“Independiente Rivadavia, te venimos a cantar, fuiste cuna de los grandes en el fútbol nacional... cuántas veces de muchachos fuimos todos a gritar: los azules tienen que triunfar, los azules siempre ganarán…”
La letra del himno de la Lepra suena y suena en los pasillos del Bautista Gargantini. A pesar de la quietud provocada por la pandemia de coronavirus, las estrofas no dejan de aparecer en la mente de sus hinchas, que extrañan horrores la vuelta del fútbol. Aunque más añoran -dicho esto con total seguridad- aquellas épocas de logros, abrazos, festejos y risas. Momentos que los más jovencitos ni siquiera han vivido aún.
Es que no fueron fáciles las últimas décadas para el Club Sportivo Independiente Rivadavia, una de las instituciones históricas de Mendoza y de lo más popular que se encuentre en la región cuyana. Alternó más malas que buenas, transitó caminos sinuosos y se acostumbró a las urgencias económicas que fueron sacudiendo los cimientos institucionales y deportivos. En parte culpa de la mala suerte. Y otro tanto por el egocentrismo puesto de manifiesto en las dirigencias de turno, que jugaron su propio partido haciéndose más de un gol en contra.
Si bien hubo campañas que hasta depositaron al primer equipo en semifinales por un ascenso a Primera, lejos quedaron para el elenco del Parque los tiempos de gloria y de grandes campañas; y hoy se encuentra en un cambio de rumbo que el simpatizante espera se traduzca en los tan ansiados resultados positivos.
Hoy por hoy, la palabra más autorizada es la del flamante presidente del club, Carlos Castro, quien estará secundado por el Dr. Jorge Pujol.
Castro dialogó con Los Andes y dejó conceptos para todos los gustos. El ayer, el presente y el futuro de un club repleto de ilusiones que pretende dar el despegue definitivo.
-Más allá de algunos momentos sin sobresaltos, la Lepra casi que se acostumbró a pelear solo por no descender en la última década. ¿Cómo se cayó en esa situación?
-Hubo muy buenos planteles, bien pagos, que no terminaron de responder deportivamente. Yo te digo que la mayoría de los dirigentes que pasaron por el club hicieron lo posible por armar equipos competitivos. La mala suerte también jugó…
-Y sin embargo esquivar el descenso fue moneda corriente…
-La desunión también ha sido moneda corriente en el club. Pareciera que algunos no pueden ver que te vaya bien. Como que faltó continuidad de gestión; el pensamiento ‘lo que hizo el anterior no sirve’ ha hecho mucho daño. A veces, Independiente se pareció más a una institución política que a un club deportivo.
-¿Qué se les dice a los que piensan que Independiente ha sido autodestructivo?
-Que tienen todo el derecho de pensarlo así.
-¿Cuánto dinero debe la institución y a quiénes?
-Exactamente no puedo dar una cifra porque estamos esperando informes del órgano fiduciario que controló la parte financiera del club en todo este tiempo, pero tenemos una deuda que ronda los 50 millones de pesos, más o menos. Hay personas que le hicieron juicios a Independiente y eso queremos saber, con nombre y apellido, a quiénes les tendremos que pagar, y cuánto.
Parece una obviedad escribir estas palabras, pero vale remarcarlas: el dinero fresco es fundamental para la vida deportiva de un club. Y ni hablar para uno que últimamente ni siquiera pudo abonar los sueldos en tiempo y forma.
En ese sentido, un grupo económico llegará al Parque para gerenciar el fútbol en la Primera Nacional. Una estrategia jugada de la nueva comisión directiva, aunque necesaria según el análisis que se hizo con las arcas del club entre ceja y ceja.
El aporte privado asoma con fuerza y habrá además una nueva campaña de socios. Y también otro intento para que los enfrentamientos entre las facciones de la hinchada más dura y revoltosa dejen de sacarle recursos al club.
-¿Cuántos socios tiene Independiente y cuántos pagan la cuota realmente?
-Tenemos alrededor de 1200. La pandemia jugó en contra, claramente, y hoy puedo decir que paga la mitad. La Lepra tiene miles y miles de hinchas por todos lados; bueno, pedimos que se asocien y que ayuden al club. Queremos llegar a 3000 como mínimo.
-Mucho se habló sobre el desembarco de un grupo gerenciador, ¿ya se firmó el contrato?
-Todavía no. Estamos esperando que presenten los avales. Y está bueno aclarar que si se da no tomarán ninguna decisión en cuanto a la vida institucional de Independiente Rivadavia.
-¿Quién fue el último jugador que vendió Independiente Rivadavia?
