¿El mejor festejo de la historia? Así fueron los “debuts en casa” post Mundial de los campeones del ‘78 y ‘86

Poco más de tres meses después de la consagración en Qatar, la Selección Argentina vivirá un reencuentro único ante su gente. Un suceso que no se dio en el regreso de Maradona, en 1979, y en un Monumental semivacío, en 1987.

¿El mejor festejo de la historia? Así fueron los “debuts en casa” post Mundial de los campeones del ‘78 y ‘86
En 1979, la Selección Argentina campeona del mundo ya con Diego Maradona. / archivo

Apenas pasaron tres meses, tan solo 95 días y los campeones del mundo volverán a meterse en la piel de los hinchas. Nunca tan pronto. Ni en 1978 ni en 1986 el reencuentro ocurrió con el oleaje todavía embravecido. La conexión selección-sentimiento popular escribirá un capítulo que promete ser único e irrepetible.

Son días festivos para el fútbol argentino. No es para menos. La Selección Argentina volvió al país para celebrar otra vez con los hinchas la consagración en el Mundial Qatar 2022. Serán dos amistosos. El primero se jugará esta noche a las 20.30, en el Monumental, con tickets agotados desde las dos horas posteriores a ponerse a la venta. Unas 83.214 almas colmarán el estadio de River para disfrutar de Messi y compañía ante Panamá.

Un show que arrancará bien temprano y se extenderá hasta la medianoche. Cinco días más tarde, el martes 28 en Santiago del Estero, el equipo de Scaloni jugará contra el desconocido seleccionado de Curazao (una isla del Mar Caribe perteneciente al reino de los Países Bajos).

Pero esa será una segunda historia. En esta oportunidad vamos a detenernos en la primera. Para ello, apelamos al archivo y repasamos cómo fueron los otros estrenos de los seleccionados campeones del mundo en 1978 y 1986. ¿De qué forma estrenaron sus títulos los equipos de Menotti y Bilardo? ¿Cómo les fue? ¿Contra quiénes jugaron? A continuación repasamos lo sucedido antes del amistoso de esta noche de la Scaloneta frente a Panamá.

1978: ocho meses de después, triunfo vs. Bulgaria en el Monumental

La Argentina de Menotti, campeona en junio de 1978 derrotando en cancha de River a Países Bajos por 3-1 en tiempo suplementario, volvió a jugar ocho meses después, el 25 de abril de 1979. En el país, en River, se estrenó la primera estrella. Con el estadio repleto, con 70 mil almas en el amargo y tenso ambiente sociopolítico que envolvía a la nación. El rival fue Bulgaria y el equipo dirigido por César Luis Menotti ganó por 2-1, con un gol de René Houseman y otro de Daniel Passarella, de penal (si hay golazos de penal, ese lo fue).

El partido fue organizado por la revista El Gráfico, en su 60º aniversario. Seis campeones del mundo actuaron como titulares, Fillol, Olguín, Passarella, Gallego, Houseman y el ‘Negro’ Ortiz. Cuatro debutantes, Hugo Villaverde, Juan Barbas, José ‘Pepona’ Reinaldi y el lateral izquierdo Jorge García… y el gran ausente un año antes, Diego Maradona, en su quinto juego con la selección.

¿La formación de ese día? Fillol; Olguín, Villaverde, Passarella, García; Barbas, Gallego, Maradona; Reinaldi, Houseman, Ortiz. Además ingresaron: Simón, Gaitán y Perotti.

Las crónicas de la época distinguen el partido, pero dan cuenta también de cierta naturalidad, no de un acontecimiento excepcional ni mucho menos.

Quizás, por la familiaridad con los campeones. ¿Cómo? Ubaldo Fillol lo explica: “Aquello fue muy especial. Salvo Mario Kempes, ya ídolo en Valencia, los otros 21 futbolistas estábamos en el fútbol argentino. Yo, a los 20 días de la final con Holanda, ya estaba en el arco de River. Y desde ahí, empezaron los homenajes. Cada fin de semana era un homenaje para nosotros. Eran 25 millones de argentinos que cada domingo nos hacían un tributo, locales y visitantes, aquello fue hermoso, inolvidable. Cambió el fútbol en el mundo, los mercados, los calendarios. Nada es comparable. Ahora, solamente Armani está acá y el resto de los muchachos se encuentran en Europa, entonces ahora ellos recibirán su muy merecida ceremonia”, analiza el Pato, a los 72 años.

Quizá, la fiesta más colorida llegaría exactamente dos meses después, el 25 de junio de 1979, al año exacto de la coronación, con un duelo ‘no oficial’ ante Resto del Mundo. Derrota por 2-1, Monumental explotado, gol de Diego con salto inmortal en el festejo y una recaudación que sirvió para comenzar la construcción del actual predio de Ezeiza.

Un mes más tarde, el conjunto de Menotti jugó ante Países Bajos (0-0) en el marco del aniversario 75 de la FIFA y luego realizó una gira amistosa por Europa a modo de preparación para la Copa América (que se jugaba como si fuera una Eliminatoria, a lo largo de varios meses) de ese mismo año. Argentina no pasó la primera ronda (grupo con Bolivia y Brasil).

