Un café a pocas cuadras del “patio de la casa” de ambos es el motivo de una charla con dos representantes de la legión mística del fútbol de salón de Andes Talleres Sport Club. La de ayer, esa que supieron construir “Beto” Lucero, “Fiti” Estrada, “Perico” Pérez, Valls, Guille Bianchini, Ale Sánchez, Eduardo Strugo, el “Negro” Robledo... Y la de hoy, la que están cimentando Fede Pérez, los hermanos Busso, “Roro” Martínez, Lucas y Pablo Rodríguez...
En ambas generaciones hay un apellido común: Soldati. Federico la descosía como pivot en los albores de la década del ‘90. Luciano se destaca como ala en el incipiente bicampeón 2021/2022. Padre e hijo. La dinastía Soldati al servicio del Matador.
“A los 8 años empecé a jugar al fútbol de salón en los microbios de Talleres. Con los que juego actualmente, en esa época estaban el Juani Busso y el “Tito” García. Es una camada de chicos que siguió y algunos ahora están jugando en Talleres A y otros en Talleres B”, cuenta Luciano cómodamente sentado en una mesa del tradicional café ‘Modesto Godoy’, a pocas cuadras de la pista azulgrana.
Luciano Soldati tiene 22 años y además de despuntar el vicio del futsal trabaja en el estudio fotográfico de su papá. Le dedica muchas horas a fortalecer su cuerpo en el gimnasio y ya cuenta una feliz experiencia en la selección argentina C17, con la que jugó el Mundial de Paraguay en 2016. “Terminé de ser cadete y en mi primer año como juvenil, Humberto Lucero y Martín Cusa me convocaron para la selección argentina C17. Fue una experiencia maravillosa”, relata el blondo nacido en la cuna tallarín.
Federico Soldati tiene 53 años, es fotógrafo social y, quienes lo vieron jugar, aseguran que era un “jugadorazo”. Su posición natural en la cancha de 40x20 era pivot, pero también solía jugar de ala. “Gané dos títulos en Talleres, en 1991 y 1992. Recuerdo que le ganamos la final del Clausura a Anzorena, donde estaban los que primero hicieron grande a Talleres: Fiti Estrada, Mario Basso, Checho Valls, el Beto Lucero… era un lujo verlos jugar. Después fuimos a la final del año con Regatas. El técnico nuestro era el Turco Torfe, pero yo me peleé con él y me fui al Jockey. Ese año perdimos la semifinal con Talleres, donde estaban Ale Sánchez, Jorge Zupo, Chufi Sosa, Diego Bogdanovsky, los dos chicos Villalonga y el Guille Bianchini, que es mi hermano y si no lo nombro me mata, je”, recuerda con entusiasmo.
-Fede, saliste de Talleres, pero en Jockey ganaste todo. ¿Tenías el corazón partido en la final?
-Sí, la verdad. He ganado más en Jockey que en Talleres, pero yo quería que ganara Talleres porque soy hincha. En el 94 salimos campeones mendocinos con Jockey por primera vez, que le ganamos la final a AMSA, donde estaban Martín Lafalla, Guille Piñón, Tito Oropel… fue uno de esos partidos que de diez perdés nueve y ganás uno. Bueno, eso nos pasó a nosotros. Perdíamos 5-1, lo empatamos 5-5 faltando 15 segundos y en el alargue se lo ganamos 2 a 0, pero los flacos se perdieron como 18 goles. Tengo ese partido filmado, no sabés cómo nos sobraban. Yo era amigo del “Chicho” Lafalla, lo invité y se vino con nosotros al Jockey y salimos campeones en el ‘94, en el ‘95 fuimos campeones argentinos, en el 96 fuimos subcampeones argentinos y en el ‘97 campeones argentinos en Misiones. Después de ahí no jugué más y me dediqué exclusivamente a la fotografía. No fui más a ver un partido. Después cuando él (por Luciano) creció lo iba a ver de chiquitito.
-Lucho, ¿cuál es la clave o el secreto de este Talleres bicampeón?
-Los entrenamientos, que son a pleno y muy intensos. Pablo (Stahringer) nos dice que hay que entrenar sobre la línea, que si te pasas un poquito te rompés o te enojás. Siempre tenés que estar al máximo, entrenándote y dejando todo para después dar el máximo en cada partido. Si entrás cinco minutos tenés que dejar todo, tenés que salir con espuma en la boca porque afuera hay cuatro fieras esperando para entrar. Al final del torneo encontramos un punto en el que no había lesionados ni expulsados, entrenábamos los 17 jugadores e iban 15. Imagínate la intensidad de esos entrenamientos para quedarse con el lugar. La figura es el equipo, cuando alguien está cansado, pide el cambio porque confía en el compañero.
-¿Qué significa para ustedes los más chicos tener en el plantel a un arquero multicampeón argentino y del mundo como Federico Pérez?
-Fede (Pérez) impone un respeto muy grande cuando llega a los entrenamientos. Labura todo el día, entrena, es callado y respetuoso. Cuando empezamos a entrenar si ve a alguien con las manos en los bolsillos le dice, ‘eh, vamos, a entrenar’. La hora y media de entrenamiento se la toma muy profesional. Es un ejemplo a seguir porque impone entusiasmo y entrena como si tuviera 18 años. Pobre Tito (García), lo ayuda un montón, pero no le regala nada. Si hasta se enoja cuando tiene que salir porque esa es su forma de jugar y de vivir.
-¿Tu viejo es de darte consejos cuando te va a ver jugar?
-Mi viejo alienta y me da consejos, pero se le salta la cadena con los árbitros. Se saca mal y yo trato de calmarlo (risas).
-¿Es cierto, Fede...?
-Sí, me expulsan permanentemente de la cancha, porque creo que una cuenta pendiente de la actual federación es profesionalizar a los árbitros. Explotó tanto el crecimiento de la disciplina que hay mucha cantidad, pero no hay calidad. En un momento lo critiqué mucho a Dario Brusadín, que es mi amigo y siempre me reta porque me vivo quejando de los árbitros.
-¿Qué diferencias notás entre el futsal de tu época y el actual?
-Hay un abismo de diferencia. En la época en la que yo jugaba solamente había Juveniles y Primera. Hoy en día cada club tiene cada división formativa y lo que ha crecido el fútbol de salón en estos últimos años es inimaginable y eso mucho tiene que ver con el trabajo de base que se realiza. Cuando yo salí campeón argentino, los goles sólo valían desde afuera del área. Hoy en día, la dinámica que tienen estos muchachos es impresionante. Este Talleres demolió físicamente al Jockey con la presión alta.
Cuando Soldati padre jugaba, Mendoza no era el mejor futsal del país. “Estaba un poco dividido. Eran muy fuertes Rosario, Ushuaia y Misiones. No era tan notorio como ahora, que hay una diferencia muy grande a nivel selecciones. Pero a nivel clubes, creo que hace siete años que un mendocino no gana la Liga de Honor”, concluyó.
Liga de Honor: Talleres se prepara para dar pelea en Formosa
Durante el próximo mes de septiembre, entre el 11 y el 18, se desarrollará en Formosa la cuadragésima edición del Torneo Nacional de la División de Honor. Justamente Andes Talleres fue el último equipo mendocino que la ganó. Fue en 2015, en nuestra provincia, cuando derrotó en la final a Magallanes. “Es nuestro objetivo, una cuenta pendiente y casi una obsesión. Vamos a entrenar y a dejar todo para eso. Ganar la Liga sería hermoso y mucho más después poder jugar el Sudamericano”, dice Luciano Soldati.