Modificaciones reglamentarias a mitad o al final de una temporada para el perjuicio de algunos y el beneficio de otros. Cambios en la programación de partidos y de sedes. Indefinición sobre encuentros decisivos. Son todas cuestiones que forman parte del lado B en la decisión de Lionel Scaloni, el DT de la Selección Argentina, quien hace pocas horas dio otro mensaje casi enigmático sobre su futuro. Y es que el fútbol nuestro de cada día nos acostumbró, de este lado del charco, a mostrar novedades que si bien no dejan de sorprender, forman parte de un escenario que puede llevar a una persona a decir basta. Porque ese individuo está acostumbrado a otra cosa, a planificar mirando la vara alta que él mismo supo construir junto a los jugadores, y por eso el seleccionador pueda también decir “hasta acá llegué” después de la Copa América 2024.
En las últimas semanas, después de la victoria en el mítico Estadio Maracaná, se habló sobre muchas historias que hacen a la determinación de Scaloni y las cuales forman parte del lado A de esta historia de tiré y afloje con la diligencia de la AFA, principalmente con su presidente, Claudio Tapia. Es que Chiqui pensó que si bien fue quien bancó al inexperto DT y luego lo ratificó en el cargo, podía tomar decisiones por encima del joven entrenador. Y está a las claras que eso se dio hasta la histórica consagración en Qatar 2022. Después fue un volver a empezar con cosas para el análisis, con muchas de las cuales, Scaloni no coincide. Léase, por ejemplo, cumplir con acuerdos de AFA con los jugadores campeones del mundo y ante rivales que solamente suman para las arcas de la Asociación, no para que los Lionel Messi, Ángel Di María y compañía puedan seguir exigiéndose al máximo para que el nivel se mantenga o mejore. Después, lo que se conoce por lo bajo y que los protagonistas (Tapia y cuerpo técnico) no ventilaron, pero que salieron a la luz, como los premios no abonados.
Así, como en la vida, estas acciones forman parte de un todo. Y con Scaloni, la dirigencia de AFA se encontró con una persona que en algún momento podía revelarse ante ciertos accionares. Lo repitió tras el sorteo de la Copa América en los Estados Unidos. “Estoy pensando en el momento que estamos atravesando. Es importante parar la pelota, conversar. No hay nada raro”, dijo. Y añadió: “Los jugadores están muy bien, el equipo está muy bien, necesitan un entrenador que esté bien, con todas las energías. Lo dije y lo repito, necesitan un entrenador a la altura de ellos. Es un momento para pensar. Sigo pensando lo mismo”. Sus palabras no hacen otra cosa que ratificar el cansancio que acumula por cosas que no comparte, y que no lo dice por los valores con los que afronta sus acciones y el respeto que le debe a todo un país, el cual no se lo pide. Porque claro que, mirando a futuro, con oponentes como Curacao podría haber citado a jugadores que todavía no tuvo en cuenta y sumarlos a una renovación que más temprano que tarde deberá darse en el seleccionado. Hace tiempo lo dejé plasmado en líneas parecidas, al considerar que, sin demasiadas exigencias en cuanto a resultados, el deté debería empezar a trabajar sin los apellidos ilustres, con nombres que han demostrado que pueden ser parte de la Selección Argentina en un futuro cercano.
Ahora, con el freno de mano medio puesto, Tapia sabe que no tiene muchas variantes para intentar convencer a Scaloni de que continúe al menos, hasta que finalice el Mundial 2026 que conjuntamente organizarán Estados Unidos-Canadá y México. A la pelota la tiene Lionel Scaloni, quien más allá de algunas cosas personales, está cansado de manejos que afuera extrañan pero que suelen ser moneda corriente en el fútbol argentino. Es cuestión, entonces, de profesionalizar mejor nuestros campeonatos, sabiendo que el equipo que nos representa al más alto nivel, también necesita seguridad cuando mira hacia abajo, y no me refiero a procesos de fuerzas básicas. Por lo contrario. A lo estrictamente dirigencial. A quienes toman las decisiones más importantes en la confección de torneos y en los redactores de las letras chicas de los reglamentos. No hay que levantar la mano a favor por beneficios propios. Debemos dejar los egoísmos de lado. Es la única forma de crecer, de ser competitivos, de tratar de que los otros mercados americanos nos respeten. Repito, todo es parte de un todo. Y Scaloni tampoco se banca este lado B de la historia.