La vara de Martín Demichelis es muy alta: “Seguiremos trabajando para que en algún momento el equipo se asemeje a la máquina de River que los hinchas tanto esperan, porque es mi sueño como entrenador”. Claro, el Club Atlético River Plate, todavía no es una máquina ni mucho menos, pero no abandona la búsqueda.
Si de máquinas hay que hablar, la versión que se vio con Godoy Cruz se pareció bastante más a una que la que venció a Sarmiento, pero de cualquier manera los triunfos son evidentemente una base sobre la cual conviene trabajar para aspirar a esa versión que últimamente se vio en pasajes puntuales de los ocho años y medio del brillante ciclo Gallardo. Y en ese sentido, cuanto menos desde un plano estadístico, el arranque de la era Martín Demichelis empieza a trazar su propio paralelismo con los años dorados del Muñeco.
Por caso, desde el campeón 2021 que River no era puntero en soledad del fútbol argentino como consiguió esta fecha tras el triunfo del domingo y la chance que dejó escapar San Lorenzo este lunes en Rosario. Más allá de eso, ya llegó a números top: desde 2019 que no se alcanzaban cuatro victorias en fila ni cuatro vallas invictas consecutivas, algo que sólo lograron los tres mejores River de Marcelo Gallardo, el multicampeón de 2018, la versión más sofisticada de la temporada siguiente y el primero de todos, aquel que arrasaba en 2014. Ese inicio de ciclo está en la misma órbita que el actual: con el mismo % de efectividad al cabo de los diez partidos iniciales de cada etapa, la última vez que River arrancó una liga con seis partidos ganados en las primeras ocho fechas fue, de hecho, en el Transición ‘14. Incluso abarcando los 121 años de vida del club, el comienzo de Micho es el segundo mejor, junto con el del Muñeco en 2014 y Mostaza Merlo en 1989, sólo por debajo de Joaquín Urriolabeitía, que dirigió en 1972 con nueve victorias en diez partidos jugados.
Si se bucea en el mundo de los números tal vez hable más del equipo de Demichelis otro dato: no sólo es el más goleador del torneo y el segundo menos goleado, sino que esta racha de cuatro triunfos en cadena tiene la particularidad de que ganó tanto en los primeros tiempos como en los segundos, algo que ocurrió sólo seis veces en la historia y que registra como último antecedente el 2001 con Ramón.
Sí, los números hacen hacen match con la máquina que busca Micho, pero el rendimiento todavía no. ¿Qué debe mejorar? Hay varios ítems que desde hoy, con el tiempo que le da el parate de Selección, analizará el cuerpo técnico. En principio, en Junín aún con un muy buen partido de Rodrigo Aliendro, el medio pareció sufrir la ausencia de De la Cruz: dio la sensación de que Enzo Pérez debe estar acompañado por dos interiores clásicos (un par entre Aliendro, DLC y Palavecino) y que Nacho Fernández es más aprovechable suelto y llegando en posición de remate como en los primeros dos juegos de la LPF.
Por lo demás, aún se deben ajustar algunas tuercas para lograr que las posesiones largas que busca el deté no sean inofensivas como por momentos fueron en el primer tiempo, para no complicarse en la salida cuando los rivales aprietan o para tener otra atención en el retroceso (el mano a mano de Toledo tras una pelota parada en ataque no debiera repetirse). Pero River va. Y gana. Mira a todos desde arriba.