Llueve copiosamente en Mar del Plata. Y apenas pasaron horas desde que el protagonista de la historia ganara la primera fecha del circuito nacional. Pero nada importa: Franco Radziunas va camino a la playa para seguir con su rutina que, asegura, hace que se meta al mar al menos en, a grandes rasgos, 330 de los 365 días del año, sin importar el frío del agua o la condición del mar o el clima. “Obvio que esto no es lo mejor, que es más divertido que haya mejores olas, pero esto es lo que va, es parte del trabajo: meterse al agua igual, porque a veces en los torneos está malo y tenés que competir igual. Salvo que esté demasiado malo o yo esté muy cansado, me meto siempre aunque sea una vez al día”, cuenta este marplatense de 20 años que ni tuvo tiempo de festejar el triunfo, por tercer año seguido, en la fecha que abrió el campeonato que fiscaliza la Asociación de Surf Argentino.
El surfista estrella del team Quiksilver Argentina conoce el secreto. Lo mamó de su padre Luis, quien fue campeón argentino, de su coach y máximo campeón de la historia (Martín Passeri) y de un deporte en auge que se ha vuelto cada día más profesional. “Ya demostré que puedo ganarles a los mejores de acá y el año que pasó me di cuenta que puedo pelear de igual a igual con los mejores de la región. Mi objetivo es convertirme en un surfista de la elite internacional y en este 2023 espero dar un nuevo paso”, explica. En esta nota vas a encontrar su historia, la de amor que ya hace años se convirtió en su pasión y que, definitivamente, quiere transformar en profesión.
Todo arrancó en casa, claro. “Yo descubrí el surf en un viaje a Hawaii en julio de 1977 y ya nunca más paré”, admite Luis, quién llegó a ser campeón nacional en 1991 y sin proponérselo arrastró a sus tres hij@s hacia esta pasión (Ema tiene 17 y Maia, 13). “Desde chico Franco tuvo una conexión muy fuerte con el agua. Con dos años se sumergía en la pileta hasta los dos metros y comenzó a barrenar las primeras olas en el mar. Enseguida arrancó con la tabla de surf y a los 5 años ya se paraba solo en Playa Grande. Recuerdo un día en el que surfeó no menos de 20 olitas y desde ahí siempre me pidió que lo llevara al mar”, rememora el padre.
“Mi viejo nunca me presionó, sólo me presentó el deporte… A mí siempre me gustó el agua y, cuando conocí este deporte, me cautivó. Yo también recuerdo un día: fue en el Yatch, yo tendría 9 años y había muchos surfistas en el agua, pero papá me ubicó en el pico, contra las piedras y me hizo agarrar una de las olas más grandes. En ese momento experimenté algo muy especial, como estar en Disney. Ahí sentí la desesperación por volver a vivir esa sensación. También se convirtió en un plan habitual con él. En vez de jugar en casa, nos íbamos a surfear. Y hoy eso se ha extendido a toda la familia”, cuenta Franco ya desde la playa.
A pesar de que muchos surfistas evitan la competencia, a este rubio que hace honor a la pinta de surfista le gusta demasiado. Compite desde los 11 años y asegura haber tenido un click en 2017, cuando disputó el Mundial Junior de la ISA. “Pasé varias rondas y estuve entre los mejores 25. Ahí me convencí de que podía, de que no estaba lejos. Además, Nacho Gundensen ganó ese torneo y eso terminó de dejarme claro que los argentinos podíamos competir con los mejores si nos tomábamos esto en serio”, explica.
Radziunas no pudo ser campeón en categorías formativas pero llegar a la final del Quiksilver La Paloma 2020, la parada más brava del tour, y al toque ganar su primera etapa, le permitieron hacer un click. “Había perdido varias finales y fue como sacarme una espina”, comenta. Desde ese día su crecimiento fue impactante, en el agua y en su físico, sobre todo en el 2022. “Sí, fue un poco de todo. Adquirí una madurez en el mar, en la toma de decisiones y me ayudó mucho haber viajado mucho el año pasado, haber competido con buenos resultados y surfeado otro tipo de olas. Además, mantuve mi trabajo, el día a día. Todo esto me hace sentir más tranquilo, menos nervioso, y que le puedo ganar a cualquiera, tranquilamente”, admite.
