El nudo en la garganta derivó en el llanto incontenible, doloroso, desgarrador. No hubo ni habrá consuelo. La emoción embarga a cada uno de los presentes. El funeral del Morro García se convirtió en un mar de lágrimas genuinas, legítimas y sinceras de familiares, amigos, compañeros e hinchas de Godoy Cruz que no quisieron perderse la oportunidad de brindarle una última gran ovación. No era para menos. Por el legado futbolístico que deja, pero también por el aspecto humano que remarcan quienes compartía sus días, el último ídolo del Tomba deja un vacío difícil de llenar.
Las horas pasan, pero el dolor y la tristeza no cesan. El recuerdo del Morro será eterno, como cada uno de sus goles con ese dorsal 18 que pasó a la perpetuidad. Y no sólo sus seres más queridos, sino el mundo del fútbol en general llora por la desaparición física de uno de los futbolistas más importantes de los últimos tiempos.
Imposible no quebrarse con las lágrimas de su hermano Gonzalo (muy parecido físicamente y también en su forma de hablar al Morro), quien cada vez que podía se daba una vuelta por Mendoza para acompañarlo.
Cómo no darle un abrazo de contención a Claudia Correa, la mamá del Morro, tal como lo hicieron Juan Cruz Bolado, Juan Andrada, Martín Ojeda, Tomás Badaloni, Fabián Henríquez, el “Gato” Oldrá, Jorge Curbelo y Roberto Ramírez, dos de los que además llevaron el cajón junto a Diego Márquez, Mario Gómez y Alfredo Domínguez. Hasta el cónsul uruguayo en Mendoza, Homero Pineda, dijo presente en el funeral.
Tanto en el momento en que ingresaron a la sala como cuando salieron de ella, la madre y el hermano del Morro García recibieron palabras de aliento y cariño por parte de los hinchas del bodeguero presentes. Entre lágrimas, gritos, emoción y agradecimiento el “¡olé, olé, olé, olé, Moooorroooó, Moooorrrooooooó!” y el “Morro, querido, el pueblo está contigo”, sonaron bien fuertes cuando el féretro salió desde la sala velatoria rumbo al depósito de la funeraria.
Envuelto en los colores amados
Como no podía ser de otra manera, tal como el propio Santiago “Morro” García lo hubiese deseado, sobre el ataúd colocaron la camiseta de Godoy Cruz arriba de la bandera uruguaya. Solamente faltó la del Club Nacional de Montevideo, aunque está claro que a la casaca del Tricolor el goleador la llevaba eternamente tatuada en su corazón.
De Mendoza a Montevideo
Una vez conocida la noticia de su muerte, con diferentes ofrendas, los hinchas del Bolso comenzaron a dejar sus muestras de cariño en la sede del club, que dispuso banderas a media asta y pidió que anoche hubiera un minuto de silencio antes del partido con River Plate, algo que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) aceptó de inmediato. Los jugadores de Nacional, además, portaron brazaletes negros. García tenía un palco en el Gran Parque Central, el estadio de Nacional. Era el 401 de la tribuna Atilio García. En su homenaje, permanecerá iluminado hasta este lunes.