Independiente Rivadavia volvió a sonreír luego de sumar una victoria fundamental, 2-0, en su visita a Güemes. Los tres puntos permitieron que el Azul retorne a la zona de clasificación al Reducido.
Los primeros minutos mostraron un dominio territorial del elenco local, bajo la conducción de López y con un despliegue importante sobre las bandas, para intentar hacer ancho el campo de juego. Mientras, el Azul, parado con un 4-4-1-1, eligió el orden defensivo para comenzar a desenredar el duelo ante un rival que sumaba cinco encuentros sin triunfos.
El gol de Lucas Ambrogio para poner en ventaja a la Lepra ante Güemes:
Con Daniel Imperiale parado para la conducción y solo con Matías Quiroga como referencia en el área santiagueña, el elenco mendocino intentó ser prolijo en el traslado, con Sebastián Mayorga y Facundo Fabello como estandartes de la presión alta sobre la salida del rival. Sin embargo, la presencia de cuatro jugadores en la última línea con características de marcadores centrales le jugó en contra: aunque encontró orden y casi nunca perdió en los mano a mano, el equipo no encontró sorpresa sobre las bandas.
La poca claridad en los metros finales que exhibió Independiente Rivadavia en el comienzo del encuentro fue la clave para que Güemes armara un partido de mucho vértigo, con especial preferencia para atacar sobre el sector izquierdo de la defensa mendocina.
La primera gran chance clara llegó desde un lateral que cayó sobre el área local, pasaron todos de largo menos Imperiale, quien le dio fuerte en una especie de “buscapié” que fue rechazado. Con lanzamientos cruzados, el Azul complicaba a su rival.
Y esa fue la forma en que la visita encontró la ventaja. Lanzamiento de Imperiale para Quiroga, quien le bajó el balón a Ambrogio para que desnivele de cabeza. Iban 27′ y a esa altura el Azul estaba haciendo un partido más que correcto.
El gol activó al local y le hizo bien al juego. Sobre los 31′, Nelson Romero sacudió el travesaño del arco de Cristian Aracena y un par de minutos después obligó al arquero a volar para sacar el balón al córner. Y en la última de la etapa, fue el Azul el que casi consigue ampliar la diferencia. Un nuevo centro encontró el cabezazo de Quiroga y la increíble respuesta del arquero Julio Salvá.
Para el complemento, el Gaucho adelantó líneas y dejó solo tres defensores, con un esquema mucho más ofensivo y ambicioso. Y en un arranque frenético, intentó llevarse por delante a la visita, que resistió a pie firme las embestidas, casi todas desde balones que llegaron en forma de centro al área de Aracena.
Y en su afán por cortar la sequía de encuentros sin triunfos, Pablo Martel movió el banco en busca de referencias ofensivas para el local. Así, desnudó su sector defensivo, que empezó a sufrir los contragolpes que inició, cada vez con más peligro, Independiente Rivadavia.
Gabriel Gómez leyó que el duelo pedía otro delantero más en campo y apostó a la inclusión de Mauricio Asenjo por Imperiale. Además, sumó a Pablo Palacio para darle vértigo al equipo sobre la derecha, en lugar de Ambrogio, agotado.
Por la determinación de unos y otros, el encuentro se hizo de ida y vuelta, plagado de mucha intensidad y vértigo, donde ninguno conseguía desequilibrar en el último tramo del campo de juego.
El Azul encontró algunas buenas ocasiones con lanzamientos cruzados, a espaldas del último defensor santiagueño, aunque faltó determinación para jugar el mano a mano.
Güemes eligió jugar los últimos minutos del encuentro totalmente desequilibrado, con mucha gente en ofensiva y apenas un puñado de defensores para resistir el contragolpe visitante.
Palacio en una corrida encontró la chance más clara del capítulo final. Ganó el balón en su propio campo y en los metros finales eligió rematar al arco cuando la jugada pedía pase atrás para la llegada de Asenjo.
Y cuando el reloj pisaba los 32′, llegó la ansiada tranquilidad para los mendocinos. Mala salida del local, Godoy jugó para Martínez y le abrió el camino para que el volante pudiera rematar al primer palo de Salvá, quien alcanzó a tocar el balón antes de que cruzara la línea de meta.
Los minutos finales se consumieron frente a la desesperación santiagueña y el orden de la visita para sacar rédito a la ventaja. Casi no hubo ocasiones que contar sobre la valla de Aracena. Enorme triunfo de la Lepra que volvió a zona de clasificación. Vale porque nunca dejó de soñar.
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