Andy Nieblas es uno de esos tipos que parecen sacados de otra época: su pelo largo y bigote tupido le dan una imagen retro que se completa cuando uno lo ve en las olas, con un estilo muy particular, un logger de alma que navega con un arte que pueden disfrutar hasta los que nunca vieron surf. Una manera única, típica de aquellos que nacieron para este deporte. Flaquito, casi desgarbado, tampoco es el prototipo de surfista que tiene el imaginario popular, pero cuando va al agua, uno se da cuenta por qué es una figura mundial, rider de Quiksilver global. Por estos días su eximia calidad la demostró en nuestras rompientes, inspirando a quienes estuvieron cerca suyo y siendo la excusa para una verdadera fiesta surfera en Chapadmalal.
El jueves llegó a Mar del Plata y rápidamente se metió a surfear con el team Quiksilver y Roxy, el finde dio cátedra en una demo que hizo junto a su novia (Makala Smith), también talentosa surfista, para cerrar el Ala Moana Longboard Fest, torneo de elite que significó la primera fecha del circuito argentino de tablas largas que se realizó en el balneario Chapatrapa y en su último día aceptó un desafío de Fernando Aguerre. El marplatense, responsable de que el surf sea olímpico, mandó a construir una tabla similar a las que, hace 100 años, usaba su referente, el Duke Kahanamoku, hawaiano a quien se considera el padre del surf moderno. Hablamos de un tablón simple de madera, ancho y largo, que pesa 40 kilos, cuando un longboard promedio no supera los 10. Costó llevarlo hasta la playa de Waikiki y sus limitaciones, en especial su peso, preocupó a todos. ¿Cómo hará para maniobrarlo? Nieblas lo llevó al agua con total naturalidad, pasó la rompiente y surfeó olas, entre decenas de surfistas, como si fuera una tabla moderna. Todo sin pita. Impactante.
Andy, en realidad, cautivó a cada paso. Fuera y dentro del mar. Extravagante, carismático, lució su sentido del humor y forma de ser simple y relajada a cada instante, sin aires de estrella, respetando, agradeciendo y sintiendo el privilegio de haber sido invitado de forma especial por Quiksilver Argentina. Disfrutó de las comidas, sobre todo de la carne, y del trato cálido de los argentinos, a quienes se adaptó rápidamente- y terminó dando una charla para chicos en la academia de surf del balneario Honu Beach. Claro, nada de lo que pasó fue casualidad. Lo que disfrutamos en estas tierras tiene que ver con su esencia y raíces…
Descendiente de una tribu estadounidense nativa, los Acjachemen Juaneños, históricamente sojuzgados y no reconocidos, Nieblas arrancó con el surf por su propia cuenta. Pese a ser de California, spot icónico de este deporte, recién fue en un viaje a Hawaii cuando le insistió a sus padres de meterse al agua. Nadie surfeaba en su familia, pero él, con ocho años, pidió alquilar una tabla y se fue a una playa con una ola tranquila. Cuando pudo pararse por primera vez, quedó flasheado y ya no paró. Pero, claro, como buen chico que no nació en cuna de oro, siguió como pudo. Al principio con una tabla que encontró en un tacho de basura. Aprendió mirando, nunca tomó una clase, pero enseguida descubrió su especial conexión con el mar que explica un estilo único que genera reminiscencias con el mítico Gerry López. Andy es un caso especial: no sucede habitualmente que alguien llega a la cima arrancando de una base tan baja, más tarde de lo habitual, sin familiares que lo aconsejen y con tan pocos recursos. Y, en su caso, por talento y singularidad, está llamado a marcar una era.
No hay dudas que Andy nació para esto. Queda claro al verlo manejar su longboard -tablas de más de 2m75- como si fuera una corta, leer el mar como pocos y mostrar una sensibilidad tan especial en el agua que a veces le permite tomar ola hasta sin remar… Ya sobre la tabla, no para de crear. “Cuando surfeo tengo la mente en blanco, me dejo llevar y todo sale naturalmente”, admite. Es literalmente un artista que camina hacia adelante y atrás, gira y hasta parece bailar, incluso cambiando de dirección en la ola. Prefiere divertirse en el agua, aunque ha competido, ganando tres veces el Duct Tape Invitational, el torneo más prestigioso de tablas largas creado por Joel Tudor, el longboarder más importante de la historia. Justamente algunos creen que Nieblas es su continuidad, nada menos.
También muestra un alto nivel surfeando con tablas cortas, algo que se puede disfrutar -igual que de su carisma- en su documental Spam, pero él prefiere las largas. “El longboard me eligió a mí, no al revés”, admitió mientras disfrutaba del Longboard Fest, evento presentado por Ford, auspiciado por Quiksilver y Roxy, que tuvo a los mejores exponentes de esta disciplina a nivel nacional (45 inscriptos). Los ganadores de cada categoría fueron Martín Pérez, Evelyn Gontier (ambos en Open), Marco Calandra y Vera Jaricz (en Junior), pero las 700 personas que se dieron cita en Chapatrapa para apreciar surf desde los acantilados disfrutaron de todo, al ritmo de la música de un DJ y en un día que amenazó con lluvia pero regaló hermosos momentos de sol. Ni hablar de los riders e invitados, que tuvieron desayuno, almuerzo y sector de hidratación, con un living armado para la ocasión en el sector más alto del acantilado.
El evento, además, contó con la presencia en vivo del programa radial Perros de la Calle y la tertulia surfera se completó a la noche, en el patio del Ala Moana de Chapa, con un épico recital improvisado. Tocaban Lost Marplas, los hijos de Flavio Cianciarulo con la presencia del bajista de los Cadillac pero, de repente, un amigo de la casa, de Aguerre y Ala Moana, Fernando Ruiz Diaz, subió al escenario para reencontrarse con su amigo y ahí se produjo un momento muy especial. Los 120 invitados explotaron con la versión del León Santillán y luego quedaron extasiados cuando ambos se pusieron a zapar, a tocar temas encadenados. Nada fue casualidad. El surf los unió y ellos desplegaron un talento muy especial.
Abajo del escenario uno de los que más disfrutó fue Nieblas, bailando y con una sonrisa dibujada en su rostro. “No pudo ser mejor mi visita. Encontré muy buenas vibras. La gente me pareció muy amigable, y cálida, me encantó la comida, sobre todo la carne, me sorprendió la cultura de surf y de playa que tienen, con similitudes al estilo de California. Disfruté de cada momento, como me gusta a mí, tanto en el agua como afuera”, contó Andy. Fueron días muy especiales. En realidad una verdadera fiesta surfera en Chapa y Mardel.