Se lo ve harto, enojado, enchufadísimo en el juego y al borde las tarjetas por las constantes protestas. Se lo nota podrido de esperar, cansado de salir en las fotos de los que no sonríen; aunque resiliente, metido en el armado, goleador y asistidor. Ese es el Lionel Messi de hoy, un capitán al que ya no le alcanza con llegar a finales o batir récords individuales, sino que tiene entre ese seño fruncido el ansiado título con la Selección Argentina. Una vez más, está ahí, a noventa y pico de minutos.
Será la quinta vez que Messi protagonice una final con la Mayor y, esta vez, parece que no dejará detalle librado al azar para que los reporteros gráficos lo encuentren eufórico y feliz, con los brazos en alto y la Copa entre sus manos.
Cuatro finales juzgadas y una por resolver
El camino finalista del rosarino comenzó en 2007, en Venezuela, cuando aquel triste y recordado desenlace copero quedaba en manos de Brasil. Fue un 3-0 doloroso, pero el asunto recién comenzaba para el entonces jovencito delantero del FC Barcelona.
Después llegaría la finalísima ante Alemania, en Brasil 2014, un Mundial que se le escapó por muy poco y en el minuto 113. Para qué recordar más...
Un año después habría una suerte de revancha. La Copa América en Chile encontraba a Argentina y al local frente a frente. Después de un intenso empate en tiempo reglamentario, los trasandinos serían más efectivos desde el punto penal provocando la frustración de Messi y todo un país. Maldito 2015.
Como si fuera cosa de brujas, 2016 y la Copa América Centenario que se jugó en Estados Unidos volverían a poner cara a cara a Argentina y Chile. La historia sería prácticamente calcada ya que la Roja triunfaría en los penales. Sería esta la última final de un Leo Messi que se debatía entre la continuidad y el retiro de la albiceleste. Lo pensó, lo sintió y siguió.
Después del tercer puesto en la Copa América 2019, Messi y compañía se juraron llegar al encuentro decisivo en el certamen continental 2021, entre la pandemia y el deseo máximo de Lionel, el de mostrarle los dientes felices a las cámaras de televisión del mundo por vez primera.
El “plan perfecto” para dar el golpe ante el favorito, a domicilio
En lo estrictamente futbolístico, Argentina deberá hacer el partido ideal ante un Brasil que muestra pocas fisuras, aunque para nada se ha mostrado como un equipo invencible. El DT Lionel Scaloni sabe que para ganar la Copa habrá que armar el “plan perfecto” que contemple todas las líneas, en todos los momentos del enfrentamiento y a todos los jugadores, sin excepción.
Brasil no es Ecuador ni Colombia. Es mucho más. Si la Selección pasó momentos bravos en cuartos y semifinal, no queremos imaginar lo que será un mano a mano frente a la Canarinha, que llega como máximo favorito.
Para empezar, está claro que el arco debe seguir siendo custodiado por Emiliano Martínez. Solidez, actitud, presencia y un descomunal trabajo en los penales ante el elenco “cafetero” son argumentos más que suficientes. Pasemos a otro tema.
La zona defensiva será integrada por cuatro jugadores, posiblemente. En el mejor de los escenarios reaparecerá Cristian Romero, aún con un fuerte dolor en una rodilla. En caso de no llegar en condiciones al sábado 10 de julio, Germán Pezzella volverá a ser titular. Nicolás Otamendi y Marcos Acuña son los que completarían el armado.
Clave será que la concentración y el ritmo duren lo que dura todo un partido. Bloquear a Neymar, Richarlison, Paquetá y Gabriel Barbosa será fundamental para soñar. No hay margen de error. Marca firme, cercana e inteligente, premisas para un control tan necesario como vital. Impedir los centros laterales y evitar las faltas innecesarias cerca de “Dibu” Martínez, otro punto a tener en cuenta, siempre.
Los mediocampistas, casi con seguridad, serán tres: Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Gio Lo Celso. Aunque Guido Rodríguez podría entrar por el del PSG. Está claro que en la mitad de la cancha se definirá gran parte del asunto, porque quien se imponga en el manejo de la pelota y consiga los quites oportunos tendrá mayor posesión y, en consecuencia, más chances de ser profundo. En este sector se mueve Neymar (también). Anularlo es tarea obligada. Difícil, pero no imposible.
Tener mucho el balón no significa generar peligro, es verdad. Aunque poseer la pelota mayoritariamente ante este Brasil resultará crucial por el simple motivo de que el local no la tendrá para jugar. Tenencia, acción y reacción.
Arriba, el poder de fuego. Lionel Messi, Nicolás González y Lautaro Martínez tienen todos los boletos para conformar el trío ofensivo. Es el que más le gusta a Scaloni. Del capitán ya dijimos todo. Los otros dos tendrán la dura e incómoda labor de marcar las salidas de Casemiro, Marquinhos y Thiago Silva, cerebros del local. Sin embargo, el norte principal será meterla, así sin más. Ya no habrá tiempo ni licencias para fallar las ocasiones que se generen. La pelota debe ir adentro, porque ya sabemos lo que ocurre cuando los goles no se hacen en el arco contrario...
Los recambios, en su mejor momento
Ángel Di María y Alejandro Gómez aparecen como los sustitutos bien posicionados para dar la sorpresa en el segundo tiempo. La velocidad que los caracteriza podría servir de daga ante una defensa que se supone será víctima del cansancio. La intensidad en el recambio puede darle una gran satisfacción a la Argentina, el asunto es saber cuándo y dónde insertarlos. Y ese es trabajo del cuerpo técnico.
Qué panorama complicado, qué empresa más que difícil se le viene a la Argentina, pero... ¿esta vez se puede? Sí, se puede. Solo que habrá que dejar alma, corazón y vida en el mismísimo Maracaná.