparación y perfeccionamiento del jugador juvenil. Luego de acordar el traspaso del jugador con el club, Rodolfo continúa la relación con el juvenil como representante. “Si es que no te lo chorean antes”, aclara Encina.
Rodolfo estuvo de visita en Mendoza para traer a uno de sus jugadores a probarse en Godoy Cruz y dialogó con Los Andes. Julián, su jugador, quedó entre 60 arqueros que se presentaron en el Tomba. También “El Loco” estuvo ligado a la bodega como jugador: fue arquero y debutó con 17 años. Luego pasó por Chacras, Luján Sport Club y terminó su carrera en Canadá.
En su estadía en la Florida, conoció a Hugo “El Turco” Maradona (hermano más chico del 10), con quien hizo una gran relación de amistad, a tal punto de ser de los pocos que estuvieron en la casa del “Turco” horas después de que falleciera el año pasado. Además, se inició como ayudante de campo en Boca de Bermejo junto a Víctor Legrotaglie, con quien también forjó una relación de amistad y familiar.
-¿Cómo empezaste con la escuela de fútbol y de qué se trata?
La fundé hace 9 años, y su objetivo es la formación plena del jugador desde los 4 hasta los 17 años. Miami es una zona donde el fútbol es muy precario, entonces la idea es formar jugadores y traerlos para potenciarlos acá en Mendoza.
-Trajiste a un jugador a probarse a Godoy Cruz, ¿por qué Mendoza y por qué el Tomba?
Porque tengo las puertas abiertas en Godoy Cruz, por intermedio del Gato Oldrá y del ruso Marcucci. Previo a empezar con la escuela, comencé a traer jugadores a Godoy Cruz a través de los años, unos quedaron y otros no. Por otro lado, me une también haber jugado en Godoy Cruz, pero eso fue hace mucho tiempo.
-Y en esta visita, ¿cómo lo encontraste al club?
Es una cosa espectacular, es incomparable con muchos clubes argentinos, algo increíble. Yo he visto pibes en el predio llorando que les daban el pase a otros clubes, no se quieren ir.
-En cuanto a tu relación laboral con el juvenil, ¿en qué se diferencia lo tuyo de un representante?
Es lo mismo, lo que pasa es que yo lo formo y lo represento al chico. El representante ve a un pibe y dice ‘este me gusta’, pero en este caso, el trabajo es en conjunto. Yo selecciono al pibe, lo potencio y lo voy preparando desde chiquito.
Muchas veces no se da porque los padres, como en todos los lugares de la tierra, tienen la cabeza cambiada... (se fastidia). En vez de darle lugar al idóneo, al preparador, empiecen a creer que ‘yo lo voy a llevar allá, lo voy a llevar acá’.
-Pero si el chico logra quedar, ¿vos sos el representante?
Si, pero es importante firmar antes, porque si no te lo chorean. Generalmente, sigo unido hasta dos años, aunque depende de la edad. Si son menores, hasta los 18, y si son mayores, depende del potencial que tiene el jugador.
-Hablaste de tu paso por Godoy Cruz como jugador, ¿cómo fue tu carrera como arquero?
Yo debuté joven a los 17 en el Tomba. Después jugué en Luján, en Chacras, volví a Godoy Cruz y me rompí los ligamentos. De ahí me fui a vivir a Toronto, que jugué 2 años más y me terminé retirando a los 24, una carrera corta. Después empecé a desempeñarme como técnico.
-En cuanto a tu estilo como arquero, ¿a quién eras parecido?
Era como el loco Gatti. Por eso me encanta el Dibu Martínez, porque habla, los vuelve loco a todos. Era ese estilo, lo que pasa que era más loco, la paraba de pecho, salía mareando. Ahora dicen que los arqueros deben jugar con los pies, lo mío era natural. Loco, loquísimo (se ríe).
-Después de romperte los ligamentos, ¿por qué decidiste irte a Canadá?
Fue una época mala del país, una de las tantas. Un día, un amigo me comenta de la posibilidad, yo ni sabía lo que era Canadá, Toronto. Me fui como un loco, solo. En el avión, me hago amigo de un chileno, que tenía un equipo allá en la liga de Toronto. Él me lleva a un hotel y me dice ‘mañana a la mañana, te paso a buscar, pero con la condición que tenes que jugar en Chile 79′.
Empecé a jugar ahí, y luego me encontré con el Toronto Argentina Club. Y ahí comencé a tener contactos de a poco: me quede 5 años, termine de jugar allá y empecé a dirigir.
-Pero en ese momento decidiste regresar al país…
Si, volví de Canadá y me encuentro con Víctor Legrotaglie, a quien conocía de Chacras, que estaba dirigiendo Gutiérrez. Empecé a trabajar con él como asistente, un maestro. Tuvimos una amistad de muchos años, inclusive familiar. Después agarramos Boca de Bermejo, pero en el 96′ me fui a Miami, yo ya había hecho todos los contactos para irme a la Florida.
-Y hoy, ¿seguís teniendo relación con Víctor?
Ayer tenía que haberlo ido a ver, hace 4 años que no lo veo. Karina, la hija, tenía un partido de la nieta de Víctor, que juega en el lobo, con la número 8, por eso no pudimos coordinar para ir a verlo.
Su experiencia viviendo más de 25 años fuera del país
-¿Te gusta vivir en Miami?
Si, sobre todo en Hollywood, donde vivo. Yo cumplí el sueño americano, que no es hacerse millonario, sino que es un sueño de con qué objetivo vas a Estados Unidos, porque si vos no tenes un sueño, vas a vivir como uno más. Yo fui a ponerme una escuela de talentos y lo conseguí, a pesar de que me costó todo.
