En un verdadero partidazo, Sudáfrica venció a los All Blacks y se consagró campeón mundial de rugby por cuarta vez en su historia

En un partidazo vibrante y luchado, Sudáfrica pudo imponer su juego y venció por 12-11 a los All Blacks en la final del Mundial de rugby en el Stade de France de París. Así, los de verde se convierten en el único seleccionado cuatro veces ganador de este título, uno más que los de negro.

Los Springboks llegaron a cuatro finales y los neozelandeses, a cinco, La anterior que habían perdido fue justamente ante los Boks, en la primera vez que estos jugaron una Copa, la tercera, como locales en el 95.

Comenzó al ritmo y como quería Sudáfrica, que presionó con su primera línea defensiva bien adelante y los kiwis no podían pasar la de los 10 metros propios. Por la lluvia y la pelota mojada, tampoco lograban jugar con precisión, lo cual era aprovechado por los defensores del título.

A los 2′ sucedió una jugada clave: Shannon Frizell limpió con peligrosidad un ruck y ligó amarilla con posiblidad de roja (fue amonestación al cabo). Más allá de los 10′ afuera para el ala, el que se llevó la peor parte fue el sudafricano Mbonambi, quien debió dejar la cancha, lesionado. El tema es que los Boks no tienen un hooker natural de suplente y por eso entró Fourie, original tercera línea. Le costó la tirada del line, con dos robos para los de negro en el PT.

Más allá de esa variante obligada, los de verde se pudieron acomodar bien y, con tres penales de Pollard contra uno de Mo’unga, ya iban 9-3 para la mitad de la etapa inicial.

¿Cómo andaban en la promocionada batalla de forwards? Mejor los Springboks, pero más que nada por esa presión que obligaba a los All Blacks a despejar con patadas desde su campo que luego volvían de la misma manera o en forma de contraataques.

Peor para los de negro. Sam Cane, su capitán, fue a tacklear a Kriel, al que le pegó un hombrazo. De nuevo, bunker TMO y esta vez sí la amarilla se transformó en roja a los 28′, para que los sudafricanos jugaran con un hombre de más, situación que aprovecharon enseguida con un nuevo penal de Pollard.

Ya con 14, y en la mejor jugada de los de negro, Ioane se iba por la punta izquierda pero lo cerró Arendse casi sobre la bandera. Igual era penal, que Mo’unga acertó para el 12-6 al descanso.

Los primeros minutos del ST también favorecieron a los de verde, que aprovechaban el hombre de más, sobre todo en el scrum, ya que el centro Jordie Barrett formaba de ala (por Cane) y faltaba uno en la línea, algo que los wines sudafricanos buscaban para desbordar.

A los 5′, Kolisi se iba amonestado por un golpe peligroso sobre Savea, en ataque, lo cual emparejó la cantidad de jugadores y el dominio. Los All Blacks se animaron a atacar y llegó el try de Beauden Barrett tras un hermoso salteo de su hermano Jordie a Tele’a, quien se la dio al fullback para que acercara a 11-12, ya con uno menos de nuevo. Los kiwis y franceses -mayoría de los 80.065 espectadores, récord en esta Copa- andaban a los gritos “¡All Blacks, All Blacks!”. Se había armado el partido.

No parecía que los neozelandeses jugaban con 14 porque el territorio y la posesión estaban parejas, El problema para ellos es que el tiempo corría. Pero aunque las energías bajaran todavía tenían lo suficiente para correr, sobre todo Jordie Barrett, que encaró una contra y generó el penal que el propio back pateó desde más de 50 metros... pero erró. Antes de esa jugada, Kolbe se iba amonestado, así que terminarían 14 vs. 14.

Si bien los All Blacks siguieron atacando, los Springboks se defendieron bien y terminaron, en su campo, pero en la pelota en su poder. Hubo una infracción ¡y a festejar!

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