El deporte provincial tuvo, a lo largo de los años, muchas figuras destacadas. Historias de protagonistas que se escribieron en las páginas de oro y enorgullecieron a propios y extraños, quienes adoptaron como referentes a apellidos ilustres que se coronaron de gloria. Hoy, con la partida del Víctor al cielo, Los Andes recuerda grandes gestas marcadas por tres personajes que dejaron el nombre de Mendoza bien arriba. Ídolos que se hicieron desde abajo, que la esquivaron golpes, patadas y rivales con el mismo fervor con que encararon su destino. Apellidos que, pese a no ser los únicos, se erigieron como cúspides de sus respectivos deportes.
Diario Los Andes siempre estuvo al lado de los deportistas. Un reflejo de ello se da en aquellas tapas inolvidables, centradas en las figuras de Víctor Antonio Legrotaglie, Ernesto Antonio Contreras o Nicolino Felipe Locche. Estilistas. Adelantados a su época, maestros de una tradición que continuará forjando grandes campeones y que seguramente aún tiene mucha gloria por escribir.
Nicolino Locche, el hombre espectáculo del boxeo mundial
Mendoza es una fuente inagotable de referentes boxísticos: “Pascualito” Pérez, Hugo Pastor Corro, Pablo Chacón y Juan Carlos Reveco, entre tantos otros. Sin embargo, el más destacado fue Nicolino Locche. Con una fórmula que combinó técnica, precisión y un andar elegante sobre el ring, el tunuyanino forjó su apodo de “Intocable” usando la guardia baja y los puños caídos. Sin embargo, cuando se decidía, derrotaba a los rivales casi por cansancio. Su flexibilidad, agilidad y reflejos desquiciaban a oponentes y espectadores por no entender su “estilo mendocino”. Esa visión cambió luego de encadenar una victoria tras otra por lo que el país se paralizaba cada vez que actuaba. Porque “él actuaba, no peleaba”, según dicen aún hoy sus admiradores.
En su carrera realizó seis defensas de su título, el cual perdió un 10 de marzo de 1972 tras caer por puntos con el panameño Alfonso Frazer. Después, combatió 12 veces más, perdiendo una. Pero este “artista” dejó un legado que generaciones futuras se ven casi obligadas a repasar. Un palmarés de 136 peleas, con 117 victorias -14 por KO-, 5 derrotas -una por KO- y 14 nulos.
Sin embargo, al gran campeón le costaba entrenarse. “Se iba del gimnasio a buscar el diario y no volvía hasta el otro día”, cuentan. Su entrenador, Francisco Bermúdez, solía responder ante la consulta sobre como llegaba su pupilo ante una gran cita: “Me conformo con que entrene”.
Pese a esto, venció a talentos como Joe Brown, Eddie Perkins y Sandro Lopopolo. Y el salto de calidad fue lejos del Luna Park, su feudo. La gran oportunidad de su vida se dio en diciembre de 1968, frente al estadounidense Takeshi Fuji. Esa noche, previo fumarse un cigarrillo, Locche aguantó, como si tuviera un guion escrito, esquivando golpes. Y cuando lanzó los suyos, terminó con los brazos en alto.
Un reinado que perduró hasta 1972, aunque quizás eso sea lo menos importante. Porque Nicolino, por su carisma sobre el ring, ya había hecho lo suyo. “Ganamos, perdemos... A Nico lo queremos”, cantaban sus fanáticos.
Medía poco más de 1,68 metros, tenía una calvicie incipiente y abusaba del cigarrillo (su gran vencedor), pero nadie duda que fue de los mejores boxeadores del Mundo. El resto es historia. De esa escrita en tinta dorada. En 2003 fue incorporado al Salón Internacional de la Fama del Boxeo.
Ernesto Contreras, el Cóndor de América
Cuenta la historia que Ernesto Contreras empezó jugando al fútbol y que corrió en bicicleta por casualidad. Fue uno de los más grandes ídolos del ciclismo mendocino, ganador del Cruce de los Andes en 1968 y 1973, además de 12 títulos nacionales y subcampeón mundial en Montevideo.
Nació el 19 de junio de 1937, en Medrano, y a los 19 años empezó su aventura con una bicicleta prestada. Reconocido con la Cruz al Mérito en nuestra provincia, con el Olimpia de Plata, distinguido en el Senado de la Nación a la “Trayectoria deportiva y ejemplo de Vida” y “Vecino Honorable” de Godoy Cruz, Contreras tuvo su estreno triunfal un 22 de abril de 1956, en San Martín. Después fue campeón mendocino y monarca argentino de persecución en pista. Esa primera alegría se suma a la docena que logró: 8 títulos de persecución individual entre 1956 y 1963; 3 títulos de resistencia y un título en kilómetro con partida detenida en 1961.
Pero el “Cóndor de América”, apodo que recibió por sus títulos en los Cruces de los Andes, también se destacó a nivel internacional. En mundiales fue octavo en Ámsterdan en 1959, cuarto en Suiza en 1961, séptimo dos años después en Milán y el citado Mundial en Uruguay, en 1969. Y en Juegos Olímpicos, con experiencias en Roma de 1960, Tokio 1964 y en México 1968. “No fue fácil nunca. El ciclismo era una actividad amateur y eran más los gastos que provocaba que las ganancias. Venía a Mendoza a correr y después me volvía a casa pedaleando”, contó alguna vez. Es que Contreras daba muestras constantes de sacrificio, encontrando en el logro deportivo su recompensa.
Víctor Legrotaglie, al Maestro con cariño
“Me buscaron de River, Boca, Inter de Milán y el Real Madrid, pero nunca me quise ir. De Gimnasia no me iba, aunque me ofrecieran lo que quisiera y pude ser millonario, eh”. La frase es de Víctor Antonio Legrotaglie, considerado el mejor jugador mendocino de la historia. Otro artista que “pintó” con sus gambetas el juego vistoso del Lobo del Parque, adonde llegó a los 16 años. Y en su debut, en un Torneo Vendimia, ante Gutiérrez, enamoró con su picardía.
El “Maestro” tuvo la oportunidad de elegir a Independiente Rivadavia o Huracán LH, club que le quedaba más cerca de su domicilio, pero prefirió Gimnasia, cuyos colores siempre le quedaron tatuados y donde desarrolló lo más destacable de su carrera deportiva. También pasó por Chacarita Juniors, la Lepra, Atlético Argentino y Juventud Alianza (San Juan), pero siempre volvió a su primer amor, donde logró varios títulos.
Años más tarde, luego de su aventura por Américo Tesorieri (La Rioja), colgó los botines tras haber mostrado su jerarquía en los Viejos Nacionales y a nivel local.
Fue un jugador que se divertía tirando caños y que asombraba haciendo goles olímpicos. Sin embargo, fue desde los tiros libres que desató elogios por su pegada: tiene 66 goles por esa vía, igual que Ronaldinho y por debajo de Juninho Pernambucano (77) y Pelé (70). En la lista también están David Beckham (65); Diego Armando Maradona y Zico (62); Ronald Koeman (60); Rogério Ceni y Marcelinho Carioca (59). Un 10 de leyenda entre tantas otras leyendas.