-¿Volverías a vivir en el país?
Nunca hay que decir de esta agua no voy a beber. A mí siempre me gustaron las cosas difíciles. Aquello es difícil, esto es fácil, a pesar de todo.
-¿Y aquello sigue siendo difícil?
La escuela ya camina, pero siempre se te van y vienen jugadores. El desafío es cada día, semana, mes. Estar en las finales, como lo solemos hacer, de la liga FIZA, en la que competimos, que sería como la liga mendocina de Miami.
-Con los ingresos que te deja la escuela, ¿te alcanza para vivir bien?
Si, hoy por hoy vivo de la escuela. Los chicos te pagan por ir mensual. El costo es elevadísimo, solamente pueden jugar los que tienen plata. La temporada les sale 4mil dólares, sin contar los torneos, que son aparte. Pero inclusive gastan más, porque si se van a un torneo de Dallas, tienen que pagar pasajes en avión, el hotel. ¿Y sabes cuántos van y no juegan ni 10 minutos?
-¿Se apuesta por el niño para la “salvar a la familia”, como acá?
Allá no es ese el motivo, lo hacen por el pibe, porque el pibe quiere ser profesional. Pero hay una fecha de caducidad: 19 años. Si el pibe no ha cambiado mentalmente y físicamente a esa edad, olvídate.
-¿Es muy distinto el fútbol de Estados Unidos con el de Argentina?
El futbol allá es más amateur que profesional. Si, es diferente. La experiencia que yo saqué de los jugadores que traje de EEUU a acá es que el problema es el roce: social y físico. Es muy diferente la mentalidad del muchacho que se cría y se forma allá. Debido a esa experiencia, en la escuela mía, hago los trabajos como si estuviera acá.
La mentalidad tiene que ser distinta, diferente: tener el roce del campito. Estados Unidos es primer mundo económico y Argentina, tercero. Pero en fútbol: EEUU es tercer mundo futbolístico y Argentina, primero.
Su vínculo de amistad con Hugo “El Turco” Maradona
-Tuviste relación con el hermano de Maradona, ¿cómo lo conociste?
Una amistad de muchos años con el turco, que en paz descanse. En el 2003, yo dirigía al Club Argentina, un mezclado de viejos y pibes, en donde se hacía un asado todos los jueves. El turco estaba viviendo en Miami y empezó a ir a los asados con su esposa e hijos. Ahí fue cuando empezó nuestra amistad.
Luego yo empecé a dirigir Argentinian Soccer Club, entonces lo invité al turco. Al principio no quería, pero después agarro, que ahí él debe haber tenido cerca de 40 años. Teníamos un equipo que le rompíamos la cabeza a todo el mundo. Eran torneos locales, como decir la Liga de Tunuyán, la de Rivadavia. No era profesional.
-¿Jugaba bien?
Si, impresionante. Un jugador distinto. Yo era el entrenador de ese equipo. Estuvimos 3 años y salimos campeones los 3 años, hasta que yo agarre otro equipo. Después el turco se divorcia de la mama de Thiago, Nicole y Melina, se va para Italia y allí, divorciado, vino 2 o 3 veces. Cada vez que iba, se hospedaba en el hotel que trabaja mi señora Angie, yo le daba el auto y era todas las noches comer en casa. Tuve relación hasta que falleció.
-En 2020, cuando falleció Maradona, ¿pudiste hablar con el turco?
Si, fui uno de los primeros que se enteró. Estábamos destrozados. Y yo creo que eso lo afectó mucho, Diego eran sus ojos, para el turco el Diego era todo. Además de que tenía un problema pulmonar, fumaba bastante.
-Ser amigo del turco, ¿te dio la posibilidad de conocerlo a Diego?
No nunca tuve esa dicha, siempre tuve la idea de por lo menos estar en un asado con él, pero nunca se dio. A pesar de todo, cuando muere el turco, su ex esposa me contó que el turco le decía todo el tiempo a Diego que tenía dos amigos: Rodolfo y María Rosa, que siempre le habló a Diego de todo lo que hice con él y lo que nos divertíamos. Es muy loco, el Diego se muere sabiendo que su hermano, el menor, tenía un amigo, muy amigo y ese era yo.
-Un año después de la muerte de Diego, fallece el turco. ¿Cómo lo viviste?
Todavía hoy no puedo creer que esté muerto. Con la pandemia, pasaron como 3 años sin vernos. Siempre me llamaba para navidad o para año nuevo. Fue un golpe durísimo, de decir ‘pero cómo puede ser’. Hasta el día de hoy yo me junto con los hijos, con la ex mujer. Inclusive estuve el día que falleció el turco en la casa de Delia con los chicos, justo habían ido Dalma y Gianinna para saludar a los primos y ahí conocí personalmente a las hijas del 10.
Julián, el arquero promesa que trajo a Godoy Cruz
Julián Rodríguez tiene 17 años, mide 1,91 y viajo solo junto a Rodolfo desde Miami para tener una oportunidad en Godoy Cruz. Entre 60 arqueros que se probaron, él quedó. Sus padres son argentinos, su mamá se fue a vivir a Nueva York con 11 años. El joven arquero le contó a Los Andes que notó muy distinto el fútbol acá en la provincia, en comparación a las competencias de Miami.
“Son 10 veces mejores que los de allá (por Miami). Nunca competí con jugadores tan buenos”, expresó. Además, reconoció que en Miami no hay predios como el de Godoy Cruz. Por otro lado, se mostró muy agradecido por cómo lo trataron al llegar. “Allá nadie te dice nada, aquí buenos días. Son mucho más abiertos, amigables”, dijo en su español aprendido.