Entre 1974 y 1982, a la Argentina de César Menotti la había acompañado un respaldo macizo. Los resultados positivos (un título del mundo) fueron clave, pero además la selección era considerada prioridad: no había voces disonantes. Después de que Bilardo asumiera en 1983, y en sintonía con el regreso de la democracia, los debates prohibidos durante tanto tiempo tomaron estado público, también en el fútbol. La selección volvió a sumar opiniones en contra. El público que acudía al Monumental se dividió entre quienes apoyaban y criticaban. Pero como además los resultados al comienzo no ayudaban, los silbidos eran notorios.

También la indiferencia suponía una forma de crítica. A un triunfo 2-0 contra Chile en mayo de 1985, en medio del ida y vuelta titánico de Diego Maradona entre Nápoles y Buenos Aires por exigencias de la Federación Italiana, sólo acudieron 7.000 personas. Barrabravas de Estudiantes y de Boca eran contratados para “alentar” a la selección, o al menos para contrarrestar los cuestionamientos. El estadio de River se había convertido en una olla a presión cuando Argentina se clasificó al Mundial, con mucha angustia, contra Perú en junio de 1985.

1986: la Selección de Diego y Bilardo que no quería jugar de local

Con los campeones del ‘86 pasó exactamente lo contrario a la efervescencia de hoy. Al regreso de México, la selección no jugó ni un partido para reencontrarse con su público. El único contacto popular fue la Plaza de Mayo y el balcón de la Casa Rosada, al día siguiente de la final. El primer amistoso de Maradona tras el Mundial, jugando para Belgrano contra Vélez el 10 de julio de 1986 en Córdoba -apenas once días después de haber levantado la Copa del Mundo-, fue una idea de la empresa de turismo Atlantic Travel Tour. Los organizadores en verdad querían armar un Belgrano-Argentina pero no contaban con un detalle no tan pequeño: la autorización de Julio Grondona. Vélez, entonces, apareció como sustituto.

Valderrama y Maradona, dos históricos del fútbol mundial. / archivo
Valderrama y Maradona, dos históricos del fútbol mundial. / archivo

En definitiva, el estreno de la segunda estrella ocurrió en el exterior: derrota por 3-1 con Italia, en un amistoso en Zurich. ¿Los once de Argentina? Goycochea; Cuciuffo, Brown, Ruggeri; Olarticoechea, Batista, Siviski, Garré; Maradona; Funes y Alfaro. Ingresaron: H. Díaz, Pasculli, Dertycia y Caniggia. El gol del seleccionado albiceleste lo anotó Diego ante el seleccionado que sería el anfitrión del siguiente Mundial.

¿Una curiosidad? En el amistoso estuvo presente Pelé y fue reconocido por la FIFA antes del saque inicial, donde se sacó también una foto junto a Maradona y Ciro Ferrara, el capitán italiano.

Lo extraño es que el equipo de Bilardo y Diego, aún tras consagrarse en México 86, no generó un idilio popular y llegó a sumar 35 partidos consecutivos en el exterior para evitar los silbidos. Durante más de tres años, los hinchas sólo pudieron ver a la selección por TV.

En concreto, Argentina jugó 35 partidos consecutivos en el exterior. Algunas presentaciones en ese lapso fueron en geografías poco frecuentadas por la selección en su historia, como Suiza, Australia, Mónaco, Guatemala o Irlanda del Norte, siempre de espaldas a los estadios de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Mar del Plata o el resto del país. Durante tres años y dos meses, entre el último partido como local y el regreso a la Argentina (de diciembre de 1987 a febrero de 1991), los hinchas sólo pudieron ver a la selección por TV.

La alergia a la localía venía desde antes de México 86. La experiencia de la clasificación a la Copa del Mundo había sido tan traumática que Bilardo, el mismo día en que Argentina se proclamó campeón del mundo, le confesó a un periodista a la salida del estadio Azteca: “Sabés el alivio que tengo... no hay que jugar más las Eliminatorias”. El técnico se refería, implícitamente, a la obligatoriedad de tener que presentarse como local, un escenario conflictivo.

La selección recién jugaría como local un año después de México 86, o sea a los dos años de su último partido en el país, aquel contra Perú por las Eliminatorias. Ese 20 de junio de 1987, casi un año después de la epopeya del Azteca, el equipo de Carlos Bilardo se presentó ante su público en un encuentro contra Paraguay. Sin Diego Maradona –cansado de la temporada italiana en la que acababa de consagrarse campeón con el Napoli-, preservado por el Doctor para la inminente Copa América en el país. La selección perdió 1-0, con un gol en contra de Oscar Garré. Todo mal. El homenaje resultó casi inexpresivo y ante unas 6 mil personas que dejaron desnudo al Monumental. Fue una semana antes de la Copa América 1987, que se jugaría en Argentina. La actuación de la Albiceleste en ese certamen terminó siendo decepcionante, ubicándose en el cuarto lugar.

