Fue un triunfo bien a lo Independiente. Voluntarioso, sufrido, festejado, remando contra la corriente. Con la última gota de sudor y el corazón en la mano. “A lo Lepra”, fueron las primeras tres palabras que pronunció el entrenador Gabriel Gómez en la conferencia de prensa. Y no era para menos. En el regreso del equipo (y del Comandante) a La Catedral, la infartante victoria 4-3 cuenta con una gran dosis de esa mística de la que tanto suelen hablar los hinchas más entrañables de los azules.
En realidad, a pesar de los numerosos errores que se contaron por bando, el desarrollo del partido resultó tan dinámico y cambiante que terminó siendo un homenaje -casi inimaginable en la previa- al juego que más nos gusta a los argentinos. ¡Pero que viva el fútbol! Lo ganó Independiente. Pero también se lo pudo haber llevado San Telmo, que estuvo tres veces arriba en el marcador, bien podría haber sido un empate (3-3; 4-4; 5-5...). El gran mérito del equipo del parque es que nunca se dio por vencido. Ni aún cuando perdía y era superado por el Candombero, algo que sucedió en varios pasajes del partido, Independiente jamás bajó los brazos y en gran parte gracias a esa perseverancia se terminó llevando el premio mayor.
A tal punto se le hizo cuesta arriba a Independiente que San Telmo entró a la cancha prácticamente con un gol desde los vestuarios. Al minuto de juego nomás, Damián Toledo cargó la barra de potencia, llenó el empeine de pelota y la clavó en el ángulo superior derecho del arco defendido por Cebreiro, quien minutos más tarde le dejaría su lugar al Pity Aracena.
Con un 4-3-3 bien definido, la propuesta del recién ascendido San Telmo fue ambiciosa. Tan es así que a los diez minutos el Comandante Gómez tuvo que hacer un enroque de laterales: Araujo a la izquierda y Sánchez a la derecha. La razón estaba a la vista. El capitán, ya sin la velocidad de otrora, era constantemente superado por el habilidoso Ramírez.
El plan del equipo de Isla Maciel complicó a Independiente porque en el 4-4-2 (en rombo) propuesto por Gómez lució bastante inconexo y desincronizado en la presión tras pérdida. Con Palacio y Banega muy abiertos y dispuestos a atacar más que a defender, el volante central (o tapón) Sebastián Navarro se encontró muy solo en la recuperación y en casi todo el primer tiempo San Telmo tuvo superioridad numérica en ese sector clave del campo de juego.
Hasta el buen gol de Diego Cardozo -la gran figura- tras la recuperación y el perfecto pase filtrado de “Nano” Imperiale a las espaldas de una defensa visitante que iba saliendo, la Lepra no había podido hilvanar juego asociado por abajo. El único recurso exhibido hasta ese momento había sido el pelotazo largo desde el fondo para que alguien la peinara (Gonzalo Vivanco pivoteó con eficacia) y los de afuera pudieran entrar libre de marcas, algo que sucedió un par de veces tras el 1-0 de “Telmo”.
La alegría del empate no duró demasiado porque otra vez se juntaron los “viejitos piolas” (Ramiro López y Javier Velázquez) y el zurdo la cruzó para el 2-1. Floja respuesta de un Cebreiro que lució inseguro y nervioso y en el entretiempo se quedó en los vestuarios.
Además del ingreso de Aracena, Gómez mandó a la cancha a Leandro Berti y a Facundo Fabello. Y la historia fue otra. Más allá de que San Telmo siguió atacando, el Azul lució más compensado, el zurdito (Berti) le dio verticalidad por la derecha y el ex Villa Mitre ayudó a Navarro en la marca. Imperiale hizo el 2-2 con una aparición de falso ‘9’, pero -otra vez- ahí nomás Velázquez puso el 3-2 con un golazo.
La bendita pelota parada (una virtud bien trabajada, por cierto) le dio el 3-3 de Rébola y el 4-3 -obra de Matías Quiroga- a la Lepra, que desempolvó la mística y ahora se ilusiona.
La Lepra se sacó la mufa en casa
Independiente Rivadavia no conseguía una victoria en su estadio desde el 24 de noviembre de 2019, cuando el equipo dirigido por Matías Minich goleó 4-1 a Platense. El último triunfo 4-3 en la Primera B Nacional había sido el 30 de abril de 2010 ante Atlético Rafaela, por la 35° fecha de la temporada 2009/10. Aquella tarde en el Gargantini, el Azul se impuso con dos goles de Sebastián “Rulo” Romero, Gabriel Pérez Tarifa y Mauricio Ferradas. El entrenador leproso era Roberto Luis Trotta.