En una tarde en Doha en donde a la Selección Argentina no le salió nada, los saudíes coparon las tribunas. Al marcar Arabia el primer gol, el Lusail se convirtió en una verdadera caldera. En sus caras se percibió que fue la victoria de sus vidas.
El Lusail es un estadio majestuoso e imponente de seis pisos. En la previa se vivió un clima de gran entusiasmo y confianza en la hinchada argentina que fue llegando de a poco a esta ciudad ficticia, nueva de Qatar.
Hasta los propios saudíes, si les consultabas, aseguraban que Argentina triunfaría 5 a 0. Solo un par de hinchas bromearon con que el resultado sería al revés.
El estadio estaba dividido un tercio argentinos, un tercio de Arabia Saudita y otro, locales, es decir, qataríes. Con el gol argentino, todos pensaron que empezó a pasar lo que imaginábamos. Inclusive, los goles anulados a Lautaro Martínez y Messi se gritaron con mucho menos énfasis que el primero.
Pero con la garra de los jugadores árabes, que se tiraban a los pies de los futbolistas de la Selección Argentina y lo jugaron como una final, se empezó a contagiar eso en las hinchadas.
Cada vez más los saudíes se hacían sentir. Y todo explotó con el primer gol, que empezó a parecer que jugábamos en Riad. Para colmo, con el segundo gol y el paso de los minutos, los qataríes se sumaron a la euforia árabe y el estadio se convirtió en una verdadera caldera.
Los suplentes, el técnico y todo el público saudí sufrió con cada segundo que se jugó de adicionado. No paraban de pedir la hora y con el pitido final, llegó la locura por parte de los árabes, que parecían no creerlo. A pesar de que nos duele muchísimo, para los neutrales, se vivió lo que será uno de los partidos más emocionantes del Mundial, por la sorpresa.
En estos dos días de Copa, en las calles se percibe que Argentina es de las selecciones más queridas. Ciudadanos de gran cantidad de países, inclusive México, rival del grupo, expresaron que deseaban que Messi pueda ganar la copa esta vez. Que por fin se le dé.
Cualquier trabajador del estado qatarí que ve una camiseta argentina sonríe y alienta por Messi. Y lo nombra. Hasta ese amor nos dieron vueltas los saudíes este martes en el Lusail.
En los últimos 15 minutos, los locales se les sumaron a los saudíes y lo que era un tercio de la cancha hinchando por Arabia, se convirtió en la mayoría del estadio.
Ante un equipo que no dio respuestas, costó doblegar esa euforia saudí.
Al terminar el partido, en las afueras del estadio, los saudíes celebraron como nunca antes y no se les borraba la sonrisa de la cara. Algunos se animaron a cargar a los hinchas argentinos y se reían de nuestra derrota, rozando el límite del folclore. Como si no entendieran lo que duele para un argentino perder este partido. Ojalá esto se de vuelta y que el que ría último, ría mejor.