El tiempo no para y de eso pudo dar cuenta Maravilla Martínez en su regreso al ring después de 6 años. Un orgulloso nocaut técnico le puso en el centro del plexo a Fandiño, en su ansiado retorno.
Está claro, que más allá de lo estrictamente deportivo, a los 45 años son muchos más los desafíos internos que externos para un deportista de élite, principalmente para esos que han brillado en esos escenarios que todo boxeador anhela estar a lo largo de su carrera. Maravilla estuvo parado allí, en el ojo de la tormenta. Y también en la cúspide. En Las Vegas, donde pasó a ser el Nº 1 y desde donde su figura revitalizó al alicaído boxeo argentino en su momento.
Todo ese esplendor suena lejano, pero volvió y expuso que su jerarquía está intacta, aunque el paso del tiempo también se notó en su traslado y su desplazamiento por el cuadrilátero, frente a un rival modesto, pero oportuno para la velada. Fandiño le tiró la responsabilidad al quilmeño, que en cuenta gotas fue mostrando su calidad, aun cuando tuvo momentos de cansancio. Sin embargo, el argentino sacó a relucir su experiencia y se la tiró encima en el sexto round, cuando muchos lo daban por perdido y lo liquidó en el séptimo.
Maravilla dijo: “Si pierdo, puede ser el lindo comienzo de algo y si gano, también puede ser el lindo comienzo de algo”. Un resultado con un poco de cada cosa, dado que a esta altura no tiene nada que demostrar, porque ya es una leyenda.