El semillero del fútbol mendocino y su futuro: la clave de detectar talentos y orientarlos con paciencia y profesionalismo

El arquero mendocino Tomás Marchiori fue la gran figura de la primera fecha de la Copa de la Liga Profesional. El ex Gimnasia es un producto de nuestra cantera. Hoy, el Tomba, la Lepra y el Lobo se nutren de su propio semillero. Ahí está la clave y el camino a seguir.

El semillero del fútbol mendocino y su futuro: la clave de detectar talentos y orientarlos con paciencia y profesionalismo
El arquero mendocino Tomás Marchiori, hoy en Atlético Tucumán, fue clave en el triunfo ante Racing en Avellaneda. / Gentileza.

El semillero futbolístico de Mendoza tiene brotes de oro. Jugadores interesantes. Con talento. Condiciones. Quedó demostrado el último fin de semana cuando Tomás Marchiori, ex arquero de Gimnasia y Esgrima, debutó en la máxima categoría Nacional y fue figura en el Cilindro de Avellaneda con un triunfazo histórico de Atlético Tucumán sobre Racing Club.

Marchiori es un arquero que se formó en el fútbol mendocino. Recorrió todas las canchas de la provincia defendiendo el arco Mensana. Atajó en el Lobito. Se ganó un lugar en el equipo de primera división que competía en torneos Federales y luego en la B Nacional. Hasta que tuvo su oportunidad y no la desaprovechó. Más allá de las condiciones del número 1, fue una apuesta del club. De un proyecto deportivo. Y el actual arquero del Decano demostró con creces que estaba capacitado para jugar en el máximo nivel Nacional e Internacional. Un producto genuino del fútbol mendocino. Como el caso del ex 1 del Lobo, existen muchos más.

Acá está la clave de todo proyecto futbolístico: las divisiones inferiores. Mendoza tiene que apostar por sus propios jugadores. Es el gran desafío a corto plazo. Existe una pequeña tendencia en los últimos años, pero en su mayoría se recurre a las inferiores por una necesidad económica, más que como proyecto o convencimiento.

Es el momento indicado para invertir en un “plan de captación de talentos”. Es la clave de cualquier proyecto de fútbol. Tenemos que lograr que nuestros jugadores sueñen con integrar el plantel de primera división del Tomba, de la Lepra y del Lobo-. Ojalá asciendan rápido a la Primera Nacional, Huracán y Maipú. Basta de ser testigos directos de ómnibus repletos de jugadores mendocinos que viajan a Córdoba, Rosario o Buenos Aires en busca de un futuro en el fútbol profesional.

Cada club mendocino que compite en torneos nacionales tiene la obligación de recorrer todos los rincones de la provincia, desde Lavalle hasta Malargüe. Desde Las Heras hasta La Paz. De punta a punta. Y cuando se detecta un “talento”, trabajarlo de manera integral: educación (determinante), alimentación, desarrollo físico, futbolístico y psicológico.

Es un proceso de trabajo que lleva su tiempo. Primero de adaptación al nuevo club, amigos, profesores y distanciamiento de su familia si es del Interior de la provincia. Por ello, el trabajo tiene que ser integral en todo sentido.

Después el trabajo en inferiores tiene que estar centrado en la formación del jugador. El resultado de las distintas categorías de inferiores debe ser anecdótico. No hay que evaluar si el equipo gana, pierde o empata. Lo elemental es que el jugador llegue muy bien formado a primera división. Ahí debe radicar el gran objetivo de cada club.

La gran amenaza para todo proyecto futbolístico a largo plazo y centrado en las divisiones formativas, son los resultados. Por ello, la paciencia, el trabajo y la estructura, son elementales.

Salvando las distancias, la diferencia que marca River Plate desde la llegada de Marcelo Gallardo con el resto de los equipos de la Argentina y del continente es asombrosa: 6 años con el mismo entrenador, un sistema de juego que se conoce de memoria y que se implementa en todas las categorías hasta la primera división.

