Explota el corazón. El alma se llena de lágrimas. La voz se quiebra. El abrazo en la tribuna es eterno. La garganta roja pide calma. ¡Qué difícil entender este momento! No existe consuelo alguno. Gimnasia y Esgrima tuvo una cita histórica con su propio pasado. El Lobo del Parque, embajador del fútbol mendocino durante décadas, recuperó su lugar en el fútbol argentino. Sin discusión.
Lamentablemente, no alcanzó. Sin embargo, el Mensana merece estar en la Liga Profesional. Su fútbol, su bandera, su paladar, su historia, así lo exige. Pero,este deporte es muy ingrato. Posee estos momentos durísimos. Incomprensibles. Se festeja mucho más cuando un equipo salva la categoría, que cuando un club acaricia la gloria máxima. Imposible de analizar.
El plantel de Ezequiel Medran realizó una campaña formidable. Magistral. Otra descripción no cabe. El plus: la maduración de los directivos del Lobo. Un proceso que arrancó allá por mayo del 2011 cuando asumió Fernando Porreta. El Lobo del Parque avanzó siempre a pasos agigantados. Federal B, Federal A, Primera Nacional, descenso, dos temporadas remando, laburando y construyendo y otra vez arriba. Semifinales del Reducido hace dos años, hoy una final.
El desafío es mantenerse y competir. El Lobo, fiel a su historia, lo hace con creces. Tiene raíces (de las mejores inferiores de la provincia y del Interior). El golpe es duro. Pero, los grandes siempre tienen revancha. Y el Lobo es GIGANTE por sus vitrinas y su gente. Lo demostró en Córdoba.