Leonel Videla tiene una gran historia para contar. Persiguiendo su amor por el fútbol no dudó en decirle que sí a una aventura totalmente desconocida: jugar en la Primera División de Mongolia. Diario Los Andes dialogó con el hijo del recordado Ramón “Panza” Videla, para conocer detalles y curiosidades de la vida a 20.000 kilómetros de distancia.
-Decidiste armar las valijas y partir para un lugar bastante extraño para los que seguimos el fútbol. Contame un poco cómo fue esa experiencia.
-Sí, la verdad que sí. Surgió justo en pocos días. Yo había comenzado la pretemporada en San Martín, y me llegó esta oferta relámpago. Estaba durmiendo la siesta, y me empezó a llamar mi representante. Me preguntó si yo me animaba, pero no caía. Lo vi a mi viejo y le dije: “papi, me voy a Mongolia”, pero no me creía. Le pasé el precontrato que me habían mandado y ahí cayeron.
-¿Qué fue lo primero que buscaste en internet sobre el país?
-Yo había leído algo del país en la escuela más que nada, pero ahí nomás me puse a investigar. Lo primero que me salió fue la temperatura: menos 12. Y pensé: “no puede ser”. Después fui investigando todo, pero no lo pensé mucho, porque creo que, si lo hacía, no sé si hubiese concretado. El sueño de uno es jugar en Primera y poder salir afuera para hacerse conocido. Yo creo que son las posibilidades que se dan una sola vez en la vida y hay que aprovecharlas. Y más que no tengo hijos ni una familia.
-¿Cuál fue el choque cultural más fuerte cuando llegaste a Mongolia?
-Dos cosas me llamaron mucha atención. Apenas me subí al avión en Ezeiza ya me empezaron a hablar inglés, y ahí me di cuenta que cambió todo. Y después, la salida del aeropuerto. Llegué a Mongolia un domingo a las 6 de la mañana con un pantalón de gabardina y un camperón. Salí del aeropuerto y el viento me congeló el pantalón y las pestañas, literalmente. Y ahí dije, ¿a dónde me vine?
-¿Y cómo te recibieron? ¿Cómo fueron esos primeros días hasta que lograste acostumbrarte?
-Me tuve que adaptar con el idioma, porque yo no hablaba nada de inglés, pero lo que más me costó fue el clima tan frío. Si bien en junio y julio la temperatura es normal, los demás días son -20°, -12°. En la comida no pude adaptarme, son muy distintas. Ellos toman mucho una sopa muy aceitosa. También comen mucho frito, cosa que yo no consumo. Sólo comen carne de oveja, muy dura, y sin gusto porque sólo se hace con una pizca de sal.
-¿Había más sudamericanos o en el plantel o vos eras el único de estas tierras?
-Fue un argentino conmigo, Agustín Maciel que jugaba en Arsenal. En el equipo había muchos brasileños. Nos hicimos amigos a la fuerza, porque éramos todos sudamericanos.
-Y desde lo deportivo, ¿qué podés contar?
-No hay muchos estadios para competir, asique tienen dos sedes. La FIFA hizo un domo que es para estas temperaturas bajas. Es un lujo, la verdad. Jugar ahí era increíble porque te climatizaba todo el ambiente, jugabas con 20 grados. Y la cancha abierta, donde juega la selección, en la que nos tocó jugar con nieve. En esas dos canchas de la capital Ulán Bator se juega todo. En lo deportivo, si bien los sudamericanos marcamos diferencia desde lo técnico, nos tuvimos que adaptar mucho a la dinámica del juego. Se juega muy rápido.
-¿Qué pensás al respecto del futuro? ¿Te animás de nuevo o es una experiencia que no querés volver a vivir?
-Está la posibilidad de volver en febrero, pero tengo que verlo. Quiero estar con la familia, despejarme un poco. A mí me gustaría seguir afuera, pero todavía no me he puesto a pensar de lleno en eso.
-Había mucha diferencia de cultura, ¿no? ¿Cómo hicieron para lograr que eso no perjudique al equipo?
-La verdad que sí, mucho choque de cultura. Nosotros tenemos una manera particular de vivir el fútbol. Ellos lo toman con responsabilidad, pero no tanto como nosotros. Pero creo que en todo el mundo es así. El argentino vive esta profesión como nadie.
-Vos tenés un familiar muy cercano que ha sido jugador de fútbol, tu viejo. Y tenés otro que es jugador actualmente. ¿Charlaste mucho con ellos al respecto de todo esto?
-Sí, siempre lo hablábamos con mi papá. Si bien uno no lo pensaba, siempre tuvimos en la cabeza la idea de estar juntos. Yo sé que para ellos fue chocante, pero no lo demostraron. Me fui yo y a las tres semanas se fue mi hermano Uriel a Córdoba a jugar a la Liga. Para ellos fue un cambio muy difícil.
-¿Te quedó la espinita de jugar en Mendoza? ¿O te sacaste las ganas y ahora pensás en otros destinos?
-En mi casa somos todos San Martín. Y el sueño de uno siempre fue jugar ahí. Lo llevamos adentro y ojalá se pueda dar en el futuro. Siempre es lindo volver al club que uno ama.
Datos:
Nació el 6 de diciembre de 1999
Trayectoria: Atlético Club San Martín, Maipú, Luján, Defensores de Boca (LR), Brera Ilch (Mongolia)
Familia: Ramón Ceferino Videla (papá), Viviana Coria (madre), Uriel y Valentino (hermanos)