Fue uno de los autos más icónicos de una época dorada para el automovilismo argentino. Años en que los pilotos eran figuras del deporte nacional. Y hasta los vehículos tenían identidad propia, con la denominación popular de cada uno de ellos. Los pilotos eran figuras y sus coches tenían nombre propio. Y marcaron la historia. Uno de ellos, entre tantos, fue el caso de Juan Manuel Bordeu, campeón del TC con un auto emblemático: La Coloradita.
Bordeu era un hombre de campo, que deseaba cambiar la paz de su hábitat natural por el vértigo de la velocidad. Y tuvo una figura que lo guió en su vida deportiva: Juan Manuel Fangio. Fue su padrino en la campaña internacional, cuando Bordeu fue a Europa a competir con la meta de alcanzar la Fórmula 1 a fines de los años 50. El destino, y un fuerte golpe en Goodwood, poco después de su debut en la máxima categoría, truncó su sueño.
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Cuando regresó a Argentina, Fangio aconsejó a Bordeu que corra en el Turismo Carretera. El Quíntuple le dijo a su hermano Toto: “Vamos a hacerle un auto de TC. Creo que con él vamos a ganar carreras y algo más…”.
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