El crédito se termina, los números apremian y la paciencia se agota. Con el repertorio de los goles a favor (y el discurso del “equipo genera más de lo que cosecha”) ya no alcanza porque los que recibe en el arco propio no pasan desapercibidos ni mucho menos. Al contrario, le hacen perder puntos que ya contaba en el bolsillo.
Las dos caras de Godoy Cruz, esa división marcada de la misma versión del equipo de Diego Flores, también separan las aguas puertas afuera. Porque mientras un sector de la dirigencia continúa bancando la propuesta del entrenador y pretende que conduzca los 5 partidos que restan de la actual Copa de la Liga Profesional, existe otro grupo de popes que ya mantuvo contactos con entrenadores para escuchar sus proyectos.
¿Nombres? Los que se filtraron son los de la dupla exFerro Favio Orsi - Sergio Gómez (también suenan en Atlético Tucumán), Jorge Almirón, Mauricio Pellegrino, Luis Zubeldía, Nicolás Frutos y Eduardo Berizzo. La danza no es nueva, empezó hace rato. Incluso hubo quienes pensaron en echar a Diego Flores antes y después de la derrota frente a Aldosivi. No hubo caso. En primer lugar, porque en ningún momento el entrenador dio indicio alguno de debilidad. En segundo lugar, la CD no está decidida por completo a tener que rescindir el contrato de un DT al que le faltan un par de meses para cumplirlo. Y en tercer lugar, el crédito casi siempre estuvo abierto hasta el “próximo partido”. Y la verdad es que en esos dos o tres momentos de quiebre aparecieron las victorias como visitante ante Rosario Central y Huracán.
Es cierto, el Tomba ofrece un fútbol ofensivo que es vistoso a los ojos y se brinda por el espectáculo. El cuarteto Ramírez-Bullaude-Ojeda-Rodríguez hace verdaderos estragos porque todas esas partes juntas tienen una capacidad de asociación y un poder de gol realmente asombrosos. Sólo por ellos, y por el nivel de un Juan Espínola que muchas veces salvó la ropa (a pesar de sus errores), la esperanza del salto de calidad en la faz defensiva siempre estuvo latente.
Pero las limitaciones individuales en materia defensiva jamás pudieron ser suplidas por un trabajo integral en conjunto que las compensen. Por el contrario, el equipo luce casi siempre mal parado, desatento en las marcas, flojo en el retroceso e inocente a la hora de meter los partidos en el freezer. Eso sí, mucho más allá del alto grado de responsabilidad que conllevan los verdaderos protagonistas (los jugadores) en los desenlaces de los partidos, lo que no se puede soslayar es que han sido muy pocas las veces que Diego Flores acertó con los cambios de intérpretes durante el juego.
La particular lectura del juego por parte del entrenador, por ejemplo, generó mayor desequilibrio promediando el complemento ante Arsenal. Con el partido 1-3 y diez contra diez tras las expulsión de Guillermo Ortiz, el DT mandó a la cancha a Leonel González para “rearmar la línea de cuatro”. Eso sí, el que salió no fue un delantero sino Nelson Acevedo, uno de los que le da equilibrio y juego al mediocampo, pero que aún así generalmente suele ser el primer cambio.
Así las cosas, Godoy Cruz quedó parado con un 4-1-3-1 sin sentido que complicó las cosas. Para colmo, el DT volvió guardarse una potencial quinta variante que podría haber sido el ingreso de un recuperador de balones como Bruno Leyes que le hubiese permitido equilibrar el medio.
La doble identidad de Godoy Cruz es realmente preocupante y, de cierto modo, hace recordar a otro equipo bodeguero que tenía la misma facilidad para convertir que para recibir goles: el de Carlos Mayor, justamente un DT que por esa misma razón no duró demasiado en el cargo.
Existe un dato que pinta de cuerpo entero la gravedad de la situación. El mismo indica que si Godoy Cruz hubiera mantenido la ventaja en los tres empates 3 a 3 (Independiente, Estudiantes y Arsenal), sería uno de los punteros de la zona B con 16 puntos y ocuparía la posición 20 (en lugar del 27° de hoy) en los puestos del descenso, con 80 puntos en 74 partidos.