-(piensa) Adrián Lucero a Newell’s Old Boys (NdR: la negociación se hizo en 2003 y debutó en 2004 con Américo Gallego como DT del elenco rosarino).
-Facciones de la hinchada, los barrabravas, hicieron mucho ruido y hasta perjudicaron al club económicamente por las sanciones de la AFA.
-Sí, y en mi gestión pienso unir a los hinchas. No quiero más problemas. Es cierto que en la Lepra somos muy pasionales, pero eso de ningún modo tiene que ser un inconveniente. Quiero que todos tiremos para el mismo lado para hacer muy grande a Independiente. Voy a trabajar para eso.
-Hablando de recursos, ¿qué va a pasar con la Ciudad Deportiva de Carrodilla?
-Mi intención es potenciarla. El 31 de agosto terminará el contrato con gente que estuvo trabajando en las instalaciones y veremos qué sucede. Pero quiero aprovechar para aclarar que nadie va a rematar nada, es imposible (NdR: por las deudas del club había surgido la posibilidad de un remate de zonas incultas en el predio de Luján de Cuyo). La idea principal es que la Ciudad Deportiva vuelva a ser lo que fue.
-¿Es viable la idea de sumar socios incluyendo nuevas disciplinas?
-Sí, hay proyectos muy interesantes para eso. Pensamos incluir boxeo, handball, básquet, vóley y algunos deportes más.
Regresando al fútbol, un dato que llama la atención en el Mundo Lepra es la ausencia de un arquero propio bajo los tres palos desde aquellas épocas de Ernesto Gregorio Garín, quien debutó y se agigantó en el arco azul en 1974 tras su paso por inferiores.
El portero Cristian Aracena se hizo dueño del área y es muy querido por los hinchas, pero no es “hijo” de Independiente Rivadavia ya que pasó por Godoy Cruz –gran formador de arqueros como Torrico, Ibañez, Pozo, Moyano, etc-, Deportivo Maipú, Gimnasia y Esgrima, Guaymallén y Gutiérrez, entre otros.
-¿Por qué Garín fue el último gran arquero que sacó Independiente?
-Es bueno ponerse a pensar en eso. Creo que las urgencias constantes no permitieron mirar todo lo suficiente a los arqueros que iba formando el club. La coyuntura no nos dio chances. Tal vez haya que revisar el trabajo hecho. Emir Basabe es un gran futbolista que lamentablemente en Independiente no tuvo continuidad. Pero es un objetivo que vamos a potenciar justamente con Garín, quien cumplirá la función de entrenador de arqueros en el cuerpo técnico de Marcelo Straccia.
-¿Qué otras “glorias” trabajarán en esta nueva etapa?
-Alberto Hipólito Naves y Juan Carlos Minotto serán ayudantes de campo.
-¿Ya se sabe cómo jugará el Independiente de Straccia?
-Para adelante, le gustan los equipos ofensivos. Así es que esperamos ver a una Lepra protagonista. Me gustaría armar un buen plantel, un buen grupo, con equilibrio entre jugadores nuestros y los que lleguen de afuera.
-Entre los chicos de inferiores que ya pisaron Primera hay algunos que entraron en la consideración de otros clubes como Úbeda, Sánchez, Quiroga, Disanto...
-Totalmente, son del club y tienen que seguir. Estamos hablando permanentemente con sus representantes para acordar condiciones.
-¿Cómo calificaría la gestión de Daniel Vila en la presidencia del club?
-Institucionalmente, impecable. Deportivamente no hubo suerte.
-¿Y la de Berríos?
-Paso.
-¿Cuando se reanude el fútbol, Independiente le apuntará al ascenso de categoría?
-La Lepra siempre va a apuntar a lo más alto.
-¿Quién es el último ídolo de la Lepra?
-Hugo Cirilo Mémoli, el último y el único. La figura más grande en la historia del club. Después puedo nombrar a inolvidables jugadores como “Arbolito” López y todo el plantel del ’99.
Sin dudas, el azul del Parque General San Martín sigue siendo uno de los grandes de la región no solo por su historia, que incluye destacadas actuaciones en los viejos Nacionales y las Ligas locales, sino también por su gran caudal de seguidores que aguardan con temple y paciencia el andar correcto del club de sus amores.
Quizás este tiempo de parate obligatorio haya servido para poner la pelota bajo la suela en el césped de “La Catedral”. Y tal vez para levantar la cabeza en busca del compañero. Porque, en definitiva, llegar a marcar el gol del triunfo siempre dependerá de una estrategia colectiva. Nunca nadie ganó en soledad.