Franco admite no haber sentido el paso de Junior a Open. “Ahora es todo más real, más serio, es verdad, pero todo ha sido muy natural. Se fue dando paso a paso”, explica sin entrar en las presiones lógicas que vienen cuando uno se va haciendo adulto y comienza a competir con profesionales. “No me influye negativamente. Me motiva, no me estresa”, se sincera. Ni siquiera le afecta el esfuerzo económico que hace su familia, sobre todo a partir del 2002, cuando Franco comenzó a competir en el exterior, necesitando un mayor presupuesto. “Conozco bien ese sacrificio de mi gente, le estoy agradecido, igual que a las empresas que me apoyan, como Quik, pero no me pesa ni me ata. Sé que tengo más presión, pero confío en mí mismo y sé lo que puedo dar”, resalta.
Passeri, surfista y coach, es una voz autorizada para analizarlo. “Franco es lejos el mejor surfista argentino del momento, el que más ha crecido y el que trabaja de una forma ordenada desde que era Junior. Hay varias cosas que lo hacen especial. Primero, su enfoque. Se desmotiva poco cuando las cosas no se le dan. Cuando no tuvo los resultados esperados, como no ser campeón junior, le siguió dando. Siempre centrado en sus tareas, sin que el entorno lo modifique. No se saltea ningún entrenamiento físico ni pone excusas cuando las cosas no se dan como esperaba. Es un ejemplo porque es saludable, coherente y disciplinado. Mentalmente es muy fuerte, tiene un entorno familiar que lo potencia y además es un chico al que le gusta tomar riesgos en el agua. Viene en su adn. Todas estas características intangibles potencian su gran talento”, analiza quien además es el más ganador de la historia nacional, con seis títulos.
“Su crecimiento tiene que ver con varias cosas: la consolidación física, su mayor madurez en la toma de decisiones en el mar y lo bien que le hicieron los viajes. Eso lo puso en un lugar de preferencia en relación a otros. Tiene nivel, la constancia y la cabeza para seguir creciendo, y cuenta con el apoyo suficiente. Todavía no tocó su techo, ni cerca. Tranquilamente puede ser un surfista de elite”, completa Passeri sin dejar de hacerle un pedido a la ASA. “Ojalá tome conciencia y lo tenga en consideración para la Selección. Hace rato merece un lugar”, ruega. Franco se pone algo incómodo con el tema pero sale bien parado. “Sí, eso es un sueño y un objetivo. Pero todo llega, a su debido tiempo. Me enfoco en lo que tengo. Y, para mí, es un orgullo y una bendición que Martín esté conmigo desde los 11 años. Me transmite toda su experiencia y me guía dentro y fuera del agua. Junto a mi padre. Ambos han sido decisivos. Los escucho a los dos”, dice.
Por lo pronto, si bien a Franco le interesa ser campeón nacional, algo que no ha podido intentar por sus viajes al exterior, que se han superpuesto con algunas fechas locales, su foco está en el plano internacional. Radziunas viajará en días a Brasil para competir en dos torneos importantes, con un objetivo de máximo y otro de mínima. El 22 de febrero saldrá hacia Fernando De Noronha para disputar una competencia de 5000 puntos y después, el 5 de marzo, bajará hasta Florianópolis para otra de 3000 en Praia Mole.
“Son las últimas dos competencias que determinarán los ingresos a los Challengers Series. Hoy estoy en el puesto N° 27 y con dos buenos resultados puedo quedar entre los primeros ocho que entrarán directamente. La otra opción es mantenerme entre los 30 para lograr una mejor preclasificación a futuro y así entrar en rondas más avanzadas en los siguientes torneos”, cuenta quien en el 2022 logró muy buenos resultados continentales. Fue tercero en un Pro Junior U20 en Brasil, quinto en Punta Rocas (Perú) y noveno en Iquique (Chile). “Fui de menos a más y me demostré que puedo pelear con los mejores. A principios del año pasado no tenía las mismas sensaciones que hoy. Voy a ir a buscar los resultados que sé que puedo conseguir”, cierra. El talento y la determinación están.