Hace memoria y el ‘Gringo’ Giusti recuerda aquella gris tarde invernal: “No había mucha gente en la cancha…, había muy poca gente, en realidad. Ya hacía tiempo que habíamos ganado el campeonato mundial. Había muchos chicos nuevos (Hernán Díaz, aparecía Caniggia) y Bilardo, como siempre, quería ensayar, probar… Al ‘Checho’ (Batista) y a mí, que éramos los dos que teníamos que saber todo, conocer las posiciones de todos, nos pedía que les enseñásemos, que les hablásemos todo el tiempo… Nos estábamos preparando para la Copa América, que para nosotros iba a ser un torneo muy importante en casa después de México… y la verdad fue que no anduvimos bien”, recordó Giusti, a sus 66 años.

Comenzaba una etapa sombría, de muchos cuestionamientos pese al título en México. La selección tuvo un mal paso por esa Copa América (terminó cuarta, con dos derrotas) y Bilardo elegiría no jugar en la Argentina para escapar de esa atmósfera de rechazo. Entre diciembre de 1987 y febrero de 1991, con la asunción de Basile como DT, el ‘exilio’ fue total. Increíble, en estos días de desbordes callejeros y cuando la seguridad del plantel llega hasta la mesa del gobierno nacional.

Aquel partido lo jugaron ocho campeones: Islas, Brown, Garré, Cuciuffo, Batista, Ruggeri, Giusti y Tapia. Y completaron la formación Darío Siviski, Juan Gilberto Funes y el debutante José ‘Mandinga’ Percudani.

Es cierto que la economía del gobierno de Raúl Alfonsín ya entraba en colapso y que Maradona avisó que no jugaría, pero el Monumental tampoco se llenó para los dos primeros partidos de la selección en la Copa América, ante Perú y Ecuador. Recién en la semifinal contra Uruguay, la cancha de River estuvo llena, pero tras la derrota volvió a quedar raleada, con no más de 5.000 personas, para el encuentro por el tercer puesto ante Colombia. El saludo de capitanes entre Maradona y Carlos Valderrama, ante un Monumental vacío, es sorprendente.

A fines de ese año, el 16 de diciembre, la selección y Alemania Federal reeditaron en Buenos Aires la final del Mundial del año anterior en el Azteca. Esta vez sí, la cancha de Vélez desbordó: el partido se jugó un día de semana por la tarde e igual quedó gente en las calles de Liniers. Además Argentina ganó 1 a 0, con gol de Jorge Burruchaga, y parecía que la AFA al fin organizaría más partidos en el país, pero no fue así: nadie lo sabía entonces pero aquel amistoso sería la última presentación de la selección de Bilardo en Argentina. De los 81 partidos que duró su ciclo entre 1983 y 1990, sólo 17 fueron de local, todos en Buenos Aires. En comparación, de las 85 presentaciones de Menotti, más de la mitad, 47, habían sido en Argentina.

Por supuesto, varios de los 35 encuentros que la selección jugó consecutivamente fuera del país desde marzo de 1988 hasta julio de 1990 debían ser, obligatoriamente, en el exterior: la Copa América Brasil 1989 y el Mundial Italia 1990. También eran importantes dos cuadrangulares en Alemania Federal y en Australia en 1988. Y hasta algunos amistosos de peso, como frente a España en Sevilla en 1988 o contra Italia en Cagliari en 1989, no podían ser desaprovechados. Pero está claro que Bilardo decidió no jugar ningún partido de local porque aquella selección, aún incluso entre el primer puesto de México 86 y el subcampeonato del mundo de Italia 90, corría riesgo de ser silbada: entre ambos Mundiales apenas ganó siete encuentros.

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Después de Italia 90, y tras la renuncia de Bilardo, Argentina estaría siete meses sin jugar. El debut del siguiente técnico, Alfio Basile, fue en la cancha de Central, en Rosario. Allí, en un 2-0 ante Hungría del 19 de febrero de 1991, la selección volvió a jugar en el país después de tres años y dos meses, tras aquel 1-0 ante Alemania de diciembre de 1987. En el siguiente marzo, como para recuperar el tiempo perdido, la Argentina de Basile volvería a jugar dos amistosos seguidos en Vélez, contra México y Brasil. La selección en el exilio ya era un recuerdo.

Ya en 2023, la fiebre por la Scaloneta llenará los estadios de River y el Madre de Ciudades para festejar el título de Qatar 2022. Los hinchas argentinos le darán una bienvenida de héroes a los flamantes campeones en Buenos Aires y Santiago del Estero. Una caricia que, aunque cueste creer, no tuvieron los anteriores campeones del mundo.

Otra época, otro fútbol; otros contextos y sociedades. Y si bien no se trata de abrir una grieta entrando en el terreno de las comparaciones para dirimir innecesariamente cuál de las tres selecciones fue la mejor de la historia, de lo que ya no caben dudas es que este equipo de los Lionel (Scaloni y Messi) es el que más loop emocional ha provocado en la gente.

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