Como la “Odisea del Espacio” de Stanley Kubrick, el 2001 fue año que vivimos el peligro en la Argentina; corridas bancarias, corralito, hiperinflación, saqueos a supermercados, desempleo y un gobierno neoliberal que llegaba a su fin dejando al país sumergido en una crisis que devastaba la economía y, que terminaría con la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.
Eran días desalentadores, por lo que en ese contexto, el deporte era casi un dato menor. Sin embargo como históricamente ha sucedido, no dejaba de ser ese valioso paliativo a tanto desconcierto. Así, por ejemplo, Boca Juniors lograba el bicampeonato en la Copa Libertadores, Manu Ginóbili comenzaba a construir su leyenda y, con el Kinder de Bologna de Italia, se consagraba campeón de la Euroliga de básquet. Por su lado, la Selección argentina de Marcelo Bielsa se clasificaba para el Mundial de Japón/Corea 2002. Con sus grandes resultados, el DT rosarino fue elegido el mejor entrenador de seleccionados del mundo. José Pekerman, que salió campeón mundial con la Sub20, quedaba en el tercer lugar.
En tanto que San Lorenzo de Manuel Pellegrini ganaba el título del Apertura y Banfield volvía a Primera División. Racing, bajo la conducción de “Mostaza” Merlo, logró un título después de 35 años, el Clausura. En hockey Césped, Las Leonas le ganaban en Amsterdan a Holanda, la final del Torneo de Campeones. Por su lado, el pugilismo no estaba exento a esos grandes momentos deportivos de nuestro país, porque la Federación Argentina oficializaba el boxeo femenino en todo el territorio nacional.
Mendoza, mientras tantos, se sumaba con un medallista olímpico a los grandes sucesos. Es que un día como hoy de hace 19 años, el lasherino Pablo Chacón se consagraba campeón del mundial pluma de la Organización de Boxeo (OMB), tras arrebatarle el título al húngaro Istvan Kovacs, a quien derrotó por nocaut en el sexto round en Budapest.
La zurda de Pablo Chacón enmudeció el “Kisstadion” colmado con 14 mil personas en la capital húngara, donde Koko Kovacs cayó a los 9 segundos del sexto rounds tras una andanada de piñas que dejó sin respuesta al campeón. El lasherino, de esa manera, se tomaba revancha de aquella tarde en el Malvinas Argentinas, en el cual un año antes había perdido en su primera chance mundialista frente a su público y ante el norteamericano Freddy Norwood, que lo había superado por puntos.
Tras aquella derrota no fue un buen año para Chacón. Se distanció de Amilcar Brussa y luego perdería frente a Claudio Martinet, quien había sido su sparring en la preparación con vistas al combate con Norwood. Antes de concluir el 2000 volvió al triunfo, pero todo le había costado mucho a Chacón esa temporada. Y el 2001 fue barajar y volver a dar.
Su promotor, el “Negro” Rivero le consiguió una nueva chance, esta vez en Europa ante el imbatible y favorito húngaro. Era una parada dificilísima para el mendocino, quien estaba vez se concentró en Panamá donde trabajó junto al profesor Rubén Dupent y su entrenador de toda la vida, Ricardo Bracamonte.
Estar lejos de la familia y sus afectos siempre le costó a Pablo, pero fue uno de los sacrificios que más satisfacciones le dio. Es que al pupilo de “Braca” le costaba el gimnasio, más allá de talento innato sobre el ring. La distancia sin dudas lo proyectó y lo enfocó en lo que había sido su gran objetivo desde que llegó al mítico Mocoroa de Don Paco Bermúdez: ser campeón mundial.
Una victoria que sin darse cuenta la había comenzado a construir un año antes, justamente con su derrota como local. Por eso tras una gran preparación, sumado a lo que realizó en Hungría y con un buen tiempo de anticipación, buscó presionar a la gran figura local; Kovacs. Y lo consiguió. “Le hice lo mismo que Norwood me había hecho a mí, tirarme la presión encima como local. Lo presioné y le dije de todo. Y me daba cuenta que se incomodaba. Sabía y estaba seguro que podía ganarle”, comentaría luego de aquella gran epopeya boxística en el Viejo Continente.
Una pelea extraordinaria, quizás una de las mejores presentaciones de Pablo Chacón en esos niveles boxísticos y con su mayor brillo; veloz haciendo fintas y cintura que dejaba al campeón muy mal parado. No lo encontraba al mendocino y su zurda fue creciendo a lo largo de los pocos rounds. Así, en el quinto lo encontró con una combinación perfecta y tras un cross de derecha lo tiró al local, que tras la cuenta se levantó con la mirada desorientada. Antes del final del asalto, la izquierda de Pablo lo dejó tendido, se incorporó pero lo salvó la campana. Sólo falta la estocada final. Al iniciarse el sexto, Chacón lo puso contra la cuerdas a Koko Kovacs, la zurda lo demolió abajo y al mentón y el árbitro estadounidense Louis Moret paró la pelea con el favorito sentado en la lona y apabullado. En el otro extremo, Pablo no sabía si subirse a las cuerdas a festejar o buscar a uno de esos pocos argentinos que viajaron con él, para celebrar. El primero en subir fue el profe Dupent, el mendocino se le colgó del cuello envuelto en emociones. No podía creerlo, se había convertido en el 23º campeón mundial en el historial boxístico de Argentina y el cuarto de Mendoza; luego de Pascualito, Nicolino e Itaka Corro.
En agosto del mismo año se sacó las ganas y el Malvinas fue testigo de su primera defensa mundialista frente a Edward Barrios. Un colombiano a quien Pablo demolió en cinco rounds. La segunda defensa fue exitosa en enero de 2002 ante otro cafetero, Víctor Polo -en Inglaterra- y en fallo dividido. En octubre, resignó su corona en Glasgow ante al escocés Scott Harrison, en su tercera defensa. Perdió en fallo unánime. Una derrota realmente inesperada. Chacón, igualmente a esa altura ya se había convertido en un enorme referente no sólo local sino también nacional.