¿Qué te permite un trabajo unificado en todas las categorías? Que se vende un jugador y su reemplazante no desentona. Cumple su rol a la perfección. Sube un juvenil y responde de manera formidable, porque conoce la identidad de juego y conoce qué se espera de él. De lo contrario, se suman refuerzos por doquier que fracasan, se suben juveniles, estos no se adaptan y se “queman” promesas.

Sin dudas, el camino correcto es buscar en nuestro semillero. Hay jugadores que tienen todas las facultades para ser grandes profesionales. Hay que detectarlos y brindarles todas las herramientas para que brillen en un futuro.

LA BODEGA, FUENTE INAGOTABLE DE TALENTOS

Godoy Cruz, el emblema futbolístico de nuestra provincia, viene trabajando con un proyecto de integración desde muchos años bajo la conducción de Daniel Oldrá. Marcó un horizonte, recorrió el camino y en líneas generales, le dio grandes dividendos. Sólo basta con repasar el actual plantel del Expreso que debutó en la Copa de La Liga Profesional de Fútbol ante Rosario Central, de 31 jugadores, 10 son mendocinos: Ibáñez, Badaloni, Burgoa, Bullaude, Manzur, Henríquez, Romero, Pizarro, González y Abrego (aún no debuta).

LA LEPRA Y UN SEMILLERO QUE SIEMPRE LE RESPONDE

Muy lejos quedaron esos años dorados donde Jorge Griffa pisó suelo mendocino. Por aquel entonces, el Azul del Parque revolucionó el futbol mendocino. De aquel proyecto interesante, Independiente supo aprovechar en primera división grandes jugadores como Ezequiel Pérez, Alfio Lorenzo, entre otros. Por distintas cuestiones internas del propio club, los proyectos de inferiores nunca son continuos. Sin embargo, surgen jugadores con un sentido de pertenencia único. Podemos mencionar a Sánchez, Disanto y jugadores como Úbeda, Palacios, Quiroga y Masoero, que ya emigraron.

En la actualidad, Independiente Rivadavia y bajo la conducción de Marcelo Straccia tiene un plantel de 24 jugadores con muchos mendocinos y 7 juveniles: Ponce, Francisco Úbeda, Garrasi, Canedo, Gizzi, Plaza y Rivero.

Hay que destacar que la mayoría de los hombres de experiencia, también nacieron en la tierra del sol y del buen vino: Aracena, Araujo, Marín, Méndez, Irañeta e Imperiale.

Hoy, el Azul, volvió a apostar por gente del club. Por esta razón, el histórico Pitu Canedo, continúa como coordinador de todas las divisiones inferiores de la Lepra.

CAMBIO DE PARADIGMA EN EL MENSANA

Hace cinco años, todos los “jugadores top del ascenso” se morían por vestir la camiseta de Gimnasia y Esgrima. El orden institucional, económico y la apuesta a futuro, seducían a todos. Por esta razón, cada arranque de temporadas, un mínimo de 15 jugadores llegaban al conjunto Mensana. Hoy, la historia cambió rotundamente. Desde la conducción de Javier Kola en las divisiones inferiores, el Lobo captó muchos jugadores de los equipos que compiten en la Liga Mendocina. Los sedujo. Los incorporó y la base del actual plantel de Diego Pozo, tiene raíces mendocinas. Juveniles que hace tres o cuatro temporadas ya visten la camiseta del Lobo tanto en los torneos de inferiores de AFA como en el Lobito que juega en la LMF. Nombres como los de Zabaleta, Cortes (ambos llegaron del CEC), Garrido (Maipú), Santi López (Academia Chacras); Tadeo Marchiori, Alejo Tello, Tomás Giménez, Brian Andrada, Nacho Morales, Nico Romano, Gastón Fernández, Lucas Leguizamón, Franco Meritello, González, Brian Alferez (surgió del Tomba pero hace seis años que está en el Lobo), entre otros, son la gran apuesta del Lobo del Parque.

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