No tenía pinta de crack ni mucho menos. Flaquito, morocho, melena tupida al viento. Era extremadamente sumiso y prácticamente mudo. Casi nadie se animaba a elegirlo en el pan y queso. Sin embargo, bastaron un puñado de minutos para comprobar que el humilde morenito la rompía toda.
Los comienzos de Damián Marcelino Moreno en el fútbol se dieron en la escuelita de su abuelo, llamada “Escuela de Trapo”, en Chapanay, su pueblo natal. Años más tarde, llegó al Club Atlético Palmira. Como cuenta Facundo Tersigni, amigo íntimo del protagonista de esta historia, “Marcelino fue un fenómeno desde muy pequeño. Era distinto porque hacía cosas con la pelota que los demás chicos de su edad no podíamos hacer”.
“Les pegaba un baile tremendo a todos. Yo me empecé a unir a él porque entendía muy fácil el fútbol y quería que me las pasara todas a mí”, graficó ‘Peluca’ hace un par de años en una nota al sitio Conexión Deportiva.
El romance de Marcelino con Palmira comenzó cuando tenía entre 12 y 13 años. Como no podía ir a entrenar todos los días al club porque vivía lejos, Jhonny Tersigni y otro colaborador del Aurinegro contrataron un remis para traerlo junto a otros chicos de Barrio López. Pero como había días en los que era imposible ir a buscarlos, Don Tersigni se trasladaba para entrenarlo junto al resto de sus compañeros en la placita del barrio López.
El tiempo de hacerse el carnet en la Liga Mendocina de Fútbol se agotaba y el de la nueva joyita brillaba por su ausencia. Julio Paredes -el papá del jugador de Palmira Manuel Paredes- se enteró que Marcelino no se lo podría hacer porque no tenía dinero y se lo comentó a Jhonny Tersigni. Se subieron al auto de uno de ellos, lo fueron a buscar y Marcelino tuvo su carnet de jugador de Palmira. El primer partido que jugó para el Jarillero fue en la cancha de Talleres. Palmira goleó 4-2 y Marcelino -que jugaba de volante por derecha- convirtió dos goles.
Guillermo Matus, jefe de prensa del Jarillero, recuerda que Marcelino Moreno “debutó en 2010 en Primera división de la Liga, en un partido contra San Martín, y jugó intermitente hasta mediados de 2011. Después fue titular hasta que se fue a Lanús a principios de 2013”. Y agrega un dato que, según él, muy pocos saben. En octubre de 2011, Moreno viajó a Buenos Aires para someterse a una prueba en Boca Juniors. Madurga lo había visto un tiempo antes en un selectivo que se realizó en la cancha de Palmira.
“Me tocó viajar con él al predio que tenía Boca en Ciudad Evita. Lo habían elegido, pero cuando Daniel Angelici ganó las elecciones presidenciales, en Boca cambiaron a todos los entrenadores y dirigentes de inferiores y se perdió el contacto”, recuerda Matus.
De la mano de Juan Carlos Bermegui, en Palmira tuvo un gran segundo semestre de 2012. Nada menos que el año del centenario del club, fue una de las gratas revelaciones del torneo.
Palmira lo había incluido en la lista de buena fe del Torneo del Interior 2013, pero no alcanzó a jugar ningún partido de este certamen: en marzo, con 17, el Granate se lo llevó sin dudar. “Mi llegada a Lanús se dio porque me llevó mi representante y fui aconsejado por el Negro Aguilar, de Palmira”, contó el propio Moreno hace un tiempo.
En 2015 fue cedido a Talleres de Córdoba para jugar el Torneo Federal A. En ese mismo año consiguió el ascenso a la B Nacional con el club cordobés. Terminada la temporada, retornó a Lanús para jugar en la Reserva, con el número 10. Debido a que la cuarta división del club había salido campeón, Marcelino debía jugar la Copa Libertadores Sub-20. Fue la figura del equipo y alcanzó, junto con sus compañeros, el cuarto puesto.
El 18 de julio de 2016 tuvo su debut en primera en Lanús, equipo con el que había hecho la pretemporada, de la mano de Jorge Almirón. Ese día, jugó por los 32avos de final de la Copa Argentina, compartiendo delantera con Lautaro Acosta y José Sand. En el Granate jugó 112 partidos y convirtió 6 goles. Todas las conquistas las hizo desde la llegada de Luis Zubeldía, que encontró su mejor faceta ofensiva.
El morocho flaquito de melena imponente, que la rompía en los potreros del este, se va a Estados Unidos. Los sueños están para cumplirse.