Si bien el título en Qatar fue el punto culminante de la carrera de Lionel Messi en el seleccionado, algunos todavía se ilusionan con verlo alzar el trofeo nuevamente en la próxima Copa del Mundo. Tenga o no continuidad hasta 2026, ese recorrido con la camiseta celeste y blanca comenzó hace 18 años, el 17 de agosto de 2005, en una jornada bastante ingrata para el rosarino y que tuvo dos coprotagonistas a los que hoy pocos recuerdan.
Aquel día, el seleccionado dirigido por José Pekerman derrotó 2 a 1 a Hungría (el mismo rival ante el que había debutado Diego Maradona en 1977) en el estadio Ferenc Puskás de Budapest. Messi, que tenía 18 años y 54 días, y que solo había jugado nueve partidos en el equipo principal de Barcelona, esperó su momento en el banco de suplentes hasta que el entrenador lo mandó a la cancha a los 18 minutos del segundo tiempo, justo después de que Gabriel Heinze convirtiera el segundo tanto, en reemplazo de Lisandro López.
Entonces todo pasó en un parpadeo. De espalda al arco rival, Leo recibió el balón, giró y encaró. En su camino hacia el área, forcejeó con Vilmos Vanczák. El zaguero local cayó. El árbitro alemán Markus Merk cobró tiro libre a favor de Argentina, amonestó a Vanczák por la infracción, pero también expulsó al rosarino por un golpe aplicado con el antebrazo derecho. Su estadía en el césped duró apenas 93 segundos, de los cuales solo 44 fueron de juego.
De esa manera, Messi se transformó en el jugador que más rápido había sido expulsado en la historia de la Selección. Hasta entonces, solo seis futbolistas habían visto la roja en su estreno con la camiseta albiceleste y el récord lo compartían Francisco Russo (en 1973) y Cristian González (en 1995), quienes habían estado tres minutos en el campo antes de ser enviados al vestuario por los árbitros Luis La Rosa y Ernesto Filippi, respectivamente.
“No le hice nada, no le pegué. Encaré, lo pasé, me agarró de la camiseta y saqué el brazo para seguir la jugada”, explicó Messi aquel día. “Su expulsión fue exagerada e injusta. Esto le pasó por querer jugar, por encarar. Yo lo felicité por esa intención”, lo justificó Pekerman. “(Merk) Se extralimitó. Le faltó pulso. Tenía que entender que estaba echando a un chico de 18 años que recién entraba y que estaba debutando en una selección. Debió ser más comprensivo”, evaluó Hernán Crespo. “Con esa decisión apresurada, arruinó el partido y destruyó la ilusión de un chico”, se quejó Juan Pablo Sorín.
