El día llegó. Estefanía Banini, quien no pudo vestir la camiseta desde hace casi 3 años tras el Mundial de Francia, anoche lo hizo y con las mismas ganas que en su minuto cero en el fútbol, marcando una clara diferencia dentro del campo de juego.
La mendocina regresó en su estado óptimo de maduración futbolístico. La considerada la mejor jugadora sudamericana y en el equipo ideal de FIFA 2021, la mediocampista del Atlético de Madrid tuvo una noche soñada en el Mario Alberto Kempes, ante un gran marco de público que la ovacionó.
Banini estuvo encendida, con la camiseta en la piel’, y tan metida en el juego que no pudo esconder lo que ese momento significó en su vida.
Con cada pelota que tocó, cada pase que metió y cada vez que ingresó en el área apuntando a la red, incluso cabeceando con su 1,62 metros, lo hizo con la mirada sostenida expresando desde el alma lo invaluable que es esta nueva posibilidad. Y no se permitió desaprovecharla.
Fue su primer partido con sus compañeras de selección en la era de Germán Portanova, y fue más que positiva. Con memoria y experiencia de épocas pasadas, se entendió de sobra con Flor Bonsegundo, con pases profundos aprovechando la velocidad de la delantera del Madrid C.F.F.; con Sole Jaime quien, con su metro 75 era posible la suma por la vía área. Y qué decir de los nexos del medio campo, Failán, Bravo, y con Cometti desde el fondo por el lateral.
La ex Cementista desniveló por la izquierda, aunque tuvo sus pasajes por la derecha. Siempre con las típicas pisadas saloneras, midiendo el tiempo de arranque para construir el ataque. Buscando sacarse las marcas con amagues y saliendo en velocidad en búsqueda de las compañeras cercanas con alternativas bien utilizadas.
Fue un primer tiempo con un alto porcentaje de intervenciones de Banini, potenciando el medio campo ofensivo de la Argentina. Lo cual no fue así en el defensivo, donde se jugó al límite en la zona baja, sufriendo y exponiendo el arco de Correa, quien con sus 38 años sigue siendo gigante, respondiendo bajo los tres palos.
En el complemento donde la ex Washington Spirit redujo sus apariciones en escena, bajando a la mitad sus asistencias (75% que tuvo en la primera parte a casi 25%), la Selección Argentina necesitó renovar con frescura y continuar apostando al ataque más que al retroceso. Ingresaron Mayorga y Rodríguez (por Jaime y Falfán, respectivamente) para insistir en conquistar el arco. Pero apareció el gol chileno a los 33′ del complemento, como un golpe bajo que vino mediante un rechazo de Barroso (e/c). Y se evidenció lo que se venía dando, problemas en el fondo que quedó manifestado de la forma más absurda. Ahora quedará en el técnico evaluar los puntos que se deberá corregir y cuáles fortalecer para el segundo partido amistoso contra las trasandinas.
Si bien en esta primera prueba en casa no se pudo, este equipo nos hace ilusionar. Con más trabajo en conjunto, con más tiempo juntas de grupo, se podrá armar nuestro once ideal para pelear en la próxima Copa América (desde el 8 al 30 de junio) y buscar la clasificación al Mundial de Australia/Nueva Zelanda 2023.
La fe está, el equipo está y Banini también está, y en su plenitud.