La derrota con Brown de Adrogué en el Bautista Gargantini no solamente le allanó el camino a Chacarita Juniors, que sacó más diferencia en la lucha por quedarse con el primer lugar de la Zona B. También dejó más en evidencia todo lo que venía mostrando este Independiente Rivadavia en las últimas presentaciones: que es un equipo previsible y falto de variantes.
Es cierto que muchos dirán que con el diario del otro día es mucho más fácil hablar y, de hecho, por supuesto que lo es. Sin embargo, puertas adentro, el plantel sabe que el bajón de rendimiento llegó en un momento inesperado de la temporada, justo cuando los puntos cotizan en oro y que cualquier tropiezo puede hacer que otros le saquen provecho. Entonces, dándole un poco la razón a quienes piensan que las críticas deben hacerse antes y no después, cabe señalar que la Lepra intenta y propone más de lo que convierte. En tal sentido, la ausencia de Alex Arce en las últimas dos presentaciones (Quilmes y Brown, respectivamente) es más importante que todo lo que se planifica. Y no solamente porque se trata del goleador que tiene la Primera Nacional y el fútbol argentino en su conjunto (23 festejos), también por lo que genera el “9″ paraguayo en propios y extraños.
La falta de una referencia de área dejó relegado al equipo, que era considerado uno de los que mejor jugaba, y que en el presente lo encuentra en una situación difícil, donde la debe remar desde atrás y cuyo panorama tiene más interrogantes que respuestas, donde no se puede aseverar fehacientemente que Alfredo Berti encontrará una fórmula para que Independiente juegue de manera distinta a la que nos tiene acostumbrados. Por tanto, surge otra cuestión no menos trascendente y que tiene relación a la falta de variantes. Contra Brown, otra vez, la Lepra se repitió en errores.
La solidez que supo brindar la última línea parece que ya no es tal, en el medio no hay recambio si falta alguno de sus “números puestos” (en la noche del domingo no estuvo Ramírez por suspensión), y ni hablar del ataque. Arce en su rol de atacante implacable siempre tenía alguna solución cuando las cosas no salían, y a partir de cualquier acción suya, el equipo hacía pata ancha y generalmente terminaba imponiéndose en los resultados. Ahora, sin él, nada hace presagiar un buen destino. Es que sus compañeros de ataque no son goleadores y menos definidores. Tampoco hay demasiado en el banco como para pensar que quien ingrese como relevo tiene garantizado una jugada para desnivelar en las cifras. Por el contrario. Alguno puede aportar, pero no resolver. Casos como éstos, sobran en este plantel leproso, porque la capacidad individual con respecto a situaciones variables de un partido (por caso, los últimos dos), no hace otra cosa que sentenciar que el “bajón” se debe pura y exclusivamente a la ausencia de jugadores claves donde se cocina cada partido. Llámele jerarquía o falta de experiencia en tiempos de definiciones. Cualquiera de las dos son características de esta Lepra que, a los ponchazos, siempre un par de ocasiones genera, pero no las traduce en la red.
Después, claro, lo específicamente táctico. Berti más allá del mal de ausencias, de futbolistas que están llegando con lo justo a este sprint final de la Primera Nacional, no acertó en los cambios y tampoco en las formaciones iniciales. Desde adentro dirán, “es lo que hay”, por supuesto que puede pasar, pero también sucede que el DT viene “bancando” a jugadores que hace rato no rinden lo esperado. Por tanto, uno cae en lo planificado, en encontrar esos futbolistas que tengan como fin la realización de todas las tareas de ataque y defensa, porque el fútbol nuestro de cada día, eso demanda. Empezó hace tiempo, y no es lo que más me gusta. Escribiendo éstas líneas, se me viene a la memoria cuando el “Burrito” Ortega tenía que seguir a Roberto Carlos en algunos Argentina-Brasil, Brasil-Argentina. Una “locura”, de la que me cuesta acostumbrarme, porque esos jugadores “gana” partidos deben estar justamente en esos sectores donde marcan la diferencia. Volviendo a la Lepra, salvo Arce, no hay otro como él, al que se le puede tirar la pelota, aguantarla, que haga una finta o gambeta y quede en posición de remate.
Lejos de todo esto, Berti, quien venía respaldado por los resultados, ahora debe poner más mano a la obra. En aquello donde se entiende que en el este deporte un buen rendimiento requiere de ideas y conceptos que permitan organizar mejor diversas acciones, el DT Azul está fallando. Pierde los duelos tácticos en relación a la estructura de un juego (léase: planteo rival, en este caso, con Pablo Vicó deté de Brown) y en la cual al parecer la inteligencia no es útil para llegar a lo que se pretende.
Por último, no se pude depender del factor suerte, como pasó en ese cabezazo de Mauro Maidana que le dio tres puntos ante Quilmes. Hay que redoblar esfuerzos, hacer más autocrítica hacia afuera, porque eso también suma. Independiente está todavía en carrera y puede seguir soñando con su objetivo. Será cuestión de recuperar soldados y de que su técnico acierte en los apellidos. De tener más jugadores “llegadores” si Arce no regresa en el corto plazo y de poner a una referencia de área.