Cuatro amigos mendocinos emprendimos viaje hacia Doha, después de planearlo durante más de dos años. Nos gastamos todos nuestros ahorros por la experiencia que consideramos el sueño de nuestras vidas. La travesía hasta Qatar, para hacerlo lo más barato que se podía, duró más de 7 días.
El vuelo más barato que encontramos hacia Europa fue con una agencia de Buenos Aires, hacia Milán, pero saliendo desde Santiago de Chile.
El viaje comenzó con seis horas hasta el país vecino en auto. Dos noches antes casi creímos que se ponía en riesgo todo, porque se cerró el paso -insólito, en noviembre, no lo podíamos creer-. Finalmente, abrió de nuevo e hicimos noche en Chile y al otro día salimos para Milán, pero con una escala en Canadá de 14 horas y una cortita en Frankfurt.
Aprovechamos para disfrutar dos días la ciudad italiana y el Lago di Como, ya que convenía así, por las dudas que algún vuelo se atrase. Allí, pudimos cruzarnos con dos alemanes, Micky y Tom, que nos explicaron que en su país este Mundial no interesa tanto como otros.
Hicimos lo mismo en Estambul, Turquía. Dos días en esta ciudad cuentan como siete en otra. Solo al llegar, vivimos la experiencia de viajar en un taxi turco, con un conductor que se consideraba Toretto de Rápido y Furioso más o menos. En esa hora y media, casi que nos olvidamos del objetivo del viaje, solo queríamos seguir vivos.
La impresión de Estambul cambió rápidamente al darnos cuenta que es una ciudad hermosa, con una historia gigante en cada calle y una onda especial como ninguna. El comercio reina en todas partes, cada acción turca está pensada en función a eso.
Pero siempre surgió entre los cuatro la pregunta: ¿Cuándo empezaremos a vivir la fiebre mundialista, esa que vinimos a buscar?
En Turquía, nos cruzamos con varios mexicanos, rivales del grupo, que todos al instante buscaban “mufarnos”, diciendo: “Ustedes van por la Copa eh”. Aunque con la amabilidad del siempre, en tono de broma y con el cariño qué hay entre naciones.
La primera pregunta al encontrarte un argentino, después de contarte de donde venís, es: “¿Qué entradas sacaste?”. Muy pocos tienen más de 2. Es la gran incertidumbre entre todos y que, ojalá, se espera que haya disponibilidad para la mayor cantidad posible.
Y con respecto a los extranjeros, siempre que vieron indumentaria albiceleste nos tiraron un buen comentario, o el que más se repetía, “Messi, Messi”.
Este domingo, a las 19hs, salió nuestro avión a Doha por la aerolínea Pegasus -que conseguimos precios insólitamente baratos a través de un app, gracias a un mexicano que alertó en un grupo de WhatsApp de más de 200 personas-. Recién en el aeropuerto, empezamos a vibrar la fiebre mundialista que tanto buscábamos y se siente como ninguna.
El avión se dividía entre 40, 50 mexicanos y 20 argentinos. Pero como suele ocurrir, el ruido y los cánticos vinieron del lado celeste y blanco. “Esta es la banda loca de la Argentina...”, sonaba en la parte de atrás del avión.
Ya se siente el Mundial y con solo una pisquita, ilusiona muchísimo lo que se va